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Brexit, elecciones en España y en Italia: ¿Cuándo por fin la izquierda europea jugará en casa?

 

Por Yorgos Mitralias

 

A primera vista, nada parece relacionar el Brexit británico con las recientes elecciones en Italia y en España, la crisis sin precedentes del ‘Labour’ británico con la “cosmogonía” americana de Bernie Sanders. Los grandes acontecimientos de este verano de 2016 parecen no obedecer a ninguna lógica ni ser explicables más que como una manifestación más de eso que normalmente se llama… “la crisis” de nuestro tiempo. En otros términos, confusión total y evidentemente, angustia y terror ante lo desconocido…

 

Y sin embargo, todos estos acontecimientos más o menos cataclísmicos de las últimas semanas obedecen a una “lógica interna”. Tienen un denominador común que les da un sentido y les vuelve comprensibles. Y este denominador común, por muy inconfesable que sea para los medios y los diversos “expertos”, es que la mayoría de las poblaciones interesadas, la izquierda, los movimientos obreros, y “los de abajo” están por todas partes en crisis profunda porque son forzados a responder a dilemas que no son los suyos. Que no tienen nada que ver con sus propios problemas. Que son artificiales y prefabricados por sus verdugos para hacer la crisis de “los de abajo” aún más profunda. En otras palabras, porque desde hace un tiempo, los pocos “de arriba” obligan a la multitud de “los de abajo” a jugar fuera, sobre el terreno de su enemigo de clase, con la consecuencia de partir como perdedores de antemano. ¡Y eso independientemente del resultado salido de las urnas del referéndum o de la confrontación electoral en la que participan!…

 

Una perfecta ilustración de esta situación lamentable nos la ofrece el célebre Brexit. No es que el dilema “dentro o fuera de la UE” no afecte directamente a ninguno de los grandes problemas de la vida cotidiana de la gran mayoría de los ciudadanos británicos. Tampoco que haya dividido o escindido en dos el movimiento obrero británico, la izquierda de toda sensibilidad y a “los de abajo” de Gran Bretaña incluso antes de abrir las urnas. Es sobre todo que este falso dilema les ha dividido aún más el día después del referéndum, hundiendo en una terrible crisis, no al partido Conservador que ha inventado y organizado el referéndum, sino al partido Laborista mismo, ofreciendo incluso a su ala derecha (neoliberal y blairista) la ocasión para fomentar un verdadero golpe de estado contra su líder Jeremy Corbyn, ¡juzgado como demasiado radical y de izquierdas! Y lo que es peor es que todo esto sucede mientras que el país camina por una ola sin precedentes de agresiones racistas contra inmigrantes polacos, después de la victoria de un Brexit particularmente xenófobo, nacionalista y de extrema derecha.

 

Evidentemente, nada de todo en Italia por la sencilla razón de que en Italia, la izquierda parlamentaria no puede estar dividida porque está en vías de desaparición desde hace tiempo. Sin embargo, incluso aquí las recientes elecciones municipales y sus resultados se prestan a extraer lecciones análogas. En efecto, las políticas autoritarias y neoliberales del Gobierno Renzi han sido condenadas masivamente por los ciudadanos. Pero estos mismos ciudadanos no podían elegir más que entre la Lega racista -o más bien pogromista- de Matteo Salvini y el más moderadamente xenófobo Movimiento Cinco Estrellas de Beppe Grillo para expresar su condena.

 

Optando finalmente por el Movimiento Cinco Estrellas y sus candidatas en las alcaldías de Roma y de Turín, los ciudadanos italianos han dado un golpe particularmente duro y doloroso a M. Renzi y sus políticas impopulares, pero no han podido anticipar una perspectiva que tenga en cuenta sus propias prioridades, que son por cierto parecidas por toda Europa: lucha contra la austeridad, el paro, la pobreza, la precariedad y el racismo. En otras palabras, son prisioneros de los falsos dilemas en los que pierden de antemano independientemente de las respuestas que les den. En suma, son forzados a elegir entre lo malo y lo peor…

 

Naturalmente, la situación es bien diferente en España, donde la izquierda ha estado representada en las últimas elecciones parlamentarias por sufloron europeo, la coalición Unidos Podemos del tándem Iglesias-Garzón. En consecuencia, se podría decir que en España, los ciudadanos de izquierdas no han estado huérfanos y no han tenido que elegir entre lo malo y lo peor. Sin embargo, una mirada más atenta al fracaso electoral de Unidos Podemos -traducido en la pérdida de un millón cien mil votos (!) entre diciembre 2015 y junio 2016- revela una realidad bien distinta.

 

En efecto, dado que el fracaso de Unidos Podemos es -como se ha reconocido-  el fracaso de Podemos y de su dirección, las razones de la derrota deben buscarse en las decisiones tomadas mucho antes de las últimas elecciones. Y la conclusión es sin paliativos: los zigzags continuos de la dirección de Pablo Iglesias combinados con la confusión producida -con toda razón- por los juramentos de lealtad ocasionales a la socialdemocracia o incluso a la demagógica expresión “ni de derechas ni de izquierdas” han tenido unas consecuencias catastróficas: Por un lado, han conducido a que Podemos no explote la oportunidad histórica que se le presentó hace cerca de dos años para darle el golpe final al bipartidismo (neoliberal) español. Y por otro, han privado a Podemos de su gran credibilidad ofrecida por su radicalidad inicial, la cual ha sido progresivamente reemplazada en la consciencia de millones de ciudadanos por la imagen de un Podemos más o menos “patriótico” que no difiere demasiado de los partidos tradicionales, ya que reivindica él también el famoso espacio del “centro” para ejercer la “política nacional” mejor que sus gestores tradicionales…

 

El resultado de todas estas acrobacias naves es más bien lamentable y asesta un golpe bien duro a toda la izquierda europea. Pero no es sorpresa. El hecho de que los ciudadanos europeos estén atrapados en los dilemas distantes a años luz de sus verdaderos problemas, conduce con seguridad a una ulterior desorientación y desorganización del pueblo de izquierdas ¡y nos acerca las peores pesadillas de la Europa de entreguerras! Así pues, es urgente que las decenas y centenas de millones de ciudadanos europeos jueguen de nuevo en su propio terreno de clase, poniendo por delante sus propias reivindicaciones, propuestas y perspectivas, las únicas que pueden inspirar y devolver la confianza a la multitud de los oprimidos que buscan desesperadamente una salida política a sus luchas y a sus resistencias.

 

Todo esto es evidentemente fácil de decir pero más difícil de traducir en actos, sobre todo en un periodo como el actual de desorientación y de desmovilización del movimiento obrero y de la izquierda europea. Entonces, para que podamos comenzar a coger fuerzas y pasar a la ofensiva, lo primero será reagrupar las pocas fuerzas disponibles de aquí en adelante. Y esto porque ¡hoy más que nunca estas fuerzas deben reencontrarse, conectarse en red y colaborar entre ellas! En torno a un programa y una visión del futuro pero también a un punto de referencia común que pueda inspirar con su ejemplo. Y este punto de referencia no puede ser otro que el movimiento gigantesco que se está desarrollando en EEUU en apoyo a la campaña de Bernie Sanders (1). Tanto porque no hay otro que pueda reemplazarlo, como porque este movimiento norteamericano reúne todas las características que faltan hoy desesperadamente al movimiento europeo: masividad sin precedentes, radicalidad, optimismo, agresividad y enorme energía y entusiasmo juveniles.

 

La lección a aprender salta a la vista: En el momento en el que asistimos a una aceleración extraordinaria de la historia, marcada por el hecho de que “los de abajo” y sus organizaciones (partidos, sindicatos, movimientos…) son cada vez más forzados a la defensiva o más bien están contra las cuerdas, es de locos y de suicidas intentar sobrevivir luchando por separado y encima en el terreno del adversario. Para los tiempos que corren, con todos los peligros, el internacionalismo en actos no es ya más un simple deber. Es la condición sine qua non de nuestra salvación común

 

¿Deseos  piadosos que no tienen en cuenta las realidades? No tanto si tenemos en cuenta la reciente toma de posición del líder del partido Laborista británico -y gran admirador del movimiento de masas generado en EEUU en apoyo a la campaña de Bernie Sanders- Jeremy Corbyn, en favor de la necesidad absoluta de la unión de los movimientos europeos y norteamericanos: “Quiero ver el movimiento contra la austeridad, el movimiento político radical en Europa que lucha por otro continente y contra la austeridad aliarse y unirse con los del otro lado del Atlántico que hacen exactamente lo mismo”! (2)

 

Y sin duda, cuanto antes mejor, porque el tiempo presiona como nunca…

 

Notas

 

  1. Ver también:http://www.cadtm.org/Cuando-la-campana-de-Bernie
  2. Ver el vídeo de la entrevista de Jeremy Corbyn por Democracy Now:http://en.yahstar.com/democracynow/video/5769e9a3cebd2e54238b46ff-jeremy-corbyn-addresses-bernie-sanders-supporters.html

traduccionFátima Martin