APUNTES SOBRE EL TRABAJO Y LOS TIEMPOS HUMANOS
————————————-
Notas de Daniel Albarracín para las Jornadas sobre ecología y empleo organizadas por Ecologistas en Acción, Madrid, 5 y 6 de octubre de 2013
Cuestiones generales
• Posibilidad técnico-operativa (no económica) de reducción sustancial de la jornada laboral con el objeto de distribuir el trabajo existente. ¿Cómo podría hacerse el reparto? Turnos, etc.
Es posible realizarla, lo que implicaría una fuerte reorganización tanto social como laboral. Es preciso identificar objetivos y límites productivos, formas de organización sociolaboral y productiva en cada sector, el tipo de trabajos involucrados (atención al público o no, requerimientos de coordinación y trabajo en equipo, concatenación de tareas, etc…). En términos generales, la reducción del tiempo de trabajo (con el propósito de producir sólo lo necesario, de crear y repartir el empleo hasta hacer desaparecer el paro, de mejorar la eficiencia en el trabajo, etc…) tendrá diferentes formatos en función de cada sector.
En los trabajos que se realicen con independencia de un equipo en el día a día, que no supongan relación con el público a diario, los tiempos de presencia se reducirán a este tipo de momentos de coordinación o presencia personal, y se establecerán trabajos por objetivos y plazos definidos, a desarrollar con flexibilidad horaria. Aquí el reparto del trabajo consistirá en repartir esos objetivos, con garantía de que se hagan con calidad y plazos precisos.
En los trabajos de atención al público, como en gran parte del sector servicios que atiende a personas, o el trabajo que sigue una cadena de montaje, un sistema de turnos es el más adecuado. El sistema de turnos puede variar de sector a sector, pudiendo reducirse las horas diarias o los días de la semana de trabajo efectivo, según lo que puedan influir las paradas en el sistema de servicio o producción y la necesidad del descanso.
• Viabilidad y alcance de sustitución de empleos tradicionales por empleos verdes.
Los empleos verdes no pueden reducirse a aquellos que palían el sistema de producción sucio (reciclaje, etc…) del capitalismo, pues no resolverían los problemas principales y serían empleos periféricos. Deben penetrar el sistema productivo, introduciendo criterios de cambio en el modelo técnico-energético del sistema industrial, de transporte, de construcción, de provisión de servicios y productos, de diseño de sistemas, procesos, productos y servicios que sean sostenibles, con un alto componente educativo también en el proceso de consumo, en aras de producir/consumir/destruir/generar energía, materiales y residuos de manera mínima y ajustado a las necesidades que se pretende satisfacer.
Las dificultades son inocultables, pero no imposibles, y si lo fueran, sería una “imposibilidad necesaria”. La primera dificultad sería la enorme inversión, en un proceso de transición de algunas décadas (aún a pesar que las exigencias de plazo del cambio climático nos deja apenas 7 años de margen, para no entrar en una espiral inhabitable a finales de este siglo) para modificar el modelo industrial y que se basase en energías renovables. El cambio de infraestructuras hacia energías renovables exigiría también grandes impactos, y posiblemente recurrir a energías fósiles, con lo que tampoco sería fácil. Una dificultad añadida sería la necesidad de reordenar los espacios habitables, porque algunas ciudades no serían sostenibles y debieran situarse en ámbitos energético-naturales viables para proporcionar este bien de manera suficiente. Pero el obstáculo primero no es tanto técnico, siendo titánico, sino que es sociopolítico. Ni los gobiernos, ni las grandes compañías energéticas, ni la conciencia social admitiría un cambio hacia un modelo sostenible que exigirá con seguridad fuertes cambios en los hábitos y condiciones de vida, pues plantearía un modo de existencia menos confortable, más austero y más consciente de aquello que se produce y se consumo en un entorno ecológico sobrecargado más allá del límite asumible desde la década de los 80 del pasado siglo. Los plazos de cambio son además exiguos, pues un aumento de más de dos grados en el clima supondría grandes cataclismos a partir de la década de 2050, y eso descontando que la presencia de gases de efecto invernadero, aún sin sumar apenas nada más, ya tendrá efectos fortísimos por más de un milenio por delante.
• ¿Qué cambios – organizativos y de visión general del sindicalismo – deberían hacer los sindicatos para afrontar el proceso de transición socioecológica?
En primer lugar, debe profundizarse en la reflexión y dejar de concebir al medioambiente como una oposición al empleo. Naturalmente, esto entraña cuestionar la lógica de acumulación y beneficio capitalista que supedita la creación de empleo a inversiones rentables. En segundo lugar, supone reivindicar un modelo de empleo diferente. Empleos que habrán de estar ligados a una política industrial y sectorial sustentables, y que la lógica del pleno empleo pase por el reparto del trabajo y de todos los empleos en un sentido de establecer objetivos de producción ligados a las necesidades sociales y no tanto a la acumulación productivista sin fin que impone el capitalismo.
A este respecto, esto supondrá nuevas estrategias para el movimiento obrero, por ejemplo, en el caso del carbón, que incluyan una transición y reconversión del sector, y no simplemente un cierre o una continuidad sin cambios.
• ¿Están los sindicatos realmente comprometidos con el cambio a un modelo productivo que sitúe la respuesta a los problemas y amenazas ecológicas en un lugar preferente? ¿No tienden los sindicatos, especialmente en su práctica, a considerar la ecología como un asunto colateral y subsidiario en relación con las reivindicaciones económicas clásicas?
Gran parte de la izquierda, desgraciadamente, aborda la cuestión ecológica como un problema paisajístico o subordinado a la marcha de la economía y el empleo.
La tesis sindical dominante que interpreta el cambio de modelo productivo no lo hace tanto, aunque exista esta línea de pensamiento, como una forma de modificar el sistema tecnoenergético hacia las renovables (lo que exigiría otro cambio superior, como es cuestionar el modo de producción capitalista), sino más bien hacia uno que apuesta por un modelo competitivo “diferente”. Es decir, se trata de un discurso basado en competir en la globalización mediante una industria que promueva una producción de “valor añadido” y empleos mejor cualificados. Sin embargo, esta tesis dominante choca con una realidad implacable: el posicionamiento efectivo de países en espacios de poder industrial y de mercado (EEUU, Alemania, Francia, Japón, etc…) que hace inviable a países periféricos liderar estos procesos, y unos intereses de las propias compañías privadas en competir en bajos costes aún a costa de especializarse en mercados subalternos y producciones de baja calidad.
Sin duda alguna, parece que sería necesario modificar estas estrategias idealistas de carácter socialiberal competitivas, e impulsar una estrategia contra el poder del capital y a favor de economías solidarias, cooperativas e internacionalistas que cuestionando el modo de producción imperante procedan a una transición energética sostenible en el menor plazo posible.
• ¿Entienden los ecologistas las dificultades de los procesos de transición económica y social?
En primer lugar, debemos distinguir entre corrientes ecológicas muy diferentes. En primer lugar, creemos que cualquier aproximación a lo ecológico de carácter estético, como aquellas posturas que defiende un entorno verde como si fuese un mero paisaje, que renuncia a cuestionar las estructuras socioeconómicas y el poder establecido, se trata de una lucha elitista que persigue proteger ámbitos agradables para sí mismo, sin entender la cuestión de la globalización capitalista y su depredación mundial. Existe también cierto ecologismo moral que plantea el reto como un cambio individual extendido socialmente basado en el ascetismo, en el conservacionismo de algunas especies, etcétera, ignorando los procesos socioeconómicos y los desafíos sociopolíticos y sindicales que entrañan. A este respecto, la postura moral no siempre viene acompañada con la participación en el ámbito sindical o sociopolítico para tratar de llevar a cabo las estrategias de cambio sustentable a los ámbitos laborales, económicos y políticos, quedándose como meras iniciativas de protesta en los movimientos sociales, necesarias pero insuficientes.
Otras corrientes, como algunas que plantean cierto tipo de decrecentismo, establecen una estrategia que ni necesariamente cuestiona las formas de cómputo económico (¿basta con hacer decrecer el PIB, es esa la medida apropiada y no la extracción de energía y materias primas, como plantea J.M. Naredo?) ni asume la cuestión social inaplazable entre los pueblos empobrecidos del Sur y las clases populares oprimidas y explotadas del Norte. Al mismo tiempo que es preciso decrecer en actividades opulentas, destructivas e insostenibles es preciso crecer en políticas sociales, actividades de cuidado, y generar empleo socialmente útil y ecológicamente viable. Mientras que algunos países deben reducir drásticamente su nivel de producción y consumo, otros países no pueden más que seguir desarrollándose.
Sin embargo, observamos que surgen con fuerza nuevas corrientes (D.Tanuro, Jorge Riechmann, etc…) ecosocialistas comprometidas con un cambio socioeconómico y político necesario para hacer posible un mundo sostenible ecológicamente. Estas últimas corrientes son del mayor interés, pues introducen sus reflexiones para proponer un modelo alternativo de economía y del mundo del trabajo, con una perspectiva social y ecológicamente radical. A este respecto, la ecología económica y la ecología política asume el reto de enfrentarse a las estructuras de poder material, y no se refugian en la denuncia moral movimentista ni en una perspectiva asceta seudoreligiosa, lo que no impide que apuesten por un modelo de austeridad compatible con un desarrollo y felicidad humana basada en la disponibilidad de tiempo, el aprendizaje y el conocimiento, la calidad de las relaciones humanas y la posibilidad democrática y de autogobierno colectivo.
• Dualización laboral: trabajadores fijos y precarios. ¿Tienden los sindicatos a priorizar las reivindicaciones de los fijos, generalmente, la mayor parte de sus afiliados? ¿Cual es el peso – afiliación, cuadros – de los precarios en los sindicatos y en la acción sindical?, y, a la inversa, ¿qué influencia tienen los sindicatos en el colectivo de precarios?, ¿prefieren éstos organizarse al margen de los sindicatos, o de los sindicatos mayoritarios?
Este tema es sumamente controvertido. Es cierto que la población temporal y juvenil apenas comporta el 10% de la afiliación. Pero la razón no es tanto que el sindicalismo abandone a este colectivo (otra cosa es determinar si acierta realmente a incluirlo), sino más bien que el marco legal, la propia inestabilidad en el empleo, la falta de consolidación laboral, dificultan la afiliación y la participación sindical de estos colectivos. Objetivamente la atomización empresarial, la temporalidad en el empleo, las dificultades para votar en elecciones sindicales, son factores que obstaculizan la participación sindical de estos colectivos. A su vez, los sindicatos fracasan a la hora de encuadrar a un colectivo que, como los nómadas, cambian de empleo y sector con frecuencia, cuando no desarrollan políticas de intervención en las pequeñas empresas, y cuando en determinados sectores, además, la patronal reprime a los sindicatos o promociona sindicatos amarillos, si es que no han surgido antes otros corporativos.
La precariedad es un fenómeno complejo, que reúne inestabilidad laboral, bajos salarios y, en ocasiones, penosidad. Estos rasgos son generales a toda la clase trabajadora, si bien en grados diferentes. La decisión de sumarse a una organización sindical depende de una experiencia previa de conflictos laborales, de haber establecido contacto con compañeros solidarios o con organizaciones que generen credibilidad, y de haber asumido consciente y maduramente el paso de encuadrarse en uno u otro sindicato. Estas situaciones son más difíciles que lleguen tempranamente, en la edad juvenil. A este respecto, creemos que, a pesar de que algunos sindicatos minoritarios abrazan la prioridad de dirigirse al colectivo denominado “precario”, seguramente su composición interna en cuanto a condiciones laborales de su afiliación no sea muy distinta a la de los sindicatos mayoritarios.
• Problemática de profesionalización del voluntariado. ¿Debe hacerse?, ¿cómo?
Sin duda alguna, el trabajo comunitario, del voluntariado, es síntoma de cohesión social en muchas sociedades. Sin embargo, también es un mal síntoma que se persiga sustituir una provisión de servicios esenciales, como algunos servicios públicos u otros bienes comunes, de manera profesional por una forma voluntaria. La voluntariedad puede acarrear mayores dificultades de proseguir materialmente un compromiso de dedicación, y la profesionalidad tampoco impide mayor implicación si la persona dedicada dispone de un ingreso a cambio. Desde este punto de vista, el que se realice un trabajo remunerado tampoco impide un plus de militancia siempre bienvenida, pero no es admisible que alguien no tenga cubiertas sus necesidades personales y familiares por trabajar en una actividad socialmente imprescindible, porque esto puede ocasionar una degradación de ese servicio.
Transporte
• ¿En qué medida una estructura de movilidad sostenible, basada en transporte público poco contaminante (lo que prácticamente descarta la aviación) puede absorber el empleo que actualmente crea el transporte privado?
La movilidad a media y larga distancia debe basarse en el ferrocarril y el barco. A corta distancia en el ferrocarril de cercanías. En el medio urbano en el tranvía eléctrico colectivo, o los buses eléctricos. Para itinerarios particulares, el transporte colectivo compartido, o fórmulas como la bicicleta, el patinete (eléctricos o no) o el caminar. Para viajes largos familiares puntuales puede recurrirse al alquiler turismos eléctricos. Para urgencias puede usarse transporte como el taxi o vehículos limitados y en proporción a una población. En general, hay que sustituir los combustibles fósiles por renovables. Esto supone reconvertir la industria de la automoción para la producción de modelos colectivos, eléctricos, para cambiar los modelos de gasolinera por hangares de enchufe, y remodelar los ámbitos de circulación (readaptación y mantenimiento) para hacerlos más amigables, con menor impacto ambiental, y más proclives al transporte colectivo o en bicicleta. La absorción del viejo empleo a este tipo de trabajos posiblemente no generaría el mismo número de horas equivalentes de empleo, pero se trata de acompañar una línea ecológica con el reparto del empleo con una reducción del tiempo de trabajo y una reconversión profesional a áreas de mayor futuro, quizá también en otros sectores (cuidados, ciencia, educación, sanidad, etc…).
• ¿Que posibilidades ofrece a medio plazo la tecnología de vehículos eléctricos? ¿Sería viable un modelo de movilidad como el actual sustituyendo los coches y camiones alimentados con productos petrolíferos por otros eléctricos o de agrocarburantes?
La tecnología de los eléctricos es viable. Necesita una reordenación del sistema de gasolineras por hangares de enchufe eléctrico, y un sistema de aparcamiento adaptado al efecto (en el contexto de reducción del parque de vehículos tipo turismo), que incluya un modelo que aproveche sistemas de acumulación de los sobrantes de energía en periodos punta de generación para aprovecharlos en los periodos de menor generación. El sistema eléctrico debe extenderse frente al fósil. Pero el mix energético debe apoyarse en el sistema de energías renovables, y claramente renunciando a la nuclear. Las fuentes renovables son múltiples (solar, eólica, maremotriz, hidroeléctrica, biomasa, geotérmica, etc…) y en cuanto a los agrocarburantes (un subtipo de biomasa), habría que estudiar la viabilidad puntual y local, y no masiva, de las de tercera generación (algas) siempre y cuando que no colisione con las prioridades alimentarias de la población y con la biodiversidad.
• ¿Qué se puede hacer con las infraestructuras excedentes e innecesarias que se han construido en los últimos años?¿Habría alguna propuesta de crear empleo no sea muy gravosa para las arcas públicas?
Realmente tienen unas posibilidades de aprovechamiento escasas y de sustitución limitadas. En algunos casos, como las carreteras, habría que demolerlas y establecer medidas de regeneración ecológica para hacer posible la extensión de ecosistemas vivos. En otros casos pueden reaprovecharse. Por ejemplo, las viviendas vacacionales deberían reaprovecharse para un turismo sostenible, impidiendo la nueva construcción, quizá con fórmulas de alquiler y gestión profesional de las mismas, que incluyan una rehabilitación de edificios en términos energéticos, de rehabilitación, accesibilidad, etc…
Energía
• ¿Que posibilidades y previsiones hay de que las renovables cubran la producción de electricidad para 2030? ¿Y para el conjunto del consumo energético, no sólo el eléctrico?
Esto depende de decisiones políticas y de un cambio del medio socioeconómico. En las actuales perspectivas, las propuestas de la UE no son sólo muy limitadas (20%) sino que finalmente el modelo de estímulos ecoliberal establecido reducirán su alcance mucho más. Únicamente cambios sociopolíticos profundos podrán conducir a una cobertura de esa naturaleza y envergadura.
• ¿Cual es el potencial de empleo de renovables frente a convencionales?
El potencial de empleo puede ser muy amplio. Las estimaciones hasta ahora desarrolladas se limitan a empleos verdes integrados en el sistema industrial capitalista, y aunque son importantes, no contemplan otro escenario. Pero en la perspectiva y la urgencia de transición energética inmediata, la creación de empleo en este ámbito debería ser fortísima, porque supone no sólo empleos de mantenimiento y perfeccionamiento, sino de generación de infraestructuras básicas masivas. Si bien, este escenario exigiría, como decimos, un cambio revolucionario hoy por hoy por construir.
• En las previsiones de expansión de las renovables ¿tenéis en cuenta la escasez física de muchos materiales que se utilizan en los sistemas de captación?
Las medidas que se plantean, en clave de capitalismo verde, incluyen medidas de captura de carbono (y acumulación subterránea cerca de la litosfera del CO2 generado), desarrollo de agrocombustibles, expansión de centrales térmicas de ciclo combinado (gas) o desarrollo del coche eléctrico. También hay fuerzas que quisieran incluir entre ellas a las centrales nucleares, algo que sería inaceptable por los peligros que acarrean. Estas medidas desacelerarían la destrucción de un cambio climático acelerado, pero no lo impedirían. Además, su introducción, al igual que otras fórmulas renovables más sostenibles, estará pautada al ritmo de los negocios y la rentabilidad, un proceso harto lento y contradictorio. En el caso de la energía nuclear, además, las reservas de uranio son de apenas 80 años. El gas, más o menos también. Son fuentes que alargarían la vida ante la escasez venidera de fuentes fósiles como el petróleo (aunque el Peak oil pueda retrasarse, merced a la obtención de nuevas fuentes degradadas de yacimientos fósiles, nuevos yacimientos ante el deshielo, etc…). Las renovables del “capitalismo verde” ocasionan nuevos problemas, y sólo permiten ganar tiempo para el problema de escasez energético. No reducirían la emisión de gases de efecto invernadero, mientras no se acabe con el sistema tradicional. La captura de carbono puede generar trastornos tectónicos a largo plazo. Los agrocombustibles, si son un monocultivo local, generaría problemas de hibridación con transgénicos, de biodiversidad y de problemas alimentarios. Los coches eléctricos también exigen consumo de materiales a gran escala y seguramente el vehículo privado sería difícil de generalizar si se plantean unos límites ecológicos razonables.
Las energías renovables sostenibles suponen también impactos de infraestructura (un molino o un panel consume materiales, también), y para ser eficientes supone una reorganización social y urbana de grandes proporciones. Además, su producción energética media es menor que la de base fósil, lo que conduciría a unos niveles de vida que no pueden suministrar los mismos consumos materiales. Sin embargo, la emergencia del cambio climático, las hacen las únicas candidatas para disponer un planeta habitable en las próximas décadas.
• ¿No es peligroso desde el punto de vista democrático un modelo eléctrico muy centralizado y dependiente de la tecnología?
La tecnología no puede ser una varita mágica. Los cambios han de ser tanto políticos, culturales, económicos, laborales como de organización de la vida social. Las economías sostenibles han de ser proximidad, para reducir los gastos energéticos del transporte. Pero eso no equivale a volver al mundo rural, aunque en muchos casos sea interesante hacerlo. Para poder suministrar una vida digna a la población actual (que en un futuro deberá contener su crecimiento) son precisas las ciudades, para que las economías de escala de instalaciones de, por ejemplo, paneles solares en los techos de los edificios, sean suficientemente eficientes y den prestaciones de cierta masividad. Es muy probable que algunas ciudades sean inviables, y que deben desarrollarse nuevas, de tamaño medio, bien interconectadas por tren o barco, en nuevas localizaciones donde haya acceso a condiciones naturales que proporcionen suficiente energía y base material para una vida. Eso supone volver a nuevas realidades urbanas medianas en la cercanía de los ríos, de los bosques, de las montañas, del mar, o lugares soleados o con grandes vientos. Espacios que no estén alejados de ecosistemas vivos a los que se respete, para apostar por la cercanía a la naturaleza minimizando el impacto de los transportes, y que tengan acceso a fuentes de energía suficiente y renovable.
Agricultura
• Perspectiva de vuelta al campo. ¿Se puede hablar de una tendencia relevante? Ideas, propuestas, dificultades.
Necesitamos ciudades distintas en ubicaciones diferentes, y necesitamos una nueva ruralidad que no idealice volver a tiempos pretéritos. Del mismo modo que debemos cambiar el concepto de lo industrial, los lugares habitables deben cambiar profundamente. La vuelta al campo, válida para pequeños grupos y viable en muchos lugares, colisiona con solucionar a grandes colectivos un modo de vida digno.
• ¿Es capaz la agricultura ecológica de satisfacer las necesidades del conjunto de la población? ¿Y sería eso posible sin mecanización?
Hay que buscar un equilibrio. La agricultura ecológica puede ser una vía de impulso, en un contexto de reducción de las necesidades de la población. La mecanización de baja intensidad en consumo energético y de materiales combinada con un esfuerzo de mano de obra puede ser la vía. La clave está en la proximidad de las grandes localizaciones de población y los espacios agrícolas sostenibles, en la que la ganadería intensiva se sustituya por otra extensiva. Es preciso combinar un modelo industrial menos agresivo, siendo consciente de que será necesaria más mano de obra, y una política de economías locales y de proximidad.
• Si se propone un trasvase de población urbana al mundo rural ¿Qué debería cambiar en la vida y cultura en este medio para hacerla atractiva a los urbanitas y especialmente a las mujeres?
Como decimos, creemos de mayor interés pensar en nuevos modelos urbanos, más pequeños, más próximos a espacios energéticos y de materias primas, con nuevos modelos industriales menos pesados, con ritmos de vida más pausados, que pensar binariamente entre la ciudad y el pueblo. Desde otro punto de vista, es preciso pensar en un nuevo modelo de ruralidad mejor dotados de equipamientos de mediana intensidad. De igual modo, el debate entre la descentralización y la centralización hay que pensarla en otros términos. Hay que desconcentrar los espacios de vida, interconectarlos mejor vía tren y barco (de uso ocasional), realizar producción e intercambio de proximidad (de uso más frecuente).
• ¿Cuanto empleo podría crear un plan de reforestación general?¿Tendría sentido y sería compatible con un aumento de las tierras cultivables necesarias para garantizar la soberanía alimentaria?
No estamos en condiciones de estimar la creación de empleo. La reforestación puede ser interesante como fórmula de acumulación de CO2 y regeneración de ecosistemas, a sabiendas, que en las etapas finales de la vida de un bosque el CO2 se vuelve a emitir de nuevo a la atmósfera, y el balance no es tan claro. Los bosques son de interés por su efecto albedo (devolución de calor), acumulación de CO2 (por la madera) y sobre todo por la generación de ecosistemas vivos, entre otras virtudes. Europa entera, o el amazonas, han sido desforestado, y ha llegado el momento de contener e invertir este proceso.
En relación a las tierras cultivables creemos que no se trata de extenderlas más, sino de aprovechar mejor las existentes. Hay que evitar políticas como la Política Agraria Común que dilapida producción supuestamente sobrantes para sostener altos precios. Hay que luchar contra la concentración de la tierra, y realizar una reforma agraria que la reparta entre pequeños productores asociados. No es necesario cultiva más, sino repartir mejor.
• ¿Es viable la reconversión de la ganadería industrial en extensiva tradicional sin que conlleve un descenso significativo de la oferta?
Sin duda, el consumo alimentario de carne debe disminuir, tanto por razones de redistribución, como de salud, como de respeto al mundo animal. Por cada unidad alimentaria que se produce de carne se consumen productos agrícolas que podrían alimentar entre 4 y 20 personas. Las carnes rojas están sobredimiensionadas en nuestra dieta y genera problemas de salud (cáncer, entre otras). La ganadería masiva produce gases de efecto invernadero a gran escala (por ejemplo, metano). La ganadería industrial intensiva genera formas de vida deplorables e indignas entre los animales. La ganadería extensiva reduciría la oferta de este tipo de alimentación, pero proporcionaría unas condiciones de vida mejores y una muerte menos cruel para los animales, sería de mayor calidad alimenticia y generaría ventajas en los ecosistemas (fertilización de suelos, prevención de incendios, etc…).
Industria
• Relocalización. Cómo debería llevarse a cabo una reubicación de unidades productivas basada en la minimización espacial de los flujos de mercancías.
Parece que esa sería la vía. Lo que conduce a pensar en una mayor cercanía entre fuentes de energía y materias primas y lugares de vida, así como fórmulas sostenibles de transporte a media distancia (tren, barco, etc…).
• Problemática del carbón. ¿Qué alternativas unitarias de sindicalismo y ecologismo podrían elaborarse cara a la inevitable reconversión del sector?
La propuesta no debe ser la de proseguir, salvo como mantenimiento de una reserva de último recurso, con la explotación minera, de un bien insostenible, sino la de establecer una política de transición y sustitución, reconvirtiendo al personal de la minería en profesionales de nuevos sectores energéticos, como el de la biomasa, la maremotriz, la geotérmica o la solar, con iniciativas de recualificación y recolocación.
• Química verde. ¿Qué posibilidades hay de una implantación progresiva, tanto en el sector, sustituyendo a la producción tradicional como en las actividades cotidianas?
Los sistemas limpieza degradan el medio ambiente, los recursos hídricos, etcétera. Hay empleos de materiales no artificiales, tradicionales, que a pesar de una menor eficacia, pueden ser válidos para resolver algunos problemas. En cuanto a otros aspectos de la química verde, ignoramos a qué se refiere.
• Reconversión. Ejemplos de a qué tipo de productos se podrían reconvertir las industrias del automóvil, refinerías, defensa…
La industria del automóvil debe reconvertirse a la fabricación de vehículos colectivos (tranvías, buses), eléctricos, y establecimiento de redes de enchufe en su caso. Las refinerías deben reconvertirse a desarrollar actividades en el campo de las hidroeléctricas, la maremotriz, la solar, etc… La defensa, fundamentalmente en la conformación de equipos de bomberos y salvamento ante catástrofes, desmilitarizándose.
Turismo y urbanismo
• ¿Es posible algún tipo de turismo de masas que no dañe los ecosistemas?
Hay que actuar y cambiar diferentes ámbitos, para que un turismo de masas sea compatible con objetivos ecológicos:
– Turismo de larga distancia: sustituir aviación por tren y barco. Hacer del viaje una experiencia turística en sí.
– Turismo de media distancia: ferrocarril de cercanías, autocares, alquiler coche eléctrico.
– Turismo de corta distancia: tranvía eléctrico, bicicleta, patinete, paseos a pie.
– Alojamientos: aprovechar y rehabilitar los existentes, derribar los que impiden el desarrollo de ecosistemas. Mejor modelo de alquiler y hotelero profesional.
– Desarrollo de turismo cultural y urbano.
• Problemas y alternativas para el sector turístico de Baleares y Canarias si se restringe sustancialmente el transporte por avión.
Potenciar el acceso por barco, estancias largas, etc… El fin del turismo sin avión es posible que deprimiría su actividad enormemente. El transporte por avión debería ser admisible, aunque habría que estudiarlo, para ir a lugares de difícil acceso, como son las islas.
• ¿Cómo promover un turismo menos estacional que cree empleo estable?
Desarrollo de la diversificación de la oferta turística.
Potenciar el turismo urbano, cultural y rural, sobre todo en fin de semana y festivos.
Realizar una política laboral que permita repartir a lo largo del año las vacaciones.
Potenciar el turismo local interno.
• Posibilidades de empleo de la rehabilitación en el sector de la construcción
No sólo entre los hoteles profesionales, sino sobre todo en las viviendas vacacionales o segundas residencias. Habría que proponer fórmulas de cesión del usufructo a entidades profesionales para gestionar estas viviendas como oferta de alojamiento, a cambio de rehabilitación sostenible y posibilidades de alojamiento para los propietarios en diversos lugares.
• ¿Es posible deconstruir-derribar muchos edificios sobrantes o el que ocupa las mejores tierras de cultivo?¿Cómo habría que hacerlo?
Hay que reaprovechar los edificios poco usados como oferta profesional concertada, para evitar seguir construyendo. Hay que derribar edificios que estén en ecosistemas, lugares de cultivo potencial, o que sean imposibles de rehabilitar de manera energéticamente sostenible.
Servicios Públicos
• ¿Ves posible/necesario un control ciudadano de los sectores públicos, que no esté sólo en manos de funcionarios y/o el estado?¿cómo hacerlo?
Sí, eso supone establecer un control popular de ciudadanía usuaria con comisiones elegidas por asambleas que se sienten en las mesas de dirección del sector público, junto a representantes políticos y de los y las trabajadoras.
• La educación pública no está garantizando una adecuada formación para la sostenibilidad. ¿Cómo habría que tratar desde lo público-estatal a proyectos que sí van en esa línea?
Parece imprescindible incluir en los temarios esta preocupación tanto en las materias de ciencias naturales (innovación para la sostenibilidad, conocimiento de los ecosistemas y de la biosfera) como de ciencias sociales (reorganización de la vida social, productiva y de consumo para la sustentabilidad).
• ¿Es razonable solicitar transporte público gratuito?¿Cómo hacerlo viable?
Es razonable, pero para eso es preciso una reforma tributaria intensa, y un modelo de gasto no constreñido por políticas de austeridad, así como cuestionar la losa de la deuda.
• El modelo sanitario actual es paliativo y altamente intensivo en recursos materiales ¿habría otro modelo sanitario que cambie estos parámetros? ¿cuáles serían sus características?¿cómo repercutiría en el empleo en ese sector?
Un modelo sanitario sostenible debe basarse en la atención primaria, la medicina preventiva y un cambio de los hábitos de vida diarios que reduzcan el riesgo de enfermedad o morbilidad. Se trata de focalizar la salud como bienestar integral (social, corporal, mental, etc…) en el modo de vida diario, y no como mero evitamiento de la muerte o la insensibilización del dolor.
Sin embargo, parece aconsejable que ante ciertas enfermedades o problemáticas hubiese hospitales que pudieran hacerle frente. Ahora bien, se trata de desarrollar una modelo sanitario de proximidad, personalizado y preventivo, y no hospitalcentrista como el que hay ahora, que es precisamente un modelo “industrializado” altamente dependiente de instrumental médico insostenible a gran escala.
Cuidados
• ¿Cuánto tiempo de vida se dedica a las tareas de cuidados?
Se destina cada vez un tiempo menor. Además de manera muy desigual. Mientras que las clases altas pueden pagar estos servicios disfrutando de ellos en mayor medida, las clases populares no pueden más recurrir a su autoprovisión, en gran medida proporcionada por mujeres. Entre los perjudicados de este modelo están las personas ancianas, enfermas, y el colectivo infantil, entre otros. Habría que dedicar más tiempo a esta dimensión y repartir mejor los trabajos destinados a este efecto, con una expansión de servicios públicos (escuelas infantiles, modelo sanitario de atención primaria y preventivo, atención a la dependencia, residencias de ancianos, etc…) y un reparto mejor entre hombres y mujeres de estas tareas imprescindibles.
• ¿Es viable como estructura económica-laboral que los trabajos de cuidados estén mejor o igual pagados que los de otros sectores?¿bajo que condiciones?
Hay que distinguir. Los trabajos desarrollados en el ámbito familiar deben ser mejor repartidos, pero no necesariamente remunerados, salvo que se provean por profesionales de la ayuda a domicilio, la limpieza o la atención personal. En el ámbito de los servicios públicos (o, en su defecto privados) deberían ser remunerados como cualquier otro trabajo de valor equivalente. Esto supone reordenar el valor que asignamos a los diferentes trabajos, en función de su dificultad, cualificación, necesidad y demanda social.
• Cuando hablamos de cuidados ¿es posible en nuestra cultura incorporar la necesidad de cuidar de manera efectiva e igualitaria a la naturaleza y resto de seres vivos?
Debiera ser. El ecofeminismo así lo defiende. Sin la base de la vida no hay posibilidades para la vida humana. Sin dignidad para la naturaleza la vida humana será indigna.
• ¿Qué propuestas normativas se pueden hacer para que sea una realidad el reparto entre sexos del trabajo de cuidados?
Quizá el cambio no sea meramente normativo. Pero también debemos contar con él. En primer lugar, se trata de actuar en el ámbito laboral. Las mujeres deben acceder, promocionar y disfrutar de condiciones laborales iguales que los hombres. Si hubiese una mayor inserción, en condiciones dignas, de la mujer al ámbito laboral, sería más fácil que hombres y mujeres no se encuentren ante dilemas del reparto del trabajo doméstico en términos desiguales. Pero no basta, es necesario impulsar modelos de convivencia antipatriarcales, culturalmente igualitarios (sin impedir el reconocimiento de las diferencias). Para comenzar, una buena idea es la de promover un permiso igual personal y no transferible de cara al periodo de crianza, un permiso p/marental igualitario (PPINA), por un periodo de 6-12 meses, consecutivo para los dos progenitores o tutores.