alucina con habermas

“Si una solución política es razonable”, escribe Jürgen Habermas, “no debe suponer el menor problema plantearla al electorado en una democracia” (“Cuando las elites fracasan”, El País, 20 de agosto de 2013). Con dos cojones. Pero ¿de verdad éste puede ser el legado de la Escuela de Francfort a estas alturas del siglo XXI? ¿Cómo un pensador de esa talla se permite vivir en semejante mundo de fantasía? Primera alucinación, suponer que Alemania o España son democracias (en vez de las poliarquías plutocráticas que de hecho son); segunda alucinación, suponer que tenemos una ciudadanía democrática, culta y bien formada, capaz de tomar colectivamente decisiones racionales. ¿Esto es lo que la filosofía europea puede aportar en el Siglo de la Gran Prueba?