Ramón Andrés esboza una carta a los jóvenes que comienza recordando la etimología de delirar: procede de delirare, el término latino que se usaba para indicar que el arado se había salido del surco. Y encomienda a los jóvenes una tremenda misión:[1] a ellos y ellas correspondería volver a poner el arado en el surco, […]