Hemos de vivir, medita Christa Wolf, “conforme a una brújula interior insegura y sin moral adecuada, pero no debemos seguir engañándonos por más tiempo. No veo cómo terminará esto; cavamos en una oscura galería, pero tenemos que cavar, eso sí.”
Cavamos en una oscura galería; braceamos para no ahogarnos en medio de la tormenta: empujamos monte arriba el peñasco de Sísifo. Y encima, según nos dicen, ¿deberíamos imaginar a Sísifo feliz? Quizá no, pero debemos ayudarle todo cuanto podamos a fortalecer su ya notable aguante, su gran capacidad de resistencia; y debemos ser capaces de acompañarle en el minuto en que se deleita con el rayo de sol que acaricia su lomo sudoroso.
Y, por supuesto, no deberíamos hablar de Sísifo en tercera persona. Sísifo eres tú, Sísifo somos nosotros, Sísifo soy yo.