Neoliberalismo (me refiero con este término no del todo adecuado al capitalismo extremo, imparablemente oligarquizado, que padecemos desde hace más de tres decenios): el 1% ha conseguido apuntalar una pirámide de dominio donde buena parte del 99%, antes que cuestionar esa dominación, prefiere fantasear con formar parte del 1% (aunque ello sea una imposibilidad lógica), o simplemente refugiarse en el «virgencita, virgencita, que me quede como estoy» (lo cual no sucederá: la crisis ecológico-social no cesa de agravarse). El economista Philip Mirowski, se ha escrito, «da con una comparación acertada para esta situación [la recuperación del neoliberalismo tras el crash financiero de 2008] en los estudios clásicos sobre la disonancia cognitiva. Llega a la conclusión de que el pensamiento neoliberal se ha vuelto tan omnipresente que cualquier evidencia que lo contradiga sólo sirve para lograr reafirmar a los discípulos en su verdad última y definitiva. Una vez que el neoliberalismo se convirtió en una Teoría del Todo, que proporciona una explicación revolucionaria del yo, el conocimiento, la información, los mercados y el gobierno, ya no puede ser falsada por algo tan insignificante como los datos procedentes de la economía “real”.» ( http://www.versobooks.com/books/1416-never-let-a-serious-crisis-go-to-waste )
Cabe que ni siquiera el análisis clásico en términos de ideología resulte adecuado: se trata de algo más profundo, el condicionamiento y conformación de subjetividades a escala masiva. Hace muchos años, en una situación muy inicial de estos procesos, el economista estadounidense Paul A. Baran advertía: «Es dudoso que el término ideología, tal como convencionalmente se usa en lasociología del conocimiento, sea aplicable en el capitalismo monopolista. Aun cuando denota una concepción inadecuada, parcial y prejuiciada de la realidad, imputable a la estructura de la sociedad y al lugar que en ésta ocupa una clase, la ideología tiene dos características importantes. La inadecuación, la parcialidad y el prejuicio que la han convertido en una realidad a medias, hacen que comparta al mismo tiempo la verdad misma. En otras palabras, abarca algún aspecto de la verdad al expresar algunos puntos de vista sobre la realidad y ciertos intereses compartidos, en realidad, por una clase o estrato social. Por esta razón, una ideología es creída firmemente por aquellos que la comparten; no es algo que puedan cambiar, quitar o ajusta a voluntad. En este sentido, la ideología es similar a la racionalización de Freud, excepto que se considera que la primera surge de la estructura de la sociedad y la última de la estructura psíquica del individuo.(…) Un concepto totalmente distinto es el conjunto de nociones inadecuadas, parciales y prejuiciadas que se implantan conscientemente en la mente de los seres humanos mediante las manipulaciones de una clase con objeto de lograr ciertos fines al inducir la aceptación más o menos general de ellos. Por lo tanto, en la época del capitalismo monopolista, época en la que las creencias, los valores y las convicciones sucumben cada vez más ante el ataque del pragmatismo, la ideología cede rápidamente ante el condicionamiento de masas, su ajuste, etc., dejando de ser su estudio parte de la sociología del conocimiento para trasladarse al terreno de la investigación de la opinión manipulativa.» (En La economía política del crecimiento [1957], FCE, México 1964, p. 119)