una columna en efe-verde: ¿turismo de nieve cuando nos abandona la nieve?

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¿Turismo de nieve cuando nos abandona la nieve? Consideraciones sobre el Puerto de Navacerrada

 

Jorge Riechmann (Departamento de Filosofía de la UAM y Ecologistas en Acción- Sierras)

 

Aunque la ocupación de la pista de esquí Guarramillas, en el Puerto de Navacerrada (Sierra de Guadarrama), caducó en febrero de 2019, la actividad ha continuado, a pesar de no contar con título habilitante para ello la empresa privada que gestiona las instalaciones y pese a que la nieve escasea en un mundo que se recalienta.[1] El gobierno autonómico de la Comunidad de Madrid ha hecho de este conflicto otra ocasión para tratar de erosionar al Gobierno central. Este conflicto ecosocial (uno de los muchos que aquejan a las hermosas sierras del Sistema Central, que padecen una enorme presión desde la ciudad de Madrid) induce a reflexionar sobre lo que puede significar un turismo aceptable en el Siglo de la Gran Prueba.[2]

Junto con Amai, una compañera de Ecologistas en Acción Sierras -Comunidad de Madrid, tuve el gusto de participar en una mesa sobre movilidad que el pasado 19 de marzo de 2024 celebró el Ayuntamiento de Cercedilla (el pueblo madrileño donde vivo desde 2018). Existe un Plan de Sostenibilidad Turística del Puerto de Navacerrada 2021-25 entre cuyos objetivos se halla la mitigación del cambio climático, así como integrar estrategias y medidas de sostenibilidad en las prácticas de todos los actores de la comarca.[3] ¿Qué significa esto para la movilidad en un lugar de montaña que experimenta enormes embotellamientos de tráfico de forma recurrente?

El punto de partida sería aceptar que los espacios naturales protegidos no deben gestionarse como recursos turísticos. Las acciones que se emprendan deberían estar al servicio de la protección de la naturaleza, no de la promoción del turismo. La movilidad en nuestras Sierras no trata primordialmente de en qué medio de transporte subir, sino que exige otro modo de pensar acerca de la forma de relacionarnos con el territorio, con estas montañas sometidas a una presión extrema desde Madrid.

El principal problema de movilidad del Puerto de Navacerrada lo causan los aparcamientos turísticos (820 plazas en la actualidad), que constituyen una llamada a subir a la montaña en coche; también congestiona el tráfico la estación de esquí (en los pocos días del año en que puede funcionar, ya que el calentamiento global está haciendo desaparecer la nieve de estas sierras de manera acelerada). Por eso, desde Ecologistas en Acción Sierras defendemos la reducción de la gran mayoría de estas plazas de aparcamiento, conservando sólo un centenar de ellas para personas con movilidad reducida y un espacio suficiente para servicios de emergencia y autobuses. El resto de la actual superficie de aparcamiento debería renaturalizarse, análogamente a como se hizo en su momento en el Puerto de Cotos.[4]

La gestión turística convencional conduce a seguir creando o mantener plazas de aparcamiento, pero eso sólo llevará al colapso del tráfico y a la oposición, cada vez mayor, de muchos residentes en los pueblos afectados. Se trata de reducir el transporte privado al tiempo que se fomenta y ayuda al transporte público, pero desde Madrid. Hay que fomentar el transporte público desde el origen porque de otra forma se lleva a los pueblos a colapsar.[5]

Los autobuses-lanzadera deberían salir exclusivamente de Madrid (Moncloa), o si acaso desde algún punto intermedio, como podría ser Collado Villalba (bien comunicada en autobús y tren), no de pueblos cercanos que tienden a convertirse en aparcamientos que podrían ser masivos y que se ven afectados negativamente (humos, ruidos, concentración de gente…), como ya está sucediendo. Estos autobuses-lanzadera podrían hacer alguna parada intermedia, pero no entrar por los cascos urbanos de los pueblos, como pasa ahora (en Navacerrada, Los Molinos y Cercedilla).[6]

Y si profundizamos en el asunto, ¿qué clase de turismo resulta defendible en este Siglo de la Gran Prueba que ve ahondarse rápidamente las diferentes dimensiones de la crisis ecosocial global? En su último libro (Conversaciones sobre crecimientos y colapsos, publicado en catalán por Icaria, Barcelona 2023), y en alguna entrevista reciente, Joaquim Sempere defiende que el turismo ha de experimentar una contracción importante. Por un lado, las economías de monocultivo turístico son muy precarias: “Dependen totalmente de la capacidad adquisitiva de los turistas y esto las hace enormemente dependientes de unas lógicas económicas que no podemos controlar. La pandemia, las guerras, están demostrando que este modelo económico es muy vulnerable. Hace falta una reconversión de regiones enteras para que salgan de estas peligrosas dependencias”.[7]

Pero, además, el futuro del turismo implica redefinir las formas en que viajamos: lo tendríamos que hacer mucho menos y de formas más lentas y prolongadas. “Formas que impliquen estructuras de acogida en los lugares visitados y que permitan una relación más intensa con la población del lugar. Conocer de verdad el destino en un contexto de enriquecimiento cultural. Esto, para hacerlo posible a la gente trabajadora, podría suponer cambios en los convenios colectivos de las empresas (por ejemplo, con vacaciones más largas cada X años compensadas con otros de más cortas). (…) Vacaciones más largas supondrán menos movilidad turística pero de mucha más calidad. (…) Hay que poner en el centro las necesidades relacionadas con el descanso y la salud, que de hecho estuvieron en el origen del turismo. Por otro lado, la necesidad de contacto con la naturaleza, sobre todo para la gente que vive en las ciudades. Lo que hace falta es hacernos conscientes de los límites que esta misma naturaleza, que necesitamos y de la que formamos parte, nos impone y adecuarnos a ella. Hay que reorganizar radicalmente estas prácticas para hacerlas posibles en este contexto de limitación ecológica y energética. (…) Nos hace falta una pedagogía que nos lleve a tomar conciencia, autolimitarnos y nos enseñe qué es razonable hacer y que no. Nos hace falta una forma de disfrutar de nuestro descanso que sea respetuosa con los otros y con la naturaleza…”[8]

En Converses sobre creixement i col·lapses, una de las dialogantes cuenta la siguiente historia: “Conocí una profesora ya muy mayor, que tenía poco más de veinte años en los años treinta, en tiempos de la España republicana. Ella y un grupo de amigas aficionadas al esquí cogían en Barcelona el tren de Puigcerdá, bajaban en la estación de La Molina y empezaban a subir andando hacia el pico del Águila, con los esquís al hombro. Llegaban arriba, se los calzaban y descendían esquiando hasta abajo del todo, se sacaban los esquís y se encaminaban de vuelta hacia la estación para volver a Barcelona. Se cansaban mucho en la subida, era imposible repetirla, y no había remontadores. Pero ella recordaba el intenso placer de aquellas jornadas de montaña, nieve, aire helado y esquí. No les hacía falta toda la chatarra actual para pasarlo bien. Supongo que una experiencia como aquella era muy intensa… Se puede disfrutar con poco, e incluso la saturación de experiencias agradables acaba matando el placer”.[9] Mejor con menos es un lema que puede aplicarse también al turismo de montaña.

 

 

[1] Ecologistas en Acción: “Recurren la nueva ocupación de la estación de esquí de Navacerrada en el lado madrileño”, 6 de febrero de 2024; https://www.ecologistasenaccion.org/309322/recurren-la-nueva-ocupacion-de-la-estacion-de-esqui-de-navacerrada-en-el-lado-madrileno/

[2] Para quien desee profundizar en esta cuestión, múltiples recursos en la web de ALBA SUD: https://www.ecologistasenaccion.org/309322/recurren-la-nueva-ocupacion-de-la-estacion-de-esqui-de-navacerrada-en-el-lado-madrileno/

[3] Plan gestionado por SYMBIOSIS consultores (convenio publicado en BOE del 23.12.21): https://symbiosisconsultores.com/

[4] En el puerto de Cotos, cuando se restauró el entorno de Peñalara, ya se redujo capacidad de aparcamiento, de manera que no se está planteando en realidad nada revolucionario: ya se ha hecho en estas sierras y con el PP.

[5] Quiero llamar la atención sobre la reforma del tren-tranvía Cercedilla-Cotos, sobre la que RENFE y ADIF se muestran muy opacas. Se quieren eliminar unos 1.100 pinos para ampliar el radio de las curvas del trazado ferroviario, que nuevos trenes no podrían usar. No debería hacerse esa reforma, sino más bien conservar el material móvil de siempre, y cambiar sólo las máquinas (o los motores de éstas), lo cual sí es necesario (así como mejorar el mantenimiento). Defendamos un tren como servicio público, en vez de un tren turístico con precios prohibitivos (como es el caso ahora).

[6] Si hablamos de movilidad en estas zonas serranas, mención aparte merecen muchos ciclistas con bicicletas de montaña, a menudo equipadas con motores eléctricos (lo que las convierte de hecho en motocicletas), que están destruyendo senderos, arrancando cubierta vegetal cuando descienden a las bravas por pendientes sin sendero trazado siquiera, y que se ríen en las barbas de quien se atreve a afearles su conducta ilegal.

[7] Joaquim Sempere, “Se puede disfrutar con poco; incluso la saturación de experiencias agradables acaba matando el placer” (entrevista), 21 de marzo de 2024; https://www.albasud.org/blog/es/1676/joaquim-sempere-quot-se-puede-disfrutar-con-poco-incluso-la-saturacion-de-experiencias-agradables-acaba-matando-el-placer-quot

[8] Sempere, “Se puede disfrutar con poco”, op. cit.

[9] Joaquim Sempere, Converses sobre creixement i col·lapses, Icaria, Barcelona 2023, pág. 227.