como si la «acumulación originaria» quedase lejos en el pasado…

Peter Baleke, campesino ugandés, cuenta cómo el 18 de junio de 2001 un representante del Gobierno reunió a las cuatrocientas familias (unas dos mil personas) que residían en la región de Madudu (en Mubende, Uganda central) para anunciarles que las autoridades habían cedido sus tierras,2.500 hectáreas, a una multinacional alemana. Antes de finales de agosto debían abandonarlas, sin compensación económica ni un sitio alternativo al que ir. Para expulsarlos, acabó interviniendo el ejército. El 24 de agosto la multinacional se instaló en la zona para producir café… ¡que se vende en las redes europeas de comercio justo! Privados de sus medios de subsistencia, los campesinos siguen empeñados en una lucha desigual (Veterinarios sin Fronteras les apoya desde España –campaña “Paren, aquí vive gente”, 2012), gracias a lo cual hemos podido enterarnos de una historia como ésta).

Empleamos la expresión “acumulación originaria” como si fuese un proceso ciertamente injusto y enojoso, pero que quedara muy lejos en el pasado… No faltará quien pregunte: pero ¿por qué debería responder yo por las faltas de mis tatarabuelos? Una parte de la respuesta es: no queda en el pasado, tales procesos continúan dándose hoy. Hay una acumulación por desposesión, como dijo David Harvey en 2003. Sigue dándose la Raubwirtschaft (o “economía de saqueo”: una expresión de geógrafos de hace un siglo).