sobre el pez ‘führer’ y otras cosas tristes que uno (re)aprende releyendo a carl amery

Releo ese libro imprescindible que es Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? Hitler como precursor de Carl Amery (¿habrá muchos libros más importantes que éste para el Siglo de la Gran Prueba?), y en los capítulos en que va repasando contenidos de Mein Kampf me detengo en ese “o tú o yo” que sintetiza en sólo cuatro palabras tanta ideología nazi…[1] Es el enunciado diametralmente opuesto al “yo soy solamente si tú eres” de Desmond Tutu, que Franz Hinkelammert recuerda tantas veces.

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En el capítulo décimo, sobre “La globalización de la fórmula hitleriana”, unas pocas líneas definen los elementos de esta fórmula:

“La primera premisa para su aplicación (o reaplicación) es una situación de crisis que incluya tanto la carestía material como la vivencia de una desorientación existencial.

Esta experiencia de crisis debe suscitar la noción de que no basta para todos (y de que seguramente nunca más bastará).

En tal caso habremos de descartar de raíz toda posibilidad de solucionar la crisis mediante un programa minucioso, pero humanista.

El grupo o formación dominante que se sienta llamado a conservar los logros civilizatorios se verá por ello obligado a acometer una selección; ésta anulará lógicamente el carácter intocable de la dignidad humana.

De modo que nuestra primera pregunta reza así: ¿es posible, o probable, una crisis hitleriana en el siglo XXI?

Sí.”[2]

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Y por último esta página sobre el pez führer lisiado, que de inmediato nos hace pensar en los estudios psicológicos sobre cómo ascienden los psicópatas narcisistas en las jerarquías (y ¿quizá en Elon Musk?):

“Hace años leí algo acerca de un experimento que se hizo con peces de cardumen, esos diminutos seres brillantes que nadan en bandadas de cientos, a veces miles, y que en un instante cambian de dirección conjuntamente: nudos en una red invisible de relaciones que parecen vivir y funcionar como un superorganismo. Los investigadores llegaron a aislar el cordón nervioso que les permite hacerlo: transcurre paralelo a sus flancos. Y, con la conocida curiosidad falta de escrúpulos propia de la ciencia, extrajeron el vital órgano de la empatía a uno de ellos, convirtiéndolo en un lisiado. El pez maltratado, incólume exteriormente, fue devuelto entonces al cardumen natal y, lógicamente, se convirtió en el pez guía. Lógicamente: pues, como no percibía señales y sus miles de compañeros nada sabían de su estado, consideraron que sus decisiones solitarias, que ya no respondían a la conocida determinación colectiva, eran ejemplares. Únicamente él, secretamente lisiado, parecía saber por dónde ir, cuál era la derecha, la izquierda, el camino hacia arriba o hacia abajo, aunque en realidad no respondía más que a un impulso ciego.

La demonología del líder como consecuencia de una autorreferencia absoluta, incapaz de empatía: una vez que uno se ha expuesto a esta posibilidad, la encuentra más de una vez en la historia de las ‘grandes’ figuras de líder. Y así, todo parece indicar que Alejandro de Macedonia padecía de ello. En el caso de Napoleón está más documentado (…). Pero ninguno fue tan decididamente un lisiado como Hitler.”[3]

 

 

[1] Carl Amery, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? Hitler como precursor, Turner, Madrid 2002, p. 58. El original alemán es de 1998.

[2] Amery, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?, op. cit., p. 157.

[3] Amery, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?, op. cit., p. 50-51.