contribuir a racionalizar el querer y el hacer

Hemos aprendido mucho, en los decenios últimos, sobre la importancia de las emociones en general y sobre la importancia de las emociones para el ejercicio de la razón en particular. Bastaría con evocar el nombre del gran Antonio Damasio, pero en realidad son legión los y las investigadoras que nos vienen ensañando sobre eso. Por no hablar de la investigación orientada a la manipulación que florece desde hace un siglo, cuando aquel célebre sobrino de Freud, Edward Bernays, abrió camino para la publicidad comercial moderna…

Y cabe preguntarse: hoy, bajo el orden capitalista caníbal (Nancy Fraser) que es el nuestro, ¿tenemos un problema porque no prestamos suficiente atención a las emociones? Yo diría que el péndulo se ha ido tanto hacia el lado opuesto a la racionalidad (las racionalidades) que el problema mayor es el contrario: no somos capaces ni siquiera de mínimos de racionalidad colectiva, mientras cunde una cultura muy invasiva que exalta las emociones de los individuos (no en balde llevamos ya un tiempo hablando de capitalismo emocional y capitalismo de experiencias).

Hace treinta o cuarenta años no era raro escuchar en reuniones de gentes de izquierda: “aquí se viene ya llorado de casa”. Seguro que en esa dureza de los antiguos militantes hay exageración racionalista (y casi siempre, también, un punto machuna y androcéntrica). Pero el péndulo se ha ido tanto hacia el otro lado que hoy, a veces, parece que lo primordial en las reuniones activistas es cuidar el “bienestar emocional” (¡sintagma omnipresente!) de cada cual, olvidado las razones (políticas en sentido amplio) que nos llevan a reunirnos.

Busquemos cierto equilibrio… ¿Se trataría de superar la Ilustración, como se nos sugiere a veces? No, más bien de desplegar una Ilustración menos incompleta: una Ilustración feminista y ecológica para empezar. ¿No sería cosa, como sugería Paco Fernández Buey en 1991, de “contribuir a racionalizar el querer y el hacer del hermano lobo” humano?[1] Necesitamos un poco más de reflexión (las emociones vienen siempre en el pack); necesitamos algo más de contemplación desasida (las pasiones no faltarán, siempre se nos dan por añadidura).

 

 

[1] Francisco Fernández Buey, Verde, roja y violeta. Una izquierda para construir ecosocialismo (edición de Rafael Díaz-Salazar), El Viejo Topo, Barcelona 2023, p. 123.