15 pesetas por cada lobo muerto

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15 pesetas por cada lobo muerto, 20 para las hembras y 7’50 por cada lobezno; y sólo 3’75 por cada lince muerto (ley de caza de 1902)[1]

 

Me vino estos días a la memoria, varias veces, un zorrito que en Pinares Llanos –en el verano de 2016, en el Camping de la Nava- se acercaba alguna noche a nuestra caravana a ver si encontraba algo de comer… Un encuentro verdaderamente mágico. Qué habrá sido de esa criatura, entonces aún ni siquiera adulta.

Hasta hace muy poco, en nuestro país, se enaltecía al alimañero –el cazador experto que mataba a animales como lobos o águilas, competidores de los seres humanos en las sociedades campesinas. Así sucedía por ejemplo en Miraflores de la Sierra, donde hoy se puede contemplar un gran monumento consagrado a cierto famoso vecino pastor –Antonio Robledo, apodado el Tío Francachela (1826-1893)- que en el XIX casi acabó con los lobos en esa zona de la Sierra madrileña.[2]

Es la opulencia (basada en combustibles fósiles) la que ha creado condiciones en que nos resulta más fácil compadecernos del zorro y el halcón –pero en nuestra época de descenso energético esa opulencia no va a durar… El Siglo de la Gran Prueba es una época de conflictos que se recrudecen. Una idea de liberación humana fosilista no tiene futuro –tampoco la liberación animal, si se asienta sobre esas bases.

 

 

[1] “Alimañas y alimañeros”, Jara y sedal, 25 de septiembre de 2013; http://revistajaraysedal.es/alimanas-y-alimaneros/

[2] Julio Vías: “Un reto de conservación para el futuro: el regreso del lobo a la Sierra de Guadarrama”, 9 de abril de 201; http://juliovias.blogspot.com.es/2015/04/un-reto-de-conservacion-para-el-futuro.html

monumento a Tío Francachela en Miraflores, imagen de internet