aléjate de los corrales donde envenenan a las águilas

A los aeropuertos ya sólo me acercaba para ver caminar por los largos pasillos a las muchachas de largas piernas, acompañadas por su maleta rodante que se mueve como un animalito domesticado. Volé la penúltima vez desde Ciudad de México, volé la última vez desde Atenas, y luego dejé de usar aviones. Autolimitarse para dejar que el otro exista: esto es algo que nuestras tatarabuelas ya sabían, aunque lo expresaran con otras palabras, pero hoy estamos en el tiempo en que las metas desesperadas se miden en partes por millón de varios gases invisibles… “¿Y por qué no decimos el más aquí como se dice el más allá?«, se pregunta el difunto Carlos Edmundo de Ory ahuecando la voz. Pero decimos simplemente: ahí.