Como un niño de cinco años con un fusil de asalto: Donald Trump. Un día negocio con Irán, al día siguiente (sin previa declaración de guerra) bombardeo el país, en un ejemplo señero de lo que los anglosajones llaman “la cola que mueve al perro”: el belicoso y genocida Israel arrastra a la guerra a su patrono.[1] Que un tipo semejante sea presidente de EEUU es la prueba viviente de la decadencia terminal del Occidente atlántico. Nunca podremos perdonar a Felipe González que nos metiese en la OTAN (técnicamente, que nos dejase dentro).
Y en Europa, ¿alguna capacidad de reacción que vaya en otro sentido? Qué gobiernos sumisos y nihilistas padecemos… El canciller alemán Merz: “Israel está haciendo en Irán el trabajo sucio por todos nosotros”.[2] Las elites europeas hablan ya con esta crueldad descarnada.
Olga Rodríguez: “Desde hace días Netanyahu estaba a la espera de un apoyo militar directo por parte de Trump, tras veinte meses en los que Washington ha financiado y facilitado el genocidio en Gaza, con grandes paquetes de ayuda militar, respaldo político y diplomático. Esta madrugada el primer ministro israelí ha obtenido lo que buscaba. Fuerzas militares estadounidenses han lanzado ataques contra varias ciudades iraníes e instalaciones de su programa nuclear, poniéndose al servicio de una guerra directa contra Irán. Se trata de una agresión ilegal, sin provocación previa, que no ha contado con la aprobación ni del Congreso de EEUU, ni del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Además, el artículo 56 del Protocolo Adicional de las Convenciones de Ginebra prohíbe ataques selectivos contra instalaciones nucleares…”[3]
Israel se ha destruido a sí mismo moralmente (¡el 70% de la población apoya el ataque a Irán!),[4] y los gobernantes de la UE han elegido acompañar al Estado sionista en esa destrucción.
Resulta llamativo, desde luego, el desbordamiento de fenómenos destructivos y aberrantes con que somos golpeados sin respiro. Pero aún más llamativa me resulta la debilidad de la respuesta social en mi país: cómo la mayoría se aferra a una hipernormalidad no menos aberrante.
[1] En la noche del 21 al 22 de junio de 2025, EEUU atacó las tres principales instalaciones nucleares iraníes: Nataz, Isfahan y Fordow. Como señala Jason Hickel: “El ataque estadounidense contra Irán fue ilegal y no provocado, realizado en cooperación con un régimen que actualmente perpetra un genocidio, cuyo líder es buscado por la Corte Penal Internacional. Ése es el mundo en el que vivimos” (https://x.com/jasonhickel/status/1936667251723161940 ).
[2] Rosalía Sánchez, “El canciller alemán: Israel está haciendo en Irán el trabajo sucio por todos nosotros”, ABC, 17 de junio de 2025; https://www.abc.es/internacional/canciller-aleman-israel-haciendo-iran-trabajo-sucio-20250617200133-nt.html
[3] Olga Rodríguez, “Trump sigue a Israel y ataca ilegalmente a Irán sin pasar por el Congreso ni por la ONU. Israel ha podido llegar hasta aquí en su genocidio contra el pueblo palestino y en sus ataques a cinco países gracias al apoyo de EEUU, que este domingo ha iniciado una guerra ilegal contra Irán, 4 días antes del inicio de la Cumbre de la OTAN”, eldiario.es, 22 de junio de 2025; https://www.eldiario.es/internacional/israel-sombra-crisis-suez-1956-espera-trump_129_12404411.html
Señala también la valiente periodista que “en el último año y medio el Gobierno israelí impulsó otros ataques directos contra cinco países, ha matado a más de 55.000 personas en Gaza, aplica apartheid en Cisjordania, bombardeó la embajada iraní en Damasco hace 15 meses y está empeñado en transformar la región a base de violencia. Sin embargo, como en un llamativo déjà vu -con una narrativa similar a la de 2003 para justificar la invasión estadounidense de Irak- volvemos a escuchar declaraciones públicas de gobiernos y medios de comunicación que difunden argumentos para justificar no sólo esta escalada, sino la posibilidad de una guerra mayor. En esta ocasión ni siquiera ha habido gobiernos europeos que mencionaran públicamente la necesidad de una resolución previa en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como sí exigieron varios países de Europa en 2003, que también condenaron la ilegalidad de aquella invasión por no contar con la aprobación de la ONU.
El Gobierno israelí busca derrocar el régimen iraní escudándose en el argumento del arsenal nuclear, pese a que no hay ninguna prueba de que Irán posea ya ese armamento, con el que sí cuenta Israel desde hace décadas. Es más, los datos de la directora de la CIA el pasado mes de marzo y del Organismo Internacional para la Energía Atómica indican que el programa nuclear de Teherán no ha desarrollado aún armas nucleares.
Esta nueva agresión, con la que se vuelve a pisotear el derecho internacional, forma parte del plan de Netanyahu para ‘cambiar el mapa de Oriente Próximo’ -ésta es la expresión que usa él mismo- una idea que lleva años fraguando y que ha expuesto en varias ocasiones. (…) Netanyahu no ha ocultado su voluntad de fomentar nuevas rutas para el transporte de materias primas en la región, de este a oeste, y así lo ha mostrado varias veces, exhibiendo mapas en los que no existe Palestina, en los que redibuja la región y señala Israel como lugar clave en los trayectos entre Asia, Europa y África.
‘Entre el Índico y el Mediterráneo, a través de este puente, tenderemos líneas ferroviarias, oleoductos, gasoductos y cables de fibra óptica’, afirmó en septiembre de 2024 mostrando el trazado. En su proyecto neocolonial, Israel pretende mantener bajo su control los territorios palestinos ocupados ilegalmente, extender la anexión de nuevas áreas y aumentar su hegemonía regional. Para ello comete crímenes masivos. Ha podido hacerlo gracias al apoyo militar directo de EEUU y Reino Unido, entre otros, y de la ausencia de sanciones y de presión por parte de los países europeos y de la UE, su mayor socio comercial. De hecho, la UE aplica contra entidades de Irán sanciones que no ha establecido contra Israel. Tampoco ha suspendido relaciones comerciales que contribuyen a la ocupación ilegal israelí, ignorando de este modo el dictamen de la Corte Internacional de Justicia de julio de 2024. (…) El genocidio en Gaza y los ataques israelíes continúan, porque nadie se lo impide, facilitados por EEUU. Con ello sigue consolidándose la ley del más fuerte, del más dispuesto a usar la fuerza bruta. En este marco se va a celebrar la Cumbre de la OTAN, en la que Washington pedirá a los países miembros que aumenten su gasto militar mientras suenan más tambores de guerra y más crímenes contra Palestina.”
[4] Luis de Vega, “Netanyahu golpea al régimen iraní urgido por la crisis interna y el fracaso en Gaza”, El País, 22 de junio de 2025. Defienden atacar a Irán el 82% de los judíos, pero sólo el 11% de los árabes de Israel (que suponen el 20% de la población).