Quien camina como es debido no llega nunca pronto ni tarde a ningún sitio: siempre en el momento justo. En el parágrafo 29 de “Poesía practicable”[1], escrito en agosto de 1988, narro cómo pasé de largo ante el naipe caído boca abajo en cierto lugar del parque del Retiro, sin ceder a la breve tentación […]