¿comprarnos otro anthropos por catálogo?

Un famoso poema de Brecht, escrito después de la sublevación obrera del 17 de junio de 1953 en Berlín Este, dice así: “Tras el alzamiento del 17 de junio/ el secretario de la Unión de Escritores/ mandó repartir panfletos en la avenida Stalin/ en los que se leía que el pueblo/ había perdido la confianza del Gobierno/ y que sólo redoblando el trabajo/ podría reconquistarla. ¿Pero no sería/ más simple que el Gobierno/ disolviera al pueblo/ y que eligiera otro?”[1]

 

Análoga ironía deberíamos emplear frente a quienes, desesperados por la fragilidad e imperfección de la condición humana –somos simios averiados, o quizá “vasijas resquebrajadas” como nos designan los profetas judíos o los poetas persas–, proponen decir adiós a criaturas tan menesterosas y encaminarnos hacia transformaciones técnicas transhumanistas. Sueñan con disolver al Homo sapiens y comprarse otro por catálogo…

 

La realidad es más dura y a la vez más estimulante. Sin abandonar el ámbito de la poesía alemana: “La vida es la tarea del hombre en este mundo”, nos susurra Hölderlin. La vida humana precisa construcción: autoconstrucción colectiva y personal con todas las herramientas de la cultura sapiens.

 

Se puede aquí recordar aquel chiste irlandés que evoca el sociólogo Zygmunt Bauman. En algún remoto lugarejo un forastero detiene su coche y pregunta a un lugareño: ¿por dónde se va a Dublín? Éste lo mira con cierta guasa y responde: si yo quisiera ir a Dublín, no se me ocurriría empezar desde aquí. Comenta Bauman: “Hay mucha verdad en este chiste. Estoy de acuerdo (…) en que éste es un mundo muy poco propicio para iniciar el camino, sería mejor otro mundo, pero no hay otro mundo que éste. No podemos renunciar a llegar a Dublín sólo porque no estamos en el punto de partida idóneo.”[2]



[1]Bertolt Brecht, Más de cien poemas, Hiperión, Madrid 1998, p. 337.

[2] Zygmunt Bauman: Múltiples culturas, una sola humanidad. Katz/ CCCB, Buenos Aires/ Madrid/ Barcelona 2008, p. 59.