Pienso desde hace tiempo que un factor importante pero muy minusvalorado en la (in)acción frente a la crisis ecosocial es la comodidad humana. La tendencia al mínimo esfuerzo y al aumento de confort se salda con daños enormes a la naturaleza. Se puede ver fácilmente en los conflictos en torno a la convivencia de ganado con lobos y osos, pero voy a proponer aquí otro ejemplo: la destrucción de los bosques submarinos de gorgonias que causa la pesca.
Las gorgonias, aunque con aspecto de plantas, son animales que viven fijados al fondo del mar. Como los corales: y al igual que ellos, forman estructuras que alientan una rica vida en el lecho marino. Crean hábitats que dan refugio y alimento a muchas otras especies asociades. Pero en la mayor parte del Mediterráneo, cuando estas especies bentónicas quedan enganchadas a las redes los pescadores las tiran de cualquier manera mientras van regresando a puerto (o incluso en tierra), sin preocuparse de en qué posición queda colocadas. Desatención y mínimo esfuerzo. Ahora bien, cuando la gorgonia arrancada queda tumbada en el lecho marino, muere.
Investigadores del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, un centro del CSIC, se dieron cuenta de que esto no ocurría en el Canal de Menorca, a pesar de la intensa actividad pesquera. “Descubrimos que cuando los pescadores artesanales de allí sacan alguno de estos organismos en sus redes, lo vuelven a tirar al mar ahí mismo”, señala el biólogo marino Josep Maria Gili (citado por Clemente Álvarez). Caen en el mismo entorno del que han sido arrancados. Pero, además, destaca Gili y ésta es la clave, lo retornan al agua sin quitarle el sustrato al que suelen estar adheridos, algas calcáreas (rodolitos) sobre las que crecen, algo aparentemente trivial que determina cómo se hunden en el agua. “Probamos nosotros mismos y comprobamos que con este sustrato todas las gorgonias caían de pie y sobrevivían”, relata Gili. “Sin quererlo realmente, estos pescadores mantenían sus fondos de forma sostenible”.
“A partir de este descubrimiento de hace diez años, los investigadores del ICM han desarrollado lo que denominan el método bádminton, como el juego de raqueta, un innovador sistema para restaurar fondos marinos a gran profundidad. Para ello, cogen las gorgonias recuperadas en las redes de pesca y las fijan a piedras con una masilla especial, como si fueran árboles diminutos sobre rocas. Al igual que ocurre con las pelotas (volantes) del bádminton, que a cada golpe de raqueta se colocan en la misma posición, con la punta por delante, cuando estas gorgonias se devuelven al mar de esta forma van bajando en el agua en línea vertical, serpenteando suavemente, hasta quedar posadas sobre el fondo marino, erguidas. El método bádminton se puso a prueba con un ensayo piloto en el cabo de Creus en el que se recuperaron 6.000 gorgonias en dos hectáreas de mar. Pero esta investigación impulsada por Gili ha derivado en un desafío mucho más ambicioso, el proyecto Ecorest, con el que se intenta en estos momentos restaurar 30.000 hectáreas de hábitats marinos profundos en Cataluña. (…) Son pescadores los que se encargan de recabar los organismos enganchados en las redes y los que los devuelven al mar para restaurar estos ecosistemas a más de cien metros de profundidad.”[1]
Si los pescadores se toman un trabajo adicional (llevar consigo piedras, fijar la base de cada gorgonia a una piedra con masilla especial y devolverla al mar de inmediato), la actividad pesquera (que sólo debería ser artesanal) dañará menos los fondos marinos. No dejará de ser actividad extractiva (y cuestionable desde una ética animal rigurosa), pero añadirá un elemento importante de conservación. Ello exige a los sujetos implicados ser un poco menos cómodos y descuidados…
[1] Clemente Álvarez, “El método bádminton de reforestación submarina”, El País Semanal, 27 de octubre de 2024; https://elpais.com/eps/2024-10-23/el-innovador-metodo-para-reforestar-el-mar-que-ha-unido-a-cientificos-y-pescadores-en-el-mediterraneo.html