salvador lópez arnal sobre el centenario de manuel sacristán (1925-1985) en su «página herida»

https://slopezarnal.com/pagina-herida-cien-anos-despues/#more-15951

«En 2025 recordaremos el primer centenario del nacimiento de un filósofo barcelonés internacionalista nacido en Madrid el 5 de septiembre de 1925 que desde 1939, finalizada la guerra civil, residió en Barcelona hasta su fallecimiento el 27 de agosto de 1985 (se cumplen también 40 años en 2025). Les hablo de Manuel Sacristán Luzón.

Excelente ocasión esta para releer sus escritos o para descubrir su obra en el caso de personas que hasta ahora no hayan tenido ocasión (sugerencia en ambos casos: ver o repasar los documentales “Integral Sacristán” de Xavier Juncosa), buen momento para falsar la pesimista (y lúcida) ocurrencia borgiana sobre los centenarios: “noventa y nueve años olvidadizos y uno de liviana atención es lo que por centenario se entiende.”

Son muchas las aristas de la obra y la praxis ciudadana de Manuel Sacristán que merecen destacarse. Por ejemplo y sin pretender una lista completa:

1. Su decisivo papel en el conocimiento de los grandes clásicos de la tradición marxista: Marx, Engels, Labriola, Lenin, Bujarin, Gramsci, Lukács, Heller, Harich,…

2. Pero también de Quine, Carnap, Russell y Wittgenstein, y de otros autores de tradición analítica y de la filosofía de la ciencia contemporánea (Popper, Kuhn, Sneed, Bunge, etc).

3. Sus aproximaciones críticas a Martin Heidegger, uno de los grandes filósofos del siglo XX. Entre ellas, su tesis doctoral: Las ideas gnoseológicas de Heidegger.

4. Su labor de traductor: más de 80 libros traducidos, unas 28 mil páginas en total, traducidas del alemán, inglés, francés, italiano, latín, griego clásico y catalán. Entre ellas: los dos primeros libros de El Capital (dejó también la traducción parcial del libro III, no editada hasta el momento) y la monumental Historia del análisis económico de Schumpeter.

5. Sus dos libros de lógica y filosofía de la lógica: Introducción a la lógica y al análisis formal y Lógica elemental. También los materiales que presentó para su oposición a la cátedra (no conseguida por razones político-ideológicas) de Lógica de la Universidad de Valencia celebrada en Madrid.

6. Su papel de profesor (cuando pudo serlo: fue expulsado en dos ocasiones de la Facultad de Económicas de la UB) y de maestro de varias generaciones de estudiantes y ciudadanos. Vean, por ejemplo, Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales, volúmenes I y II.

7. La riqueza de su castellano oral (pueden oír las cinco conferencias incluidas en Integral Sacristán) y escrito. Por ejemplo, y más allá de coincidencias o disidencias en sus tesis y argumentos, “Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores” (1967) o su último texto largo: el prólogo de 1985 a la edición del undécimo Cuadernos de la cárcel de Gramsci en traducción del helenista Miguel Candel.

8. La riqueza y singularidad de sus trabajos de crítica literaria teatral: Wilder, O’Neill, Sánchez Ferlosio, Moravia, Heine, Goethe, Brossa, Raimon…

9. Su participación activa y arriesgada en la lucha antifranquista desde las filas del comunismo democrático (PSUC, PCE). Vean a tal efecto la documentación anexa a la tesis doctoral de Miguel Manzanera que puede localizar en la página web de la UNED. También los libros (también la tesis) del historiador Giaime Pala.

10. Por último, ya les he dicho que no pretendía ser exhaustivo, su decisivo giro ecocomunista, la irrupción de la problemática ecológica en su obra y en su praxis, su posición antimilitarista y antiotánica, su militancia en el CANC y en la lucha antinuclear. A este respecto, los materiales publicados en las revistas Materiales y mientras tanto son esenciales.

Pues bien, el colectivo Espai Marx ha decidido publicar semanalmente (el viernes es el día elegido) a lo largo de 2025, una amplia selección de sus “panfletos, materiales y anotaciones de lectura” que se iniciará con sus primeros textos publicados en las revistas barceloneses Qvadrante y Laye y finalizará con sus últimas cartas y el artículo sobre Gramsci citado anteriormente.

Para abrir su apetito lector, Espai Marx publicará durante el mes de diciembre de este 2024, también los viernes, cuatro aproximaciones a su obra escritas por discípulos-amigos y estudiosos: Francisco Fernández Buey, Miguel Candel, Joaquín Miras y José Sarrión (les iré dando referencia de lo editado en mis “páginas heridas”).

Sin descuidar sus magníficos (y sarcásticos) neologismos (remurimiento, tontiastuto, letrateniente, fobosofía, logorragia, liporiosa, cultiprofundo,…), les he hablado antes de la riqueza del castellano oral y escrito del autor de El orden y el tiempo. Ilustro esta consideración con dos ejemplos, como avance de aniversario: un editorial de Laye sobre Ortega de 1953 (Sacristán tenía entonces 29 años) y un texto sobre Miguel Hernández de 1976 (con 51 años).

I. Editorial de Laye, 23.

Una tradición venerable distingue entre el sabio y el que sabe muchas cosas. El sabio añade al conocimiento de las cosas un saber de sí mismo y de los demás hombres, y de lo que interesa al hombre. El sabedor de cosas cumple con comunicar sus conocimientos. El sabio, en cambio, está obligado a más: si cumple su obligación, señala fines.

Dos modos hay de señalarlos: poniéndolos fuera de la vida de cada hombre, sin tomar muy en cuenta los trabajos de éste por alcanzarlos y dando por bueno su logro casual, o preocupándose, más que por su consecución, porque los hombres se la propongan. Esta última fue la preocupación de Sócrates, que su nieto Aristóteles expresó de este modo: “Seamos como arqueros que tienden a un blanco.”

Tal es la divisa de Ortega.

Cuando el sabio enseña así los fines del hombre más que enseñar cosas lo que enseña es a ser hombre. Enseña a bien protagonizar el drama que es la vida, a vertebrar el cuerpo que es la sociedad, a construir el organismo que es nuestro mundo, a vitalizar todo lo que es vida común, desde el contacto al lenguaje. Todo eso ha enseñado Ortega en su socrática lección explicada a lo largo de cincuenta y tres años. Su obra, además de enseñar cosas, enseña a vivir y todo lo que el vivir conlleva: convivir -ahí están sus escritos político-, hablar -él ha re-creado la lengua castellana-, amar -en Alemania los estudios Über die Liebe [Estudios sobre el amor] son regalo de primavera.

En suma, Ortega ha cumplido respecto a los españoles una función tan decisiva como la que cumplió Sócrates respecto a los griegos. Razón que justifica largamente el homenaje que hoy le rinde Laye.

II. Sobre Miguel Hernández.

Tiene que haber varias razones de la respuesta excepcional, en intensidad y en extensión, que está recibiendo la iniciativa de la conmemoración de Miguel Hernández. Algunas de esas razones serán compartidas por todo el mundo, y del mismo modo, más o menos; por ejemplo, la autenticidad de la poesía de Hernández, en la que, si se prescinde de algunos ejercicios de adolescencia, no se encuentra una palabra de más. Otras motivaciones serán menos generales. La mía es la verdad popular de Hernández: no sólo de su poesía, en el sentido de los escritos suyos que están impresos, sino de él mismo y entero, de los actos y de las situaciones de los que nació su poesía, o en los que se acalló.

Al decir eso pienso, por ejemplo -pero no solamente- en aquella fatal indefensión de Hernández en su cautiverio. Hernández fue un preso del todo impotente, sin enchufes, sin alivios, sin más salida que la destrucción psíquica y la muerte, como sólo lo son (con la excepción de dirigentes revolucionarios muy conocidos por el poder) los oprimidos que no someten el alma, los hombres del pueblo que no llegan a asimilarse a los valores de los poderosos, aunque sea por simple incapacidad de hacerlo y no por ninguna voluntad histórica. O por ella, naturalmente.

Las últimas notas de Hernández que ha publicado hace poco la revista Posible documentan muy bien el aplastamiento moral que acompaña a la destrucción física del hombre del pueblo sin cómplices y, por lo tanto, sin valedores en la clase propietaria del estado, de las fábricas y de las cárceles.

La autenticidad popular de la poesía madura de Hernández es tan consistente porque se basa en esta segunda, en la autenticidad popular del hombre muerto, como el Otro, entre dos o más chorizos, y como ellos.»