III Congreso Internacional de Poesía “El poema más allá del poema:
Enseñar, estudiar y hacer poesía en el siglo XXI” (Proyecto Chile mira a sus poetas),
Santiago de Chile y otras ciudades, 27 a 30 de octubre de 2015.
Para el panel de discusión “Naturaleza y poesía: urgencias, activismos y cosmovisiones”
Biblioteca GAM, 28 de octubre de 2015
Jorge Riechmann
disparos con parábola
H.G. Wells (en su Esquema de la historia universal, 1920): la historia humana es “una carrera entre la educación y la catástrofe”.
Es muy correcto, sobre todo si entendemos educación en sentido amplio, como paideía, como autoconstrucción a lo largo de la vida entera.
Implacable realismo cínico en geopolítica, y cándidas fantasías delirantes sobre expectativas tecnológicas… Así disocia la cultura dominante.
Cómo seguir creciendo económicamente, pero sin impactos ambientales,,, El sistema recompensa a los expertos en pensamiento mágico.
El más destructivo de los sueños humanos anuda omnipotencia e inmortalidad. Devastamos la biosfera en la persecución de esa fantasía.
«Aprecio mucho de mi país», dice Jon Lee Anderson, «pero reconozco que muchos de mis conciudadanos viven en un mundo imaginario». Ah, si eso sólo ocurriera en EEUU…
Intramuros, las prácticas terribles de la dominación social; extramuros, los terribles procesos de devastación de la naturaleza.
Cuántas rupturas hemos vivido a lo largo de la Edad Moderna –y sin embargo son poca cosa frente a lo que viene en el Siglo de la Gran Prueba.
Solidaridad o suicidio colectivo, reza el título de un libro de Franz Hinkelammert… El sistema responde unánime: ¡os suicidamos -y sin complejos!
Las sociedades industriales se hundirán… pero antes devastarán la biosfera. ¿Cómo, sabiendo esto, seguir adelante sin más?
La dificultad subjetiva para encontrar un equilibrio hoy: no sólo lidiamos con la “muerte de Dios” y la mentira social, sino también con las perspectivas de colapso ecológico-social.
“Estar sentado entre dos sillas”, reza la traducción literal de una locución alemana que nos habla de incomodidad…Ay, no es propio de la condición humana poder echarse a descansar en parte alguna.
Esta civilización naufraga, y la orquesta del Titanic debería ponerse a construir balsas y almadías.
«Nuestra sociedad es mercadocéntrica y capital-céntrica, no es antropocéntrica» (Franz Hinkelammert).[1]
Si fuéramos de verdad antropocéntricos, sugiere Yayo Herrero, como seres naturales y corporales que somos no podríamos dejar de ser biocéntricos: porque no alimentaríamos fantasías de independencia de la naturaleza, y no negaríamos nuestra interdependencia y ecodependencia.
Los debates sobre la izquierda pura y la izquierda impura… tan desencaminados como las controversias sobre poesía pura y poesía impura.
¿Ni de izquierdas ni de derechas?[2] Robert Heilbroner, el gran economista, se definía a sí mismo como un conservador radical.
Lo recuerda Santiago Álvarez Cantalapiedra, que añade: lo que hemos de cuestionar no es el eje derecha/izquierda, sino el eje conservadurismo/ progresismo. Una vez nos deshacemos del Mito del Progreso, ser un conservador de izquierdas tiene algo atractivo.
No es extremista una política para el bien común; lo es la de “todo el poder para la Mercancía”.
Fundamentalista es el mercado, fundamentalista es el statu quo, fundamentalista es la ideología dominante… El ecologismo no es fundamentalista.
La respuesta mejor a la bulimia del Imperio de la Mercancía no es la anorexia, sino la reconstrucción de nuestra capacidad de discernir.
¿De dónde sale tanto ruido? Pero también –¿tanta música?
Por qué nunca se inventó un dios de la lentitud -pregunta Peter Handke.
Recoger los pedazos del yo -para construir no otro ego, sino un mosaico diferente.
«Por fin me he librado del peso de ser yo», suspiró Wordsworth. ¿Nos animamos?
La pregunta “¿qué cabe hacer para salir de la trampa?” no es independiente de esta otra: cómo hemos llegado hasta aquí.
Lo primero sería volver a sopesar una palabra como cuando uno contempla una concha fosilizada de hace doscientos millones de años.
La poesía no sirve. La poesía no sirve a nada. ¿La poesía no sirve para nada?
Donde «no se puede hacer nada», se puede hacer nada: las vías del silencio, la poesía, la contemplación.
«Hasta que leí las Cartas a un joven poeta de Rilke pensé que me estaba volviendo loca» (Marilyn Monroe).
Si enseñas a bailar a las palabras, ellas te enseñarán a bailar.
Necesitamos respuestas: pero no nos serán dadas si no sabemos vivir con las preguntas.
Balbucea el poema porque está aprendiendo a hablar.
Arroja lejos tus palabras, y luego intenta seguirlas. Las palabras que “saben de nosotros aquello que nosotros ignoramos de ellas” (René Char).
No es tu tarea conquistar, sino descubrir.
Robert Bringhurst evoca «esa cultura subyacente de la que las culturas humanas son sólo una extensión, y que llamamos naturaleza».
“El poema es un animal respirante o no es” (José Ángel Valente).
“Se ponía la máscara, se transformaba en jaguar, y así conseguía percibir las cosas de otro modo, del modo como las ve el jaguar” (mitología kogui).
Si la reconstrucción es imposible, buscaremos lo bello en los pedazos.
Si elimino lo manco, lo deficiente, lo incompleto, aniquilo lo humano.
Hablar de la humanidad como “cáncer de la biosfera” es evasión de responsabilidades –pues las células cancerosas no tienen conciencia, pero nosotros sí.
Y también refugiarse en la perversidad de la naturaleza humana es evadir responsabilidades: porque nuestra naturaleza está moldeada por la cultura.
En Brasil los colibríes se llaman «beija-flores». Nosotros tendríamos que ser también besaflores, besa-árboles, besarríos, besacolinas…
«Yo soy solamente si tú eres» (Desmond Tutu)… Ese «tú» incluye la naturaleza. Interdependientes y ecodependientes.
No estar allá. Estar aquí… no tanto. Estar ahí.
Empezar por cualquier parte para llegar precisamente ahí.
[1]Entrevista de Henry Mora a Franz Hinkelammert como epílogo a Joaquín Herrera Flores, Franz Hinkelammert y otros: El vuelo de Anteo –Derechos humanos y crítica de la razón liberal, Desclée de Brouwer, Bilbao 2000, p. 276. Atención al gran Hinkelammert…
[2][2]“Un programa político de sentido común que comparten gente que se identifica tanto con la derecha como con la izquierda”, defiende Luis Alegre Zahonero (véase Andrés Gil, “Podemos, un año después de Vistalegre”, eldiario.es, 16 de octubre de 2015)… Ah, vale, por eso lo llamaron Partido Popular.