No hay forma de hablar de alienación (o de necesidades auténticas frente a necesidades artificiales, por ejemplo) sin postular una naturaleza humana en sentido fuerte (y entonces nos tacharán de “bioconservadores” -que no es el peor insulto que le puede caer a uno encima). Pero esa naturaleza humana biológica está desfondada por la cultura… Lo nuestro es el sin fondo, como bien vio Castoriadis (y también Manuel Sacristán). De manera que si aspiramos a preservar durante un tiempo la condición humana “neolítica” de Santiago Alba Rico y Carlos Fernández Liria no es por esencialismo bioconservador sino por principio de precaución.
(Una sabiduría de la que -ay- por desgracia no somos capaces…)
No somos bioconservadores: sencillamente nos oponemos -sin esencialismo alguno- a las prisas y el ansia de beneficio de los bio-imprudentes, los bio-incautos y los bio-capitalistas.