El congreso de la SAF se celebrará en Madrid del 11 al 14 de septiembre de 2019, con el título “Racionalidad, ecopolítica, mundialización” (libre asistencia a las sesiones).
PROGRAMA_IX_CONGRESO_SAF def. en PDF
http://safil.es/informacion-general
http://safil.es/programa-y-resumenes
Quizá no sea necesario insistir demasiado en que atravesamos una crisis ecológico-social de gravedad extrema, que pone un gran signo de interrogación sobre el futuro de la civilización humana en el planeta Tierra -quizá sobre la misma perduración de la especie humana.
En 2019 se cumplen treinta años del primer Manifiesto ecosocialista europeo; los redactores del mismo fueron Carlos Antunes, Frieder Otto Wolf, Wilfried Telkämper, Penny Kemp, Isabelle Stengers y Pierre Juquin.
Al hallarme en París en el último trimestre de 1989, tuve la fortuna de seguir de cerca su gestación y llevar una copia (aún como tiposcrito/ manuscrito del original en francés) a Barcelona en las navidades de 1989-90. Lo tradujimos al castellano, y se publicó en el núm. 41 de la revista mientras tanto (1990), fundada un decenio antes por Manuel Sacristán (el principal pensador ecosocialista español del siglo XX) y su compañera Giulia Adinolfi.
https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/258137
Después, el manifiesto se publicó también como libro (Catarata, Madrid 1991), y pronto aparecieron traducciones al catalán/ valenciano y al euskera, ambas publicadas también como libro en nuestro país. (Por descontado, otras traducciones se publicaron en lenguas diversas: alemán, inglés, portugués…) Esta obra logró catalizar muchos debates sobre izquierda y ecología durante los años 1990, e inspiró la creación de corrientes ecosocialistas en el seno de diversas organizaciones políticas. Después, en 2001, se publicó un segundo e importante manifiesto ecosocialista (cuyos principales redactores fueron los filósofos Michael Löwy y Joel Kovel).
Treinta años después, quizá el momento no sea malo para hacer balance: no de modo nostálgico, sino pensando sobre todo en el presente y el futuro. Propuse al Congreso de la SAF aprovechar esta ocasión, preguntándonos por ejemplo: ¿qué pueden significar hoy los ecosocialismos y ecofeminismos? ¿Qué debates teóricos han tenido más peso? ¿Qué se está haciendo en la práctica? ¿Qué otras cosas se podrían hacer? El catedrático de la UB Enric Tello anticipaba: “Releer el primer Manifiesto ecosocialista está bien, si a la vez aprovechamos para entrar en el debate sobre qué nuevas formas de socialismo ecológico necesitamos ahora para hacer frente a la emergencia de todas las crisis combinadas en marcha, planteando el peliagudo problema de los nexos y ‘espirales’ (transición energía-transporte-alimentación-agua-residuos… etc.)”.
Así, se presentarán en el Congreso de la SAF dos mesas de comunicaciones que he tenido el gusto de organizar: una primera sobre «Marxismos, ecologismos, feminismos: del siglo XX al siglo XXI» y una segunda titulada “Pensar y repensar el ecosocialismo (a 30 años del primer Manifiesto ecosocialista, 1989)”.
SOBRE LAS PONENCIAS:
La crisis ecológica vista como un corolario de la economía política (o los límites del ecosocialismo)
Ernest Garcia
Universitat de València
La forma capitalista de la modernización ha creado la crisis ecológica; y la solución a la misma es otra modernización, no capitalista. Esta es, en esencia, la tesis compartida por los muy variados intentos de abordar las cuestiones de sostenibilidad en base a categorías de la economía política más o menos directamente emparentadas con el marxismo. En el primer manifiesto ecosocialista europeo se mantenía que la ecología política no considera que el capitalismo sea inevitable (Antunes et al:1990, 27). Otra declaración programática, hacia el cambio de siglo, insistía en que la base para superar las crisis actuales no era otra que «la generalización de la producción ecológica bajo condiciones socialistas» (Kovel y Löwy:2001). Un destacable libro reciente (Sempere:2018) ha insistido en la incompatibilidad entre capitalismo y decrecimiento. Tomas de posición de esta índole, de denuncia del “ecocidio capitalista”, son una constante en las propuestas mencionadas.
Muchas de las expresiones del ecosocialismo son simplificaciones chirriantes, que apenas si hacen algo más que repetir que el capitalismo tiene la culpa de la crisis ecológica y que el socialismo se encargará de resolverla, sin ni siquiera confrontar seriamente el desastroso balance ecológico del “socialismo que realmente ha existido”. Ha habido, sin embargo, elaboraciones más complejas, creativas y ricas en matices. Sólo algunas de ellas se reseñan a continuación.
Hay que hacer mención, inexcusablemente, a André Gorz (1978; 1991; 2012), quien mantuvo que la crisis ecológica hace imposible la reproducción del capitalismo y que la única forma de evitar que esta incompatibilidad desemboque en un sufrimiento enorme y en una desorganización social catastrófica es la transición (el Éxodo, en su terminología) a un nuevo modelo de relaciones sociales convivenciales, basado en una economía no mercantil, un nuevo modelo alternativo a una sociedad del trabajo asalariado que está desapareciendo y que -insistía- no volverá. En una interpretación original de la tesis del excedente de capacidades humanas, una tesis presente entre otras en las obras de Marcuse (2010) y Bahro (1984), mantuvo que la liberación del tiempo pone en cuestión la centralidad del trabajo-empleo y permite distanciarse de la lógica capitalista, mediante una limitación voluntaria y colectiva de la parte de la vida mantenida dentro de la esfera heterónoma o de las necesidades (el trabajo asalariado y la economía no convivencial) a fin de hacer posible la expansión de la esfera de la autonomía. Se formula así una visión del cambio social en términos del conflicto entre autonomía y heteronomía.
Schnaiberg (1980) mantuvo que la degradación del medio ambiente es el resultado inevitable de un conjunto de procesos interconectados a los que se refirió como la “rueda de molino de la producción”. Las empresas se ven empujadas por la competencia a incrementar la producción y los beneficios, haciendo uso para ello de los recursos naturales. Los trabajadores dependen del crecimiento económico para mejorar su situación en cuanto a empleo y salarios. Para no verse desplazados del mercado, los propietarios de las organizaciones económicas han de sustituir trabajo por capital físico. Los gobiernos impulsan la acumulación para favorecer los objetivos de desarrollo nacional, por una parte, y de seguridad social, por otra. El resultado de todos estos procesos convergentes es una necesidad en aumento de extracción de recursos y una generación de residuos igualmente en aumento. Como resultado de las presiones para extraer más valor mercantil de los ecosistemas, se produce desorganización ecológica, la cual retorna sus efectos en forma de conflictividad social y desorganización socioeconómica.
O’Connor (1991) mantuvo que una “segunda contradicción del capitalismo” enfrenta al estado con el coste creciente del suministro de las condiciones de la producción, sumándose a la primera contradicción, la que existe entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Siguiendo a Polanyi, señaló que el funcionamiento de la economía capitalista requiere que se le aseguren desde fuera del mercado determinadas condiciones: (a) una fuerza de trabajo en aceptable estado de salud y con la formación educativa necesaria; (b) determinadas condiciones físicas externas o “condiciones naturales” (relativas al estado de los ecosistemas, al suministro de recursos naturales, etc.); (c) condiciones comunitarias tales como las infraestructuras de transporte y otras, los sistemas de comunicaciones, etc. Suministrar las condiciones de producción tiene un doble efecto: si el coste se descarga sobre las empresas, se frena la acumulación del capital; si se descarga sobre los presupuestos públicos, acelera e intensifica la crisis fiscal del Estado. En consecuencia, concluye, la segunda contradicción adquiere un carácter directamente político.
Hay una rama del ecofeminismo que se reconoce también como ecosocialista. Para la misma, la forma capitalista del patriarcado ha creado la crisis ecológica; y la solución es la abolición del patriarcado (y, por lo tanto, del capitalismo, que no es más que una de sus formas) (ver D’Eaubonne:2018[1978] y Salleh:1997). D’Eaubonne sustituyó la afirmación de Marx, según la cual las relaciones de producción capitalistas socavan las dos fuentes de toda riqueza, la tierra y el trabajador, por esta otra: el patriarcado capitalista socava las dos fuentes de la vida: la tierra y la mujer. Los rasgos particulares de su punto de vista se derivan de esta apreciación fundamental.
Puesto que muchas de las versiones de la economía política del medio ambiente tienen a Marx como referente, la cuestión de si hay o puede haber un marxismo ecológico es relevante en este contexto. Hay una orientación productivista muy fuerte en el marxismo clásico y, en consecuencia, la idea de un marxismo liberado del productivismo es bastante problemática, como puede apreciarse desde los primeros trabajos rigurosos sobre el tema (Altvater:1994). La cita más habitual remite a un pasaje de El capital en el que se afirma que «la producción capitalista no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción más que minando al mismo tiempo las fuentes de las que mana toda riqueza: la tierra y el trabajador» (Marx:1976[1867], 142). Marx estudió la situación de la agricultura, observó que la ciudad capitalista interrumpe el retorno de nutrientes a la tierra y sostuvo que esto constituye un problema que sólo podría solucionarse mediante una correcta aplicación de la ciencia agronómica en un contexto de relaciones económicas no capitalistas. Siguiendo este hilo, hay quien ha creído encontrar una especie de Marx ecologista (del tipo de ecologismo que cree que el desarrollo puede ser sostenible, claro) (Foster:2004). Sin embargo, el análisis de Marx puede resumirse en una fórmula: ¡Liebig más comunismo! (Garcia:2018). Y -utilizando la distinción que con mucha ironía introdujo D’Eaubonne- esto está más cerca de ser una oración entusiasta a Santa Industria y a Santa Revolución que una aceptación consecuente de los límites impuestos por la finitud del planeta. Dicho de otra manera: la fórmula marxiana original se parece a su secuela leninista (¡soviets más electrificación!) más de lo que algunos proponentes actuales del ecomarxismo parecen dispuestos a reconocer. La única línea de pensamiento marxista que se ha distanciado consecuentemente del compromiso con el productivismo, desde el joven Kautsky (1884) hasta Harich, (1978), no ha salido nunca de la marginalidad.
Referencias
ALTVATER, Elmar (1994): El precio del bienestar: Expolio del medio ambiente y nuevo (des)orden mundial. València, Alfons el Magnànim.
ANTUNES, Carlos; JUQUIN, Pierre; KEMP, Penny; STENGERS, Isabelle, TELKÄMPER, Wilfried y Frieder Otto WOLF (1990): “Per una alternativa verda a Europa: Manifest ecosocialista”. En C. Antunes et al: Per una alternativa verda a Europa, València, Publicacions de la Universitat de València, pp, 11-166.
BAHRO, Rudolf (1984): From red to green. Londres: Verso.
D’EAUBONNE, Françoise (2018)[1978]: Écologie et féminisme: Révolution ou mutation? París: Libre et Solidaire.
FOSTER, John Bellamy (2004): La ecología de Marx: Materialismo y naturaleza. Barcelona, El Viejo Topo.
GARCIA, Ernest (2018): “Marxisme ecològic? Translimitació, davallada, funcionalisme i filosofia de la praxi”. L’Espill, nº 57, pp. 5-11.
GORZ, André (1978): Écologie et politique. París: Seuil.
GORZ, André (1991): Capitalisme, socialisme, écologie: orientations, désorientations. París: Galilée.
GORZ, André (2012)[2007]: “La salida del capitalismo ya empezó”. En A. Gorz, Ecológica, Madrid, Clave Intelectual, pp. 21-34.
HARICH, Wolfgang (1978): ¿Comunismo sin crecimiento? Babeuf y el Club de Roma. Barcelona: Materiales.
KAUTSKY, Carlo (1884): Socialismo e Malthusianismo: l’influenza dell’aumento della popolazione sul progresso della società, Milán, Fratelli Dumolard. [Karl Kautsky, Der Einfluss der Volksvermehrung auf den Fortschritt der Gesellschaft, Viena, Bloch und Hasbach, 1880].
KOVEL, Joel y Michael LÖWY (2001): “An ecosocialist manifesto”. http://members.optushome.com.au/spainter/Ecosocialist.html.
MARCUSE, Herbert (2010)[1955]: Eros y civilización. Barcelona, Ariel.
MARX, Karl (1976)[1867]: El capital: Crítica de la economía política. Libro primero, volumen 2 (OME-41). Trad. de Manuel Sacristán. Barcelona, Grijalbo.
O’CONNOR, James (1991): “Las condiciones de producción: Por un marxismo ecológico, una introducción teórica”. Ecología Política, nº 1, pp. 113-130
SALLEH, Ariel (1997): Ecofeminism as politics: Nature, Marx and the postmodern. Londres: Zed Books.
SCHNAIBERG, Allan (1980): The environment: From surplus to scarcity. Oxford: Oxford University Press.
SEMPERE, Joaquim (2018): Las cenizas de Prometeo: Transición energética y socialismo. Barcelona: Pasado y Presente.
Título de la comunicación: «¿Ecosocialismo libertario? Una aproximación genealógica»
- Nombre y apellidos del autor: Adrián Almazán Gómez.
- Institución a la que pertenece: Universidad Autónoma de Madrid.
- Línea sugerida para la propuesta: Ecología política.
- Correo electrónico: adrian.almazan@uam.es
- Resumen de la comunicación, con un máximo de 1.000 palabras y un mínimo de 500 palabras: el resumen incluirá referencias bibliográficas básicas.
Casi desde su mismo nacimiento, el pensamiento ecosocialista se ha nutrido de elaboraciones y reflexiones que, en lo fundamental, pertenecen a la órbita amplia del pensamiento marxiano. Ese es el caso tanto de los firmantes del primer «Manifiesto ecosocialista»[1] como de Michael Löwy, que con su trabajo «Ecosocialismo»[2] jugó un papel determinante para dar a conocer esta corriente en todo el mundo. También, en España, de autores como Manuel Sacristán[3], Francisco Fernández Buey[4] o Jorge Riechmann[5].
Pero, ¿la elección de la palabra socialismo no parece apuntar a la voluntad de apertura, de recuperar el espíritu de la Primera Internacional dejando espacio para la sensibilidad libertaria? El objetivo de esta ponencia es evaluar hasta qué punto es pertinente hablar de ecosocialismo(s) libertarios en dos sentidos relevantes.
En primer lugar, en tiempo presente. ¿Existen hoy pensamientos libertarios con sensibilidad ecológica que se sientan identificados dentro de la etiqueta de ecosocialismo, en general, y de «ecosocialismo libertario» en particular? Mi intuición a priori es que no demasiados[6]. La tradicional vinculación entre ecosocialismo y marxismo ha generado una desafección del mundo libertario ante este término, lo que ha llevado a muchos grupos y pensadores de esta sensibilidad a preferir denominaciones como ecoanarquismo o ecologismo libertario. En mi opinión, y como hipótesis tentativa, esa desconfianza y deseo de separación terminológica es sobre todo fruto del modo en que casi todas las expresiones del ecosocialismo otorgan un papel estratégico determinante para el Estado: desde las visiones ecocomunistas-leninistas[7], que hacen del Estado el actor principal de la transformación socio-ecológica de las sociedades contemporáneas, hasta algunas de las teorizaciones más contemporáneas del pensamiento ecosocialista, como aquellas que se agrupan en torno a la idea de «ecosocialismo descalzo»[8]. Aunque éste se encuentre aún en proceso de construcción, casi todos/as sus teóricos/as comparten que el punto de partida estratégico de la transformación social es la necesidad de «estrategias duales», es decir, actuaciones estatales dirigidas y sustentadas en la existencia y la actividad de los movimientos sociales.
Ahora, el hecho de que apenas existan teorizaciones y grupos que se sientan cómodos bajo la etiqueta del «ecosocialismo libertario» no impide utilizar a esta para realizar una prospección retrospectiva de parte del movimiento libertario que ha puesto a la ecología en el centro de sus preocupaciones. En esta ponencia, por tanto, planteo que quizá es posible hablar de ecosocialismo libertario al menos en un segundo sentido relevante: en el de un marco amplio en el que comprender gran parte de la historia del movimiento socialista. Para ello, en esta ponencia realizaré un repaso genealógico tentativo en el que tratar de pensar en autores y movimientos que podrían formar parte de un «ecosocialismo libertario». O dicho de otro modo, trataré de construir un corpus de autores que hayan pensado en una emancipación no dependiente de la acción estatal desde una sensibilidad ecosocial. Algunos de los integrantes provisionales de esta lista serían el tradicionalmente reconocido como inspirador intelectual de esta corriente, William Morris[9], el teórico libertario Gustav Landauer[10], el pensador Bernard Charbonneau[11] y su compañero Jacques Ellul[12], el polifacético Iván Illich[13], el periodista Theodore Roszak[14], el filósofo greco-francés Cornelius Castoriadis[15], el grupo francés Survivre et vivre[16] y su heredero intelectual, el grupo MARCUSE[17], la red de grupos de afinidad Earth First! y su inspirador teórico Edward Abbey[18], los estadounidenses Murray Bookchin[19] y David Watson[20], el francés Jaime Semprún[21], los editores de El boletín de los amigos de Ludd[22] o mi propio trabajo en el marco del «ecosocialismo descalzo».
Bibliografía preliminar
Abbey, Edward, y R Crumb. La banda de la tenaza. Traducido por Juan Bonilla y Teresa Lanero. España: Berenice, 2012.
Antunes, Carlos, Pierre Juquin, Penny Kemp, Isabelle Stengers, Wilfred Telkämper, y Frieder Otto Wolf. Manifiesto ecosocialista: por una alternativa verde en Europa. Madrid: Los Libros de la Catarata, 1993.
Bookchin, Murray. La ecología de la libertad: el surgimiento y la disolución de la jerarquía. Traducido por Marcelo Gabriel Burello. Móstoles, Madrid; Alozaina, Málaga: Nossa y Jara Editores ; Colectivo los Almendros, 1999.
Castoriadis, Cornelius, y Daniel Cohn-Bendit. De la ecología a la autonomía. Barcelona: Mascarón, 1982.
Charbonneau, Bernard. El Jardín de Babilonia. Traducido por Emilio Ayllon. Madrid: Ediciones El Salmón, 2016.
Charbonneau, Bernard, y Jacques Ellul. «Nous sommes des révolutionnaires malgré nous»: textes pionniers de l’écologie politique. Anthropocène. Paris: Éditions du Seuil, 2014.
Ellul, Jacques. Changer de révolution: l’inéluctable prolétariat. Empreintes. Paris: Editions du Seuil, 1982.
Fernández Buey, Francisco, y Jorge Riechmann. Ni tribunos: ideas y materiales para un programa ecosocialista. 1. ed. Sociología y política. Madrid: Siglo XXI, 1996.
Grupo MARCUSE. La libertad en coma: ensayo sobre la identificación electrónica y los motivos para oponerse a ella. Primera edición. Madrid: Enclave de Libros, 2012.
Harich, Wolfgang. ¿Comunismo sin crecimiento?: Babeuf y el Club de Roma. Barcelona: Materiales, 1978.
Illich, Ivan. Obras reunidas. Vol. 1: […]. 1. ed. México, D.F: Fondo de Cultura Económica, 2006.
Landauer, Gustav. Llamamiento al socialismo. Madrid: Ediciones El Salmón, 2019.
Los Amigos de Ludd. Antología de textos de Los Amigos de Ludd. Bilbao; Granada: Muturreko Burutazioak ; Biblioteca Social Hermanos Quero, 2009.
Löwy, Michael. Ecosocialismo: la alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista. Traducido por Maysi Veuthey. Madrid: Biblioteca Nueva, 2012.
Morris, William. La era del sucedáneo y otros textos contra la civilización moderna. Traducido por Javier Rodríguez Hidalgo. Logroño: Pepitas de calabaza, 2015.
Pessis, Céline. Survivre et vivre: critique de la science, naissance de l’écologie. Montreuil: Echappée, 2014.
Riechmann, Jorge. El socialismo puede llegar sólo en bicicleta: ensayos ecosocialistas. Los libros de la catarata 403. Madrid: Los Libros de la Catarata, 2012.
Riechmann, Jorge, Adrián Almazán, Carmen Madorrán, y Emilio Santiago. Ecosocialismo descalzo: tentativas, 2018.
Roszak, Theodore. Persona/planeta: hacia un nuevo paradigma ecológico. Barcelona: Editorial Kairós, 1985.
Sacristán Luzón, Manuel. Seis conferencias: sobre la tradición marxista y los nuevos problemas. Editado por Salvador López. Mataró, Spain: El Viejo Topo, 2005.
Semprún, Jaime. El abismo se repuebla. Traducido por Tomás González López. Primera. Madrid: Précipité editorial, 2002.
Watson, David. En el camino a ninguna parte: civilización, tecnología y barbarie. Traducido por Juanma Agulles. Madrid: Ediciones El Salmón, 2018.
Título de la comunicación: “Ecosocialistas e ilustrados… ¡un esfuerzo más!”
Autores: Martínez Botija, Sergio y Santamaría Pérez, Adrián
Institución a la que pertenecen: Universidad Autónoma de Madrid
Línea sugerida para la propuesta: Ecología Política
Correos electrónicos: sergio.martinezb@estudiante.uam.es y adrian.santamaria@estudiante.uam.es
Descripción de la comunicación:
El ecosocialismo es una propuesta revisionista con respecto al modelo socialista de organización. Frente a la idea socialista bajo la cual, a grandes rasgos, el problema del capitalismo es un problema meramente de distribución de los productos industriales, y, por tanto, habría que reorganizar los medios de producción de los que se dispone en un momento determinado, colectivizándolos; el ecosocialismo impugna también la sociedad industrial en cuanto tal, apostando por un modelo de sociedad que no solo sea igualitarista, sino que también hiciese las paces con la naturaleza. En las primeras formulaciones de este movimiento se pensaba que dicha reconciliación era compatible con un modelo de industria de alta tecnología o high-tech: así lo pensaba, por ejemplo, Barry Commoner, uno de los grandes intelectuales de esta corriente de pensamiento y de activismo político. Esta compatibilidad, habida cuenta del presente de urgencia eco-social en la que nos encontramos, parece que ya no es posible. La viabilidad de un ecosocialismo compatibilista con una industria de alta tecnología parece más que cuestionable. Es por ello por lo que han surgido movimientos alternativos a estos primeros planteamientos del movimiento político mencionado: movimientos que, lejos de renunciar al gesto inicial ecosocialista por el cual se pretende alcanzar una sociedad igualitarista y justa reconciliada con la naturaleza, lo que hacen es pedir un esfuerzo más para lograr dicho objetivo. Así las cosas, puede decirse que surgen revisionismos de este revisionismo del socialismo. Uno de ellos, quizá de los más interesantes, aunque desde luego no es el único, es la propuesta del ecosocialismo descalzo (Riechmann, 2018), cuyo máximo representante y defensor es el profesor Jorge Riechmann, siendo también proponentes del mismo algunos de sus discípulos: a saber, Adrián Almazán, Carmen Madorrán y Emilio Santiago Muiño.
Incrementando un orden más nuestro discurso, en la presente ponencia se pretende hacer una revisión de este ecosocialismo descalzo (revisionista con respecto al ecosocialismo primigenio, el cual se constituye como una revisión de las propuestas socialistas más clásicas, las cuales constituyen, en sí mismas, una revisión del proyecto emancipatorio ilustrado). Como una revisión sistemática y completa es un proyecto demasiado ambicioso y desmedido para el formato de una comunicación, se ha optado por hacerla desde un prisma determinado: el de los componentes ilustrados que subyacen a esta propuesta. Desde cierto punto de vista, el ecosocialismo descalzo es no solo una revisión del socialismo, sino del propio paradigma de la Ilustración. Conceptos tales como racionalidad, autonomía, saber, comprensión, emancipación, crítica, progreso, utopía y universalismo, son objeto de reflexión por parte de todos los intelectuales mencionados. La revisión de este paradigma de pensamiento, empero, no lleva aparejado un rechazo frontal, sino un replanteamiento de arriba a debajo de éste: frente a la idea de progreso tecnológico, la apuesta por un progreso moral; frente a la idea de una racionalidad maximizadora, una racionalidad ecológica (satisfactora y acotada); frente al antropocentrismo, un humanismo descentrado; frente a la autonomía como completa independencia y libertad negativa, una autonomía que sea capaz de reconocer los límites; frente a una ilustración unida a la modernidad, una ilustración radical; frente al vacuo universalismo de corte liberal, un universalismo materialista, de larga distancia y extramuros. En definitiva: no se trata de rechazar ni sustituir los motivos clave de la Ilustración, sino de señalar sus límites, y redefinirlos de acuerdo a ellos.
El ecosocialismo descalzo, por lo tanto, se mueve en la inestable y fina línea que separa la defensa de la actitud ilustrada, esencialmente emancipatoria, y la denuncia de sus ciegos y violentos resultados (Cfr., como una de sus últimas expresiones, el último libro de Steven Pinker) (Pinker, 2018). Y lo hace, además, no solo desde un plano teórico, sino eminentemente práctico. El ecosocialismo descalzo pretende, ante todo, encarnar y hacer que encarne una determinada forma de entender la ilustración, tanto en la sociedad venidera (regida por principios igualitaristas y sostenibles) como en distintas esferas de la sociedad actual, desde las cuales se pueden iniciar diferentes partidas de ping-pong (Riechmann, 2018), con miras a dicha transformación social (ya sea en el ámbito más académico o en el ámbito de la praxis política). El ecosocialismo descalzo, por tanto, reclama de la ilustración lo mismo que del ecosocialismo primigenio: ¡un esfuerzo más!
Bibliografía mínima:
Adorno, T. y Horkheimer, M. (2007). Dialéctica de la Ilustración. España: Akal.
Fernández Buey, F. (2013). Para la tercera cultura. Ensayos sobre ciencias y humanidades. Barcelona: El viejo topo.
Garcés, M. (2017). Nueva ilustración radical. Barcelona: Anagrama.
Gómez-Olano, I. [Lapicero Blanco]. (2019). Transhumanismo y nueva ilustración [Archivo de vídeo] (pendiente de publicación).
Jappe, A. (2019). La sociedad autófaga. Logroño: Pepitas de Calabaza.
Martínez Botija, S. [Lapicero Blanco]. (2018). Jorge Riechmann (Ponencia de Sergio Martínez) – LV Congreso de Filosofía Joven [Archivo de vídeo].
Pinker, S. (2018). En defensa de la Ilustración. España: Paidós Ibérica.
Pinto Freyre, J. et. al. (2019). “Jorge Riechmann: o el arte de filosofar sin exageraciones” (pendiente de publicación).
Putnam, H. (2013). Ética sin ontología. Barcelona: Alpha Decay.
Riechmann, J. (2004). Gente que no quiere viajar a Marte. Madrid: Los libros de la Catarata.
— (2016). Ética extramuros. Madrid: UAM Ediciones.
Riechmann, J., et. al. (2018). Ecosocialismo descalzo. Madrid: Icaria.
Sacristán, M. (2009). Sobre la dialéctica. Barcelona: El viejo topo.
Santamaría Pérez, A. et. al. “Entre el Trans- y el Post- humanismo. Una comparación seguida de una labor de bricolaje” en Feltrero, R. (2018). Tecnología e innovación social. Hacia un desarrollo inclusivo y sostenible. Madrid: Global Knowledge.
Todorov, T. (2014). El espíritu de la ilustración. España: Galaxia Gutenberg.
Engels y nosotros. La dialéctica de la naturaleza entre la Escuela de Frankfurt y la tercera generación del ecosocialismo
Jaime Vindel
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid
Línea temática: Ecología política
Correo electrónico: javindel@ucm.es
Resumen:
La Dialéctica de la Naturaleza de Friedrich Engels (Engels, 1975) es uno de los libros de la tradición marxista que más polémicas ha suscitado. El intento de ampliación de la dialéctica materialista desde la historia a la naturaleza fue interpretado por Alfred Schmidt como un gesto teórico errado que, lejos de completar el proyecto crítico de Marx, lo desvirtuaba (Schmidt, 1977). Para este autor, perteneciente a la Escuela de Frankfurt, la concepción de la historia en Marx concedía una importancia fundamental a la praxis como mediación en el proceso de intercambio orgánico entre el ser humano y la naturaleza. En Marx, la naturaleza se presentaba como una materialidad irreductible a la acción antrópica, pero cuya configuración no podía ser pensada al margen de esta última. La naturaleza era siempre naturaleza historizada. En opinión de Schmidt, el intento de Engels de extender la dialéctica a la naturaleza, en la medida en que suponía que pudiera ser comprendida de modo autónomo respecto a esa interacción con la historia humana, asentó las bases para que el cientifismo del materialismo soviético aplicara más tarde las leyes de la naturaleza a las leyes de la historia. El empeño teórico de Engels, pese a ser bienintencionado, habría contribuido a una naturalización de la historia que allanó el camino del totalitarismo. Y, sin embargo, Schmidt era también consciente de que, en el otro lado de la balanza, la insistencia del marxismo occidental en la praxis corría el riesgo de infravalorar la consistencia propia de los fenómenos naturales.
En contraste con esa posición, autores vinculados a la segunda generación del ecosocialismo, como John Bellamy Foster o Paul Burkett, han rescatado la importancia de la obra de Engels para el marxismo ecologista contemporáneo (Foster y Burkett, 2017). Contrariamente a la primera generación del ecosocialismo, ambos parten de la hipótesis de que no es necesario plantear una síntesis virtuosa entre marxismo y ecologismo, pues la crítica ecológica ya se encontraría en el corazón teórico de los textos alumbrados por los fundadores del materialismo histórico. En relación con Engels, Foster ha retomado la línea emprendida por naturalistas y paleontólogos como Richard Levins, Richard Lewontin o Stephen Jay Gould (Foster, 2004). Los dos primeros propusieron un modelo de «biología dialéctica» para comprender los procesos evolutivos de las diversas especies. En contraposición a Darwin (cuya posición calificaban de positivista), Levins y Lewontin estimaban que la selección natural no solo se producía de acuerdo a la adaptación de los organismos al medio natural, sino que estos también cumplían un rol activo en la configuración de los ecosistemas. La particularidad de la praxis humana no debía ocultar esta dialéctica natural (Levins y Lewontin, 1985). Por su parte, Gould alumbró la teoría del «equilibrio puntuado», que frente a las explicaciones de tipo gradualista de la biología evolutiva tradicional y la sociobiología contemporánea, alertaba sobre la existencia de saltos repentinos en los registros fósiles. Estos saltos serían sintomáticos de cambios repentinos en la evolución de las especies, derivados de situaciones excepcionales como cambios climáticos (Jay Gould, 1983). Según ha descrito Robert Sapolsky, el contenido político de la posición de Gould fue leído como una traslación al ámbito de la historia natural de la dialéctica histórica revolucionaria (Sapolsky, 2018).
En la interpretación de Foster, las aportaciones de estos científicos, así como las procedentes del marxismo crítico británico (en particular, de los escritos de Christopher Caudwell, E. P. Thompson y Raymond Williams), permiten retomar el ecologismo de Marx y Engels desde una perspectiva que incida en la co-evolución de los ecosistemas socioambientales (Vindel, 2018). No se trataría de revalidar una concepción del dominio de la naturaleza que pase por alto los límites materiales de la crisis ecosocial en curso, pero tampoco de renunciar a aquellos aspectos de la mediación praxeológica (incluida la tecnología) que faciliten los procesos adaptativos de las sociedades humanas. Para Foster y Burkett, la principal aportación ecológica de Marx habría consistido en detectar el modo en que el capitalismo violenta el metabolismo socioambiental supeditando el conjunto de las fuerzas productivas a la lógica del valor de cambio. La «fractura metabólica» abierta por este fenómeno histórico afectaría por igual al rendimiento decreciente de los suelos agrícolas y a la corporalidad exhausta de los trabajadores, y solo podría ser colmada por una regulación racional derivada de la libre asociación de los trabajadores. Desde la perspectiva de Kohei Saito, el materialismo histórico-natural del último Marx permitiría describir su aportación téorica como un proyecto inacabado de «crítica ecológica de la economía política» (Saito, 2018). Engels, por su parte, retomó el interés creciente de Marx por las ciencias naturales (particularmente, por ámbitos como la teoría termodinámica, la biología evolutiva, la química agrícola y la geografía física) para plantear una visión del cosmos que trataba de combatir tanto el mecanicismo moderno como la tendencia a fisicalizar lo social que habría caracterizado al materialismo científico del siglo XIX ¾y cuya resonancia en la obra del propio Engels y en los llamados «nuevos materialismos» será objeto de discusión.
Esta comunicación recopilará esta serie de posiciones críticas con la intención de afinar los instrumentos teóricos para enfrentar los retos de la crisis ecosocial en la que nos hallamos inmersos, actualizando la perspectiva de análisis y propositiva del Primer Manifiesto ecosocialista, de cuya primera difusión se cumplen ahora treinta años.
Referencias bibliográficas básicas
Engels, Fridrich. Dialéctica de la naturaleza. Buenos Aires, Cartago, 1975.
Foster, John Bellamy. La ecología de Marx. Materialismo y naturaleza. Barcelona, El Viejo Topo, 2004.
Foster, John Bellamy y Burkett, Paul. Marx and the Earth. An Anti-critique. Chicago, Haymarket, 2017.
Jay Gould, Stephen. Desde Darwin. Reflexiones sobre historia natural. Madrid, Herman Blume, 1983.
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Título de la comunicación: “Green New Deal: ¿salida de emergencia ecosocialista?”
Nombre y apellidos de los autores: Emilio Santiago y Héctor Tejero
Institución a la que pertenece: Grupo de Investigación Transdisciplinar Sobre Transiciones Socioecológicas- Instituto DEMOS PAZ (UAM)/ Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas
Línea sugerida para la propuesta: Ecología política/ Mesa “Pensar y repensar el ecosocialismo (a 30 años del primer Manifiesto ecosocialista, 1989)”
Correo electrónico: emilio.santiago.muino@gmail.com hector.tejero.81@gmail.com
Resumen de la comunicación:
Treinta años después del primer manifiesto ecosocialista, el proyecto político al que nos interpela pareciera víctima de esa extraña maldición que Jorge Riechmann detectó en el socialismo real cubano y alemán a finales de los ochenta: anciano ya y nonato todavía. El ecosocialismo envejece sin haber inspirado todavía una política nacional sistemática que permita evaluar su potencia emancipatoria, más allá de algunas interesantes derivas del ciclo progresista latinoamericano, especialmente en los países andinos. Y es que, de momento. la crisis ecológica avanza a una velocidad mucho mayor que nuestras construcciones políticas. La emergencia climática, con un nivel de emisiones disparado y efectos tremendos ya contrastables en la vida cotidiana, es la expresión más visible de un capitalismo autodestructivo. Pero hay mucho más: toda nuestra civilización se está demostrando ya un castillo en el aire, que funciona desde hace varias décadas devorando recursos por encima de cualquier capacidad de reposición, y destruyendo formas de vida más allá de cualquier viso de viabilidad. La economía capitalista es una estafa piramidal que solo se sostiene gracias a una inmensa burbuja energética de combustibles fósiles destinada a quebrar. Por tanto, el siglo XXI lo gobernará una dinámica desgarradora: soportar el banquete de consecuencias de nuestro sobrepasamiento ecológico, acompasándolo con un descenso de la energía disponible y por tanto una contracción obligatoria de nuestra capacidad de producir y consumir, pero ajustándonos a una biosfera esquilmada. ¿Es este escenario ya demasiado estrecho para que los planteamientos del ecosocialismo clásico puedan prosperar políticamente?
Hay muchas razones para sospechar que sí. Seguramente toca asumir que nuestras opciones hoy son mucho más pequeñas que las de generaciones pasadas. El tiempo de una transición ecosicialista ordenada, con pocas turbulencias políticas, y dando lugar a sociedades industriales sostenibles muy prósperas, ha pasado para siempre. Quizá hubiera sido posible si el Informe de Límites del Crecimiento, en 1972 hubiera conocido una recepción diferente. Y lo mismo vale para las mejores promesas de la revolución socialista que el ecosocialismo todavía podía aspirar a cumplir: puede que el cibercomunismo, o la sociedad lúdica y pasionalmente superior con la que fantaseaban los situacionistas ya no estén a nuestro alcance. Por ello el programa emancipador de nuestro tiempo debe ser más humilde. Pero aunque la catástrofe es una opción muy real, caer en el catastrofismo, esto es, en la aceptación irreversible del colapso industrial como único escenario de una praxis que ya no sería transformativa y emancipatoria en un sentido clásico, sino meramente paliativa, es un error que nace de un sesgo: la exageración de nuestras limitaciones como consecuencia de la adaptación a una dura derrota política.
Carlos Fernández Liria siempre insiste en una idea esencial: el antiguo régimen no estaba «preñado» de capitalismo. Más bien cuando el mundo feudal fue disolviéndose, algunos elementos sociales quedaron sueltos, flotantes. Su encuentro casual fue recombinado políticamente por los planes de unos intereses sociales muy concretos que supieron ganar. Así nació la estructura capital. Lo mismo sucederá con los elementos sociales que van quedando descolgados de este capitalismo autodestructivo. Nada preconiza que el cambio sistémico en marcha tenga un sucesor asegurado: ni la singularidad tecnológica con la que sueña Silicon Valley, ni el colapso ecológico como preludio de nuestra extinción, ni la solución fascista cuyas primeras manifestaciones electorales parecen ganar terreno en occidente elección tras elección. Aunque el paso del tiempo es irreversible, y en un mundo regido por límites biofísicos no todo es posible, no hay argumento cósmico ni hacia arriba ni hacia abajo: la historia no es más que sucesión de coyunturas, de contingencias, que adquieren su forma final en las luchas sociales y políticas de cada época.
Y nuestra coyuntura en 2019 es, por primera vez en la historia de la sociedad industrial, favorable para poder hacer política de mayorías ecológicamente ambiciosa. Esa oportunidad se llama Green New Deal. Con todos sus límites y con todas sus contradicciones, el Green New Deal es un contragolpe en campo contrario en los minutos finales del partido. Sería un lujo propio del peor esnobismo intelectual y del peor narcisismo político no intentar, al menos, que nuestras sociedades marquen ese gol en el descuento. Es verdad que el Green New Deal no nos permitirá solucionar la crisis ecológica. Pero si mitigarla forzando una prórroga.
Para el pensamiento ecosocialista el Green New Deal solo puede ser una meta volante a un par de décadas vista. Sus aportes pueden ser esencialmente dos. El primero, abrir una especie de salida de emergencia: corregir las peores tendencias de la extralimitación en curso y así ganar tiempo ecológico. El segundo, aprovechar la prórroga para dotar a esa salida de emergencia de un carácter ecosocialista. Y que al abrirla, abramos también la cuestión del sistema. Necesitamos victorias políticas precarias que nos permitan sentar las bases necesarias, en términos de reconversión tecnológica, regulación económica, correlación de fuerzas sociales, acumulación de victorias culturales y nuevas disposiciones imaginarias, para que el fin del mundo no parezca más probable que el fin del capitalismo.
Esta ponencia quiere plantear este debate y hacerlo además desde una apuesta estratégica muy concreta: llevar al ecologismo la caja de herramientas neogramsciana de la que se sirvió el primer Podemos para levantar en España una mayoría política en tiempo record. Decía Stuart Hall que la política no refleja las mayorías, sino que las construye. Por eso, el gran reto al que nos enfrentamos en las próximas décadas es construir una nueva mayoría social capaz de transformar lo ecológicamente necesario en políticamente posible.
Referencias
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¿Qué socialismo para el ecosocialismo? La Democracia Económica a debate
Carmen Madorrán Ayerra (carmen.madorran@uam.es)
Universidad Autónoma de Madrid
Línea sugerida: Ecología política
Con la presente comunicación pretendo plantear la discusión sobre qué modelo de socialismo sería adecuado para un ecosocialismo que describiese una alternativa justa y sostenible al capitalismo en este siglo de la Gran Prueba. Pensar en modelos de socialismo a estas alturas del partido significa hablar de ecosocialismo. Pero, de entre los modelos posibles, ¿qué socialismo es más apropiado para el ecosocialismo? Para tratar de abordar esta cuestión, dividiré mi intervención en tres partes. En primer lugar, defenderé que si el ecosocialismo quiere ser una alternativa completa al capitalismo tiene que comprometerse con una idea concreta de socialismo. Creo que debemos recuperar y tomarnos en serio la idea de que las soluciones a los problemas del capitalismo están fuera del capitalismo. Las opciones dentro del capitalismo pueden mejorar algunos aspectos y alcanzar mayores grados de redistribución, pero el problema de las reformas del capitalismo reside en su incapacidad para ofrecer una solución a dos problemas fundamentales que tienen que ver con la crisis ecológica y la desigualdad. O dicho de otro modo: el capitalismo no puede –a costa de perecer– dejar de agravar los problemas socioecológicos en que nos encontramos precisamente por su tendencia al crecimiento ilimitado y su persecución constante de la búsqueda de beneficios. Es en este sentido en el que considero que cabe entender la crisis socioecológica global como un escollo insalvable para el capitalismo: un problema cuya resolución no puede darse dentro de los márgenes del sistema y que nos impele a la búsqueda de alternativas completas. Y tomarnos en serio que el capitalismo es incompatible con la resolución de cualquiera de esos dos grandes conflictos significa ponernos a pensar y elaborar propuestas alternativas. Considero, en definitiva, que el ecosocialismo no puede contentarse con formular una crítica al capitalismo, sino que ésta tiene que ir acompañada de al menos los rasgos fundamentales de una alternativa al mismo que sea capaz de solventar los graves problemas a que nos enfrentamos.
En segundo lugar, presentaré brevemente la propuesta de Democracia Económica que ha desarrollado el filósofo norteamericano David Schweickart. Parto de la convicción de que el socialismo que conviene al ecosocialismo será democrático y no autoritario; y también de que se tratará de una alternativa económicamente viable capaz de acoger buena parte de la complejidad de nuestras sociedades. Por tanto, esa alternativa completa al capitalismo –el socialismo del ecosocialismo– no ha de tender a una concentración autoritaria del poder, sino que ha de ser profundamente democrática y equitativa, además de económicamente viable. De entre las opciones posibles en el marco del socialismo democrático, considero que la presentada por David Schweickart y que ha llamado Democracia Económica (Economic Democracy) es una muy seria candidata a definir las líneas generales de esa alternativa socioeconómica con la que el ecosocialismo podría comprometerse. Finalmente, y a modo de conclusión abierta a la discusión, exploraré las razones por las que el entramado institucional de la Democracia Económica sería adecuado para dibujar a grandes trazos el socialismo del ecosocialismo, haciendo especial hincapié en su capacidad para satisfacer las necesidades humanas sin sobrepasar los límites ecológicos. Además, plantearé algunas cuestiones problemáticas o que no quedarían bien resueltas desde ese enfoque y que una propuesta ecosocialista seria debería tratar de resolver.
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Ecosocialismo en la actualidad del conflicto sociedad-naturaleza
Juanjo Álvarez
Doctor Universidad Autónoma de Madrid– Investigador independiente
Línea “Ecología política”
Resumen
A día de hoy, el ecosocialismo tiene, para el gran público, la consideración de una rama política más o menos minoritaria que se inserta en la izquierda política tratando de dar cabida a los desafíos de carácter ecológico. Sin embargo, esta noción poco tiene que ver con la construcción teórica sólida en la línea del marxismo, pese a que esta es la tradición política y la base teórica en la que se posiciona el ecosocialismo desde sus orígenes, hace cerca de treinta años, y también desde la obra de los autores que lo anteceden, como puedan ser Walter Benjamin.
Esta segunda acepción no sólo supera en coherencia el discurso heterogéneo de los partidos políticos en el ámbito de la izquierda ecologista, sino que se puede postular como una salida al actual impasse de los proyectos alternativos, que parecen derrotados no sólo en su forma política sino, sobre todo, en su capacidad para proponer alternativas políticas fuertes, como han defendido autores Fredric Jameson o Perry Anderson.
El análisis histórico de la derrota nos muestra una serie de actores y de componentes políticos que, a la luz de la situación socio-económica actual y, sobre todo, de las dimensiones de la crisis ecosocial a la que se enfrentan las sociedades actuales, no puede pasar por alto el alto nivel de funcionalidad que el socialismo realmente existente tuvo para el capital, pero debe ser igualmente capaz de recuperar los elementos antagonistas que estaban presentes desde la obra de Marx.
Un punto central, tanto para la crítica del capital como para la crítica de la izquierda es precisamente la incapacidad de cuestionar la mercantilización, pese a que este elemento de crítica era un punto central en la crítica de la economía política del marxismo. Como ha recordado James O`Connor, la sustitución del valor de cambio por el valor de uso es una de las cuestiones que la izquierda política parece haber abandonado desde sus primeros pasos, y especialmente desde la aceptación por parte de la socialdemocracia primero, y el eurocomunismo después. del marco económico capitalista.
La recuperación de esta crítica del valor de cambio permite enlazar con los dos elementos que, actualmente, se constituyen como ejes de la crítica de la economía politica: por una parte, la ecología, con su oposición a la mercantilización de la naturaleza y de la sumisión de los materiales y ciclos naturales a la explotación comercial y financiera; por otra, el feminismo, con su crítica del rol subalterno del trabajo reproductivo precisamente porque no desempeña una función directa en el sistema de generación de beneficio.
Desde esta crítica se abren posibilidades para una construcción política alternativa que recupere y de sentido a la noción de comunidad solidaria, tan citada en la literatura sociológica (César Rendueles, Zigmunt Baumann), pero también a la cuestión del salario y la renta como únicos mecanismos de inserción social o la crítica del trabajo asalariado. Una construcción que aborde sistemáticamente estos puntos con una posición teórica y política sólida permitiría la apertura de nuevos horizontes en un mundo en el que la crisis ecosocial impone una transformación radical e inmediata, alimentando una reformulación de la nueva economía política en la que trabajo, economía y estructura social encuentren un marco común bajo una reformulación de la crítica de la economía política.
Bibliografía básica
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Título de la comunicación: Una cultura para responder en tiempos de catástrofes. Isabelle Stengers y su posición ecosocialista
Nombre y apellidos de los autores: Wenxi Zuo y Jesús Pinto Freyre
Institución a la que pertenecen: Universidad de Granada y Universidad Autónoma de Madrid
Línea sugerida para la propuesta: Ecología política
Correo electrónico: wenxi.zuo@estudiante.uam.es y jesuspinfre@gmail.com
Resumen de la comunicación:
Con ocasión de la celebración de los treinta años de la publicación del primer Manifiesto ecosocialista europeo, se organiza dentro del IX Congreso SAF algunas comunicaciones cuya temática está relacionada con el manifiesto: Racionalidad, Ecopolítica y Mundialización. Teniendo en cuenta a los numerosos pensadores que han tratado sobre cuestiones ecológicas y que, además, participaron en la redacción del Manifiesto ecosocialista, apareciendo como los firmantes (Carlos Antunes, Friedrich Otto Wolf, Wilfried Telkämper, Penny Kemp, Isabelle Stengers y Pierre Juquin); de todos ellos, la presente comunicación pretende enfocarse en la presentación del pensamiento de la filósofa belga, Isabelle Stengers, y en analizar sus reflexiones sobre los problemas actuales de la relación entre capitalismo y naturaleza. Stengers es historiadora de la ciencia y profesora de la filosofía en la Universidad Libre de Bruselas. Es una de las pensadoras más celebradas por sus estudios sobre las tensiones y confluencias entre ciencia y filosofía. Es también miembro de comité de orientación de la revista Ecología política Cosmopolitiques. Todo esto la sitúa como uno de los referentes a nivel internacional del pensamiento y la teoría ecopolítica, de ahí el interés que puede suscitar su tratamiento en un congreso como este.
Nuestra comunicación, que tiene como objetivo el análisis del pensamiento de Stengers con respecto a la temática ecosocialista, se basará principalmente en su obra relativa a la cuestión titulada En tiempos de catástrofes que publicó en 2009, un año después de la crisis de 2008. Las intervenciones de dicha autora nos invitan a pensar sobre varias nociones que solemos dar por sentado y que deben situarse en el centro de una reflexión política como son responsabilidad, naturaleza, crecimiento, progreso y barbarie; y también nos llevan a reflexionar sobre varios rubros y expresiones que tenemos ya tan interiorizadas que apenas se ha emprendido la tarea de ponerlas en duda; a saber, la época ha cambiado, es muy necesario, ¡Otro mundo es posible!, no tenemos elección, etc. Frente a la evidente crisis ambiental ante la que nos encontramos que se traduce ya, inevitablemente, en una serie de catástrofes de corte ecológico y social, la pregunta pertinente ya no es cómo actuar en este tiempo presente, o bajo qué principios debemos regirnos, sino que se trata de pensar, sentir e imaginar de un modo nuevo. Un modo que de alguna manera supere las formas, quizás ya caducas, por las que vehiculamos nuestro pensar, sentir e imaginar que nos ha llevado a esta precisa situación. Esto es, responder a las catástrofes en tiempos de catástrofes.
Para conseguir llevar a término el objetivo que nos proponemos en esta exposición, se pretende, a partir de la obra En tiempos de catástrofes, ponerla en relación con o al lado del Manifiesto ecosocialista. No se trata de un comentario de texto comparado, pero sí de una lectura de este que quede revitalizada por el texto de Stengers. Además, cabe señalar que la lectura para nuestra comunicación se vehiculará desde una determinada forma de ecosocialismo que no es la de Stengers, esto es, un ecosocialismo descalzo del grupo de pensadores formado por Jorge Riechmann, Adrián Almazán, Carmen Madorrán y Emilio Santiago Muiño con lo que también tendrá algo de ejercicio de matización y revisión de la obra de la pensadora belga.
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Mesa: Marxismo, ecologismo y feminismo
Título: Una perspectiva ecosocial más allá de los binomios: sujeto/ecosistema
Nombre y apellidos: Borja Sánchez Peche
Breve CV: Estudié «Realización de Audiovisuales y Espectáculos» en el ies Puerta Bonita. Trabajé durante un año en la realización de vídeos corporativos y promocionales, para empresas que vendían experiencias de aventura y adrenalina, y de videoclips para grupos pequeños. Además logré trabajar en alguna producción cinematográfica como Ayudante de Dirección. Hace cuatro años entre en el grado de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid. Participé como ponente en las «II Jornadas Internacionales de Pensamiento Iberoamericano: Las independencias americanas una retrospectiva actual» del 2017, así como recientemente en el “LVI Congreso de Filosofía Joven: Ontología millenial de la divina juventud”. Mis intereses actualmente giran en torno a la subjetividad, la teoría política y la filosofía de la mente.
Institución: UAM
Correo: Borja.Sanchezp@estudiante.uam.es
Resumen:
Frente a los horizontes vaporosos e inciertos que dibuja la, cada vez más cercana, crisis ecosocial, brota la necesidad de reajustar los viejos marcos de lectura y replantearnos la bondad de nuestro modo de mirar el mundo, mientras actuamos en él tratando de solventar la emergencia. Una labor que por su carácter global debería reunir en un consenso colectivo a todas las voluntades intelectuales y políticas. Sin embargo, las propuestas ecologistas no han logrado del todo, ni siempre, una convergencia interseccional de los movimientos sociales ni de los posicionamientos teóricos. Recientemente, Catia Faria[23], ha llamado la atención acerca de profundos puntos de tensión entre el antiespecismo y el ecologismo. Esta tensión supondría un problema de base que volverían irreconciliables dichas propuestas entre sí. Faría considera que el foco de colisión entre ambas posturas parte de un desplazamiento, en el ecologismo, de la consideración moral de los individuos sintientes al conjunto de las entidades biológicas, de modo que la base de una propuesta ecológica quedaría caracterizada por un holismo ético que anularía la importancia de los intereses particulares de los individuo sintientes.
Por tanto, el problema recaería en cómo se constituye este tipo de sujeto de consideración moral en cada propuesta; si bien ambas abogan por ampliar la comunidad moral más allá del ser humano, el antiespecismo toma en consideración cada individuo sintiente por separado, mientras que el ecologismo hace de la especie y del hábitat una suerte de sujeto moral. Considero que las observaciones críticas que Faria realiza sobre ese ecologismo fundamental, no deberían pasar desapercibidas por el propio ecologismo. En buena medida, el problema podría haber sido hacer valer categorías científicas -de la biología- como categorías ético/políticas; de modo que la garantía del ecologismo clásico estaría emparentada con la del darwinismo social. En este sentido, las taxonomías biológicas de las especies animales, al permear en el ámbito ético/político, brotan como proyecciones de la categoría política «nación» cumpliendo su función de demarcación identitaria. Igual que en algunos casos el sujeto de consideración moral es la nación o las naciones, en este es la especie o las especies y el objetivo de la agencia moral humana será primero a favor de las especies. Esto no dejaría de ser una consideración estética del animal no-humano.
En el contexto histórico que nos ocupa, parece que la opción más sensata pasa por buscar los ámbitos de contacto y consenso, antes que ahondar en las fisuras. Pero, ¿Cómo podemos articular la inherencia del individuo, o bien de la subjetividad, en el metabolismo social sin perder de vista la dignidad y particularidad del individuo, no ya como parte de un proceso o de una totalidad, sino como unidad integra? Intuyo que una razón que atravesaría de modo fundamental el conflicto tiene que ver con establecer el marco de lectura desde perspectivas dualistas, en el seno de los viejos binomios, que nos llevarían a seguir planteando el problema desde el plano del sujeto/objeto. De modo que se construiría la imagen de totalidad omniabarcante -social, ecosistémica, especie, etc- en confrontación con un sujeto, y de un sujeto que se demarca como el correlato alterno a una totalidad comunitária frente a la cual sus intereses acabarían definidos en oposición directa. Y, por tanto, que el conflicto entre antiespecismo y ecologismo está emparentado con el que hay entre individualismo y comunitarismo -individuo y sociedad/cultura-. Así la crítica que se puede realizar desde el antiespecismo al ecologismo pasa por establecerse en la lógica de los binomios clásicos -materia/cultura, mente/cuerpo, sujeto/objeto, individuo/especie-. Un problema que resuena parejo al que el marxismo podría haber sufrido ante el olvido de las condiciones materiales y los límites ecosistémicos. Por ello considero que conviene, para estrechar lazos entre propuestas, llevar a cabo el trabajo desde las teorías que pretenden engendrar un marxismo ecológicamente fundado partiendo de la superación de los discursos binomiales; perspectivas monistas que permitan comprender y articular categorías como individuo, subjetividad, hábitat, ecosistema, etc, no como constructos derivados de una interacción diferencial, sino como entidades engendradas dentro de un proceso intracionario. Para ello pretenderé una lectura difractiva de la propuesta teórica del metabolismo social[24] y los nuevos materialismos feministas[25].
Bailando con sistemas para enfrentar el debate ecologismo-antiespecismo
Nombre y apellidos: Irene Gómez-Olano y Romero
Breve CV: Estudiante del grado de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid. Interesada en temas de filosofía de la ciencia y, en concreto, en Transhumanismo. Sobre este último tema he investigado junto al grupo de trabajo Lapicero Blanco, colaborando también en el seminario que este grupo impulsa de Pensamiento Crítico en el curso 2018/19. Participé en el “LVI Congreso de Filosofía Joven: Ontología millenial de la divina juventud”. Actualmente investigo la relación entre la filosofía y los movimientos sociales, particularmente los movimientos ecologistas.
Institución: Universidad Autónoma de Madrid
Línea sugerida: Mesa Marxismo, ecologismo y feminismo.
Correo electrónico: iryzw96@gmail.com
En la línea de la propuesta de mi compañero, veo necesario repensar si la definición de sujeto moral que estamos manejando es la más fecunda a la hora de afrontar los debates entre ecologismo y antiespecismo. Se ha señalado en múltiples ocasiones que el debate está entre una visión holista de la biosfera, como todo integrado teleológico, o incluso de alguno de sus ecosistemas en particular y una visión individualista que parte de la premisa de proteger al individuo del potencial daño que podría causar la interferencia/inacción humana en el ecosistema. Este debate, que puede no parecer tan serio, ocasiona numerosos problemas al buscar estrategias de actuación ante problemas concretos, como el tratamiento que deben recibir las especies no autóctonas y depredadoras. Sin embargo, como se ha señalado, el conflicto podría radicar en una mala definición a priori de lo que puede considerarse un sujeto moral, anclada en un dualismo de realidades independientes, que en realidad son interdependientes. Jorge Riechmann es uno de los autores que propone una conciliación posible entre ambas posturas, no dejando que nos ciegue un individualismo moral “desmadrado”[26]
Propongo plantear esta dualidad de intereses, no como un enfrentamiento, sino como dos aspectos de los intereses y tendencias de los sistemas. Un sistema complejo, como propuso Donella Meadows[27] no puede y no debe simplificarse hasta el punto de la inoperatividad de sus modelos teóricos. Cuando atendemos a los estudios en dinámica de sistemas y al funcionamiento de la naturaleza, lo que vemos es que los conflictos de intereses entre el individuo y la comunidad, o entre el individuo y el entorno en que se desarrolla, no sólo son negociables, sino que son permanentemente negociados. Es evidente que en las sociedades humanas y en otras comunidades bióticas hay un alto factor de competitividad, como la economía neoclásica se apresura a recordarnos con frecuencia. Pero también hay un fuerte factor de cooperación y de negociación de límites.
En este sentido, seguir hablando de intereses de un grupo e intereses de un individuo comienza a convertirse en una cristalización teórica demasiado rígida e inoperativa para los problemas reales que enfrentamos. Rígida porque no da debida cuenta de la verdadera naturaleza de las relaciones bióticas (o no de una gran proporción de ellas, al menos), e inoperativa porque no atiende a la dinámica de sistemas que necesitamos para trabajar fenómenos complejos.
Por eso, las estrategias teórica y política tienen que pasar por un mayor conocimiento de los sistemas de los que hablan, y por una necesaria dualización de las estrategias a seguir. Una estrategia dual, como propone Emilio Santiago Muiño[28], es aquella que convierte dos estrategias enfrentadas en complementarias. En política, por ejemplo, el acceso a las instituciones y la creación de espacios políticos asamblearios alternativos a ellas, se ha planteado con frecuencia como una dicotomía excluyente. Una estrategia dual es aquella que, incluso primando alguno de los aspectos de la dualidad, trata de compatibilizarlo con el otro y favorecerlo (en nuestro ejemplo, promoviendo institucionalmente espacios de debate ciudadano o iniciativas de educación democrática). En nuestro debate ecologismo-antiespecismo, una estrategia dual debe tener en cuenta las complejas relaciones entre los seres sintientes y los sistemas de los que forman parte y que contribuyen a crear, sin simplificar las categorías implicadas en sus conflictos.
Congreso SAF “Racionalidad, Ecopolítica, Mundialización”
Nombre y apellidos autor: Pablo Alonso López
Institución a la que pertenece: Universidad Autónoma de Madrid
(Máster en Crítica y Argumentación Filosófica)
Línea sugerida para la propuesta: Pensamiento español e iberoamericano
Correo electrónico: pabalonso96@gmail.com
Título comunicación:
“El interés de Manuel Sacristán en Gerónimo a la luz del pensamiento decolonial contemporáneo”
Resumen comunicación:
Partiendo de una concepción del capitalismo como sistema-mundo (Wallerstein, 1974), que ha sido recogida por otros autores apuntando hacia la dimensión global del mismo como un proyecto necesariamente etnocida y ecocida como condición para la viabilidad material de su dinámica de reproducción ampliada del capital, se hace conveniente analizar el proyecto civilizatorio occidental desde el punto de vista de una teoría unificada del capitalismo como ecología-mundo (Moore, 2013), que incida en su carácter aniquilador de la naturaleza y del ser humano. Habida cuenta de su dimensión espacial, el capitalismo requiere de una constante utilización de nuevos recursos naturales y humanos para alimentar su maquinaria de producción, por lo que históricamente no ha dudado en desarrollar una fuerte impronta imperialista que permita ejercer el control directo o indirecto, en muchos casos a través de la violencia directa, de aquellos territorios de los que pretende nutrirse materialmente. Esta necesidad inherente de ampliación de sus fronteras de mercancías (Moore, op. Cit) es una constante en el proceso histórico de expansión capitalista, lo que, en su versión neoliberal, se ha venido a denominar acumulación por desposesión (Harvey, 2008)
En un mundo que, a raíz del acelerado proceso de globalización caracterizado por la hegemonía cultural de occidente y el culto a la tecno-ciencia, es cada vez más homogéneo y unidimensional (Marcuse, 2016), es necesario reivindicar la alteridad, esto es, encontrar lugares en los que habiten culturas denostadas y que, sin embargo, pueden arrojar luz sobre algunos de los aspectos más sombríos de nuestra civilización. En concreto, la situación de extralimitación ecológica a la que nos hallamos suscritos desde hace varias décadas y, en sentido más amplio, de crisis civilizatoria en la que nos encontramos, nos insta a dirigir nuestra atención a otras culturas de las que aprender formas de vida más sencillas y sostenibles.
En 1975, Manuel Sacristán decide editar la autobiografía de Gerónimo, jefe indio chiricahua. En Sobre Gerónimo, encontramos un acercamiento de corte antropológico a la cultura de los indios chiricahuas como práctica de resistencia viva frente al impuesto modo de vida propio del proyecto civilizatorio occidental. El interés de Sacristán en esta figura tiene en sí algo importante que decirnos. El filósofo desarrolló a lo largo de su vida un pensamiento marxista “heterodoxo” o que podríamos calificar simplemente de abierto, que entrelazó las cuestiones más clásicas de la tradición socialista con una genuina preocupación por el ecologismo y el pacifismo. Su pensamiento está caracterizado por una unión indisoluble entre el pensamiento humanista emancipatorio y la atención a la mejor información científica disponible (López Arnal, 2014). De esta forma, Sacristán tuvo una gran relevancia por su reintroducción del marxismo en España desde coordenadas ecologistas, subrayando la importancia de este tipo de racionalidad para cualquier proyecto emancipatorio que pretenda ser materialmente viable (Capella, 2005). En busca de respuestas “sin opresión ni agresión” (Sacristán, 1980) más allá de la concepción occidental del progreso, Sacristán dedicó parte de su vida a investigar las culturas amerindias por las que profesaba, además, cierta admiración (López Arnal, 2013).
La producción teórica de Sacristán remite a una comprensión amplia del capitalismo en la que etnocidio, genocidio y ecocidio son tres facetas que se reotroalimentan entre sí (Sacristán y Capella, 1987; Capella, 2005), lo cual justifica, por un lado, su interés en la cultura del pueblo chiricahua a través de la figura de Gerónimo, y por otro lado, su militancia en un marxismo ecologista y pacifista. En la comunicación se expondrá una reactualización de estas tesis a la luz del pensamiento decolonial contemporáneo, que llama a la descolonización de los imaginarios y prácticas ético-políticas occidentales (Grosfoguel, 2006).
Desde el pensamiento decolonial contemporáneo, se apunta a la dimensión irremisiblemente colonial del capitalismo global, que sumido bajo el cuestionable discurso del progreso, justifica esta dinámica destructiva de sumisión y apropiación violenta de sus territorios colindantes, aniquilando a un mismo tiempo las bases materiales y los modos de vida propios de los pueblos que los habitan. En esta línea de trabajo es fundamental el trabajo del Grupo Modernidad/Colonialidad, un conjunto de investigadores latinoamericanos que, desde un enfoque transdisciplinar, defienden la tesis esencial de que el colonialismo euro-americano, lejos de representar una práctica impropia del proyecto de la Modernidad, es elemento consustancial y condición sine qua non del mismo (Grosfoguel, 2006), en una línea similar a la de la Escuela de Frankfurt, a la que ellos mismos han caracterizado de insuficiente por permanecer presa de las categorías eurocéntricas.
Así entendida, la colonialidad ejerce las veces de lógica cultural del capitalismo global que se manifiesta a través de tres fenómenos principales. En primer lugar, una colonialidad del poder que se refleja en las relaciones socio-económicas establecidas históricamente por los pueblos colonizadores, causa a su vez de la desigualdad material y de estatus entre los mismos, justificada a partir el mito de la superioridad racial (Quijano en Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007). En segundo lugar, la colonialidad del saber, que hace referencia a la anulación de los saberes y cosmovisiones de los pueblos originarios representados como atrasados y místicos. Tan sólo el conocimiento derivado de una racionalidad tecno-científica – profundamente irracional desde un punto de vista ecológico, por otra parte – es reconocido como legítimo (Castro-Gómez y Grosfoguel, eds. 2007). En tercer lugar, esa violencia epistémica tiene su contrapartida ontológica en una colonialidad del ser, que niega a todo aquel sujeto no moderno-occidental, la participación en la verdadera y plena experiencia humana, que construye su subjetividad como ego conquiro, esto es, el sujeto patriarcal, colonial, capitalista, belicista (Dussel, 1992).
Bibliografía
- Barret, S. M. (2013). Gerónimo. Historia de su vida. Barcelona: Crítica
- Bauman, Z. (2010). Modernidad y Holocausto. Madrid: Sequitur.
- Benjamin, W. (2012). Obra completa. Libro I-2. Madrid: Abada.
- Capella, J. (2005). La práctica de Manuel Sacristán. Una biografía política (La dicha de enmudecer). Madrid: Trotta.
- Castro-Gómez, S; Grosfoguel, R. (eds.) (2007). El giro decolonial. Reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá: Siglo del Hombre Editores.
- Dussel, Enrique. (1992). El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad. Madrid: Nueva Utopía.
- Fernández Buey, F. (1995). La barbarie: de ellos y de los nuestros. Barcelona: Paidós
- Grosfoguel, R. (2006). “La descolonización de la economía política y los estudios postcoloniales: Transmodernidad, pensamiento fronterizo y colonialidad global”. Tabula Rasa, 17-48.
- Harvey, D. (2008). The New Imperalism. Oxford: Oxford Univ. Press.
- López Arnal, S. (2013). Manuel Sacristán Luzón, «Sobre Gerónimo». Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=170241
- López Arnal, S. (2014). “El marxismo político, excéntrico, heterodoxo, radical y sin ismos de un epistemólogo comunista que amaba “La flauta mágica””. Isegoría, 285-304
- Marcuse, H. (2016). El hombre unidimensional. Barcelona: Planeta.
- Moore, J. W. (2013). “El auge de la ecología-mundo capitalista (I)”, Laberinto, 9-26.
- Sacristán, M., & Capella, J. (1987). Pacifismo, ecología y política alternativa. Barcelona: Icaria.
- Sacristán, M. (2013). Sobre Gerónimo. Barcelona: El Viejo Topo.
- Wallerstein, I. (1974). The Modern World-System I. New York: Academic Press
Título de la comunicación: “El fallo tecnológico en la crisis ecosocial. Un acercamiento a Barry Commoner”
Nombre y apellidos de la autora: Carmen María Peinado Andújar
Institución a la que pertenece: Grado de Filosofía de la UAM
Línea sugerida para la propuesta: Ecología política
Correo electrónico: carmen.peinado@estudiante.uam.es
Resumen de la comunicación:
Con la presente comunicación pretendo realizar un acercamiento con respecto al papel de la ciencia y la tecnología en el Siglo de la Gran Prueba. Para ello, me serviré del análisis y de la propuesta ecosocialista que realizó el ecólogo y ecologista Barry Commoner en obras como Ciencia y supervivencia y El círculo que se cierra.
Dado que somos falibles, los errores humanos cometidos sin la labor de una máquina ya son terribles. Pero con la ayuda de un sistema burocrático y con una potencia tecnológica de la que no podemos hacernos cargo epistémicamente (según pudo ver Günther Anders), estos errores pueden ser catastróficos. Cuando pensábamos que ya lo teníamos todo bajo nuestro control, sucede que no, que la empresa humana deja millares de muertos y cementerios nucleares allá por donde pasa. La tecnología parece ser, a fin de cuentas, una continuación o potenciación de lo que el ser humano realiza, aportándole las facilidades para llevar los fines establecidos a su realización. Pero introduce entre él y las consecuencias finales algo que introduce una abstracción del individuo de su realidad social y ecológica, que es toda esa esfera de mediación técnica. ¿Cómo entender la tecnología en el Siglo de la Gran Prueba? ¿Requiere nuestra crisis ecosocial una solución tecnológica? En este siglo, ocurrida ya la revolución digital y estando tan enamorados de la tecnociencia, parecería que solo tenemos que esperar al avance científico para frenar y revertir toda la destrucción que estamos generando, entre otras cosas, por ejemplo, con el uso irracional e inconsciente de combustibles fósiles. Creemos que podremos encontrar en el futuro una solución para los problemas que ya se dan en el presente: no podremos sostener por mucho tiempo más una industria de la agricultura y la ganadería que dependan del uso de los combustibles fósiles y de los fertilizantes de síntesis. Esto nos pone en una grave tesitura: la alimentación de la población a nivel global está basada en unos cimientos frágiles que no se van a poder mantener en el tiempo.
Los avances técnicos se ponen entonces al servicio de la maquinaria capitalista, y a su vez los avances en la ciencia dependen de financiación. La ciencia que necesitamos tiene que encontrarse fuera de este bucle. Así se explica que aunque tengamos nuevas tecnologías, sigamos con los problemas de siempre (o incluso los hayamos acrecentado, como ocurre con la contaminación, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la acidificación de los océanos, la desertización…). Los problemas sociales no requieren soluciones tecnológicas, sino soluciones sociales. No es una respuesta tecnológica la que buscamos, y aunque la tecnociencia brindase la solución, esperar pacientemente a la llegada de ésta mientras seguimos consumiendo y destrozando nuestros ecosistemas no parece la propuesta más acertada.
Si no somos capaces de gestionar los recursos naturales de manera equitativa y sin ignorar que somos seres inter y ecodependientes, lo cual implica (junto con la segunda ley de la termodinámica) que toda acción que supuestamente nos facilita la vida tiene un coste, ¿cómo vamos a ser capaces de gestionar racionalmente las nuevas tecnologías que se desarrollen? El problema del avance de la ciencia, como supo ver Barry Commoner, es que este se desenvuelve mediante ensayo y error, y esto llevado a grandes escalas se vuelve muy peligroso. Haciéndonos cargo de la teoría de sistemas, sabemos que pequeños cambios pueden desequilibrar otras funciones, o desencadenar resultados indeseables e irreversibles que pueden ser además imperceptibles en sus comienzos. Ciertos elementos realmente destructores pueden pasar inadvertidos mediante mecanismos sutiles, tales como el dióxido de carbono, los radioisótopos, los plaguicidas o el nitrato residual que contamina las aguas haciendo que acaben muriendo enormes cantidades de peces, etcétera. La explotación de recursos naturales en la sociedad industrial ha sido otra de las “trampas del progreso” (Ronald Wright). Desde la puesta en marcha de la Big Science, la comunidad científica no se puede permitir impulsar medidas de manera ciega, y, en cambio, tendemos a usar los descubrimientos de la tecnología antes de haber comprendido sus consecuencias últimas para con la vida, ya nos refiramos a las bases naturales de ésta, o a la propia vida social de individuos.
Ante este planteamiento, Commoner pone de relieve que hay que sopesar el equilibrio que nos suponga menores riesgos y al mismo tiempo mayores beneficios, por lo que tendremos que decidir, por ejemplo, si aceptar el uso de plaguicidas (incluso si ello conlleva la intrusión del DDT en nuestros organismos y en los de otros seres vivos), o el ensayo nuclear (pretendidamente necesario para la defensa civil) cuyo coste deriva en la exposición a la radiactividad y la proliferación de enfermedades. Pero este equilibrio entre costes y beneficios no lo puede dar el científico –pues él solo puede dar los datos empíricos que corroboran la correlación entre los hechos, y en el mejor de los casos, tomar la responsabilidad de divulgarlos–, sino que el criterio de elección que nos permita tolerar o no los riesgos es una cuestión política, social, moral, y en definitiva, de valores.
Bibliografía:
Commoner, B. (1970). Ciencia y supervivencia. Barcelona: Plaza & Janes.
Commoner, B. (1973). El círculo que se cierra. Barcelona: Plaza & Janes.
Commoner, B. (2016). Energía, medio ambiente y economía. Encrucijadas: Revista Crítica De Ciencias Sociales.
Anders, G., & Vicente Hernando, C. (2007). Filosofía de la situación. Madrid: Los Libros de la Catarata.
Baratech, L., & Bellver, J., & Esteban, L., et al., (2018). La Cuarta Revolución Industrial desde una mirada ecosocial. Madrid: Clave intelectual.
Wright, R. (2006). Breve historia del progreso. Barcelona: Urano.
Winner, L. (1987). La ballena y el reactor. Barcelona: Editorial Gedisa.
Riechmann, J. (2016). Barry Commoner y la oportunidad perdida. Encrucijadas: Revista Crítica De Ciencias Sociales.
Riechmann, J. (2018). Ecosocialismo descalzo: Tentativas. Barcelona: Icaria.
Garcés, M. (2017). Nueva ilustración radical. Barcelona: Anagrama.
Almenar, R. (2012). El fin de la expansión del mundo-océano sin límites al mundo-isla. Barcelona: Icaria.
LA BELLEZA CIRCULAR.
Una estética de la sostenibilidad para una política ecosocialista.
Nombre y apellidos del autor: José Albelda Raga
Institución a la que pertenece: Centro de Investigación Arte y Entorno, UPV
Línea sugerida para la propuesta: Ecología política
Correo electrónico: jalbeld@pin.upv.es
Resumen:
La estética no es independiente de la época en la que se enmarca, ni de la ideología a la que apoya o contesta; por el contrario puede convertirse en un vector de gran importancia facilitador de drásticos cambios de cosmovisión, según hemos podido comprobar en las revoluciones sociopolíticas del siglo pasado (Albelda y Sgaramella: 2015). A diferencia de la estética de la posmodernidad, con su condición citacional, epidérmica y escasamente crítica, tan dada a obtener réditos del capitalismo finisecular, los tiempos de la crisis ecológica global y de la necesaria transición a sociedades más sostenibles reclaman una creatividad y una estética muy distinta (Albelda, Parreño y Marrero: 2018). Retomaríamos, como referencia, el enfoque caracterizador y aglutinador que asumió el arte y la estética de las vanguardias y las revoluciones del imaginario colectivo de principios y mediados del siglo XX; destacando el Constructivismo ruso vinculado a la revolución comunista o, en otro orden de cosas, la gran diversidad estética y crítica que alumbró el Mayo francés.
La presente ponencia defiende la tesis de la necesidad de recuperar el papel identitario y teleológico que en tiempos de cambio de cosmovisión y revoluciones culturales han jugado el arte y la estética. Tras enumerar las principales características de una estética vinculada al desarrollismo tardocapitalista, demostrando su poderosa función de refuerzo, nos centraremos en los modelos estéticos circulares característicos de una cultura de la sostenibilidad (Riechmann: 2018b). En este contexto identificaremos, dentro de su amplia diversidad, los aspectos fundacionales de una estética permacultural, y la indisoluble unión con la ética ecológica de la que parte. Asimismo, argumentaremos sobre la amplitud del concepto de lo circular, que trascendiendo los aspectos más conocidos, vinculados al reciclaje de materiales y la disminución de la entropía, asume una consideración moral vinculada al antropocentrismo débil, que expresa la aceptación de la fugacidad individual, e incluso de la cultura y de la especie, desde una perspectiva holística (Spier: 2011).
Por último, y con el objetivo de actualizar las estrategias ecosocialistas ante la necesidad de su urgente propagación, apuntaremos brevemente los posible caminos a través de los cuales la estética, entendida como conjunto de estrategias caracterizadoras y formalizadoras de una ideología en un espacio-tiempo concreto, puede apoyar un mayor enraizamiento y difusión de los principios de una política de la equidad y la sostenibilidad.
Referencias:
Albelda, J., Parreño, J. M. y Sgaramella, Ch. (eds.) (2019): Imaginar la transición hacia sociedades sostenibles. Valencia: UPV.
– Albelda, J., Parreño, J. M. y Marrero, J. M. (eds.) (2018): Humanidades ambientales. Pensamiento, arte y relatos para el Siglo de la Gran Prueba, Madrid: Los libros de la Catarata.
– Albelda, J. (2018): Repensando el concepto de progreso, en Albelda, J., Parreño, J. M. y Marrero, J. M. (eds.), Humanidades Ambientales. Pensamiento, arte y relatos para el siglo de la gran prueba., Madrid: Los libros de la Catarata.
– Albelda, J. y Sagaramella, Ch. (2015): “Arte, empatía y sostenibilidad. Capacidad empática y conciencia ambiental en las prácticas contemporáneas de arte ecológico”, Ecozona, nº 6.
– Arribas, F. (2015): Arte, naturaleza y ecología, en Raquejo, T. y Parreño (eds), J.M., Arte y ecología, Madrid: UNED.
– Riechmann, J. (2018): “Amontonar piedras. Reconstruir culturas, transformar identidades: sobre la necesidad de conversión socioecológica”, en Santiago Muíño, E., Herrero, Y. y Riechmann J., Petróleo, Barcelona: Arcadia / MACBA.
– Riechmann, J. (2018b): Una nueva estética para una edad solar, en Albelda, J., Marrero, J. M. y Parreño, J. M. (eds), Humanidades ambientales: pensamiento, arte y relatos para el Siglo de la Gran Prueba. Madrid: La Catarata.
– Riechmann, J. (2012): Interdependientes y ecodependientes. Ensayos desde la ética ecológica (y hacia ella). Barcelona: Proteus.
– Riechmann, J. (2006): Biomímesis. Ensayos sobre imitación de la naturaleza, ecosocialismo y autocontención, Madrid: La Catarata.
– Spier, F. (2011): El lugar del hombre en el cosmos. La gran historia y el futuro de la humanidad, Barcelona: Crítica.
– Tafalla, M. (2005): “Por una estética de la naturaleza: la belleza natural como argumento ecologista”, Isegoría, nº 32.
– Tafalla, M. (2019): Ecoanimal. Una estética plurisensorial, ecologista y animalista, Madrid: Plaza & Valdés.
– Trainer, T. (2017): La vía de la simplicidad. Hacia un mundo sostenible y justo, Madrid: Trotta.
Título de la comunicación: “¿Somos demasiados? Ecosocialistas que debaten en torno a la sobrepoblación humana”
Nombre y apellidos del autor: Jorge Riechmann Fernández
Institución a la que pertenece: Departamento de Filosofía de la UAM
Línea sugerida para la propuesta: Ecología política
Correo electrónico: jorge.riechmann@uam.es
Resumen de la comunicación:
Si constatamos que la huella ecológica conjunta de la humanidad excede la biocapacidad del planeta (en un factor ya superior a 1’7, según los informes Living Planet que se publican cada dos años), parece evidente que en algún sentido somos demasiados, o quizá que la actividad humana resulta excesiva… Aquí la noción de extralimitación (overshoot) resulta esencial.
La cuestión demográfica, en términos de sobrepoblación, es un asunto casi intratable para la izquierda en general y para el ecosocialismo en particular. Un investigador ecosocialista como Saral Sarkar sostiene que hay límites para el crecimiento, no sólo para el crecimiento económico sino también para el crecimiento demográfico; mas entonces es rechazado como ecosocialista por otros ecosocialistas como Ian Angus (y clasificado como un “ecologista profundo” que sufre una completa “bancarrota moral” y no puede ser admitido en las filas de la izquierda).
En mi opinión, la divisoria entre derecha e izquierda no pasa por ahí: el descenso energético implica descenso demográfico de Homo sapiens al menos a medio y largo plazo, por las buenas o por las malas. Todo el esfuerzo de la izquierda debería dirigirse a encauzar ese necesario y deseable descenso demográfico por las buenas. Y la divisoria verdadera se halla más bien en la cuestión de la inmigración y las fronteras (que la derecha, inhumanamente, tiende a defender se cierren).
En la comunicación, desarrollaré un análisis de los debates sobre demografía humana en el seno del ecosocialismo, tratando de dar cuenta de cómo dos grandes escollos ((1) el malthusianismo como legitimación de las enormes desigualdades existentes en el mundo; (2) el intervencionismo patriarcal y el control demográfico como control sobre las mujeres) han complicado estos debates y a veces enturbiado las aproximaciones feministas a la cuestión demográfica.
El problema principal es el capitalismo, no la superpoblación –se ha dicho muchas veces desde la izquierda ecosocialista. El problema es más la demografía humana que el capitalismo –se respondía desde la deep ecology. Pero ¿podría ser que ambas partes tuviesen razón, y que tanto el capitalismo como la sobrepoblación supongan enormes problemas?
Referencias bibliográficas:
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- Bardi, Ugo (2014): Los límites del crecimiento retomados, Catarata, Madrid.
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- Bosch, Anna (2011): Mujeres que alimentan la vida. Icaria, Barcelona
- Clark, J.P. (2014): “What is living in Deep Ecology?”, The Trumpeter vol. 30 num. 2; http://trumpeter.athabascau.ca/index.php/trumpet/article/view/1388
- Commoner, Barry (1992): En paz con el planeta. Crítica, Barcelona.
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- Engelman, R. (2013): “Más allá de la sosteniblablá”, en Worldwatch Institute, ¿Es aún posible lograr la sostenibilidad? (informe La situación del mundo 2013), Barcelona, Icaria.
- Fernández Buey, Francisco (2000): “De la población humana”, capítulo 3 de Ética y filosofía política, Bellaterra, Barcelona 2000.
- Fernández Durán, Ramon/ González Reyes, Luis (2014): En la espiral de la energía. Colapso del capitalismo global y civilizatorio (vol.2), Libros en Acción, Madrid. (Hay nueva edición actualizada en 2018.)
- Garcia, Ernest (2015): “Los derechos humanos más allá de los límites al crecimiento”, ambienta 113, diciembre de 2015; http://www.revistaambienta.es/WebAmbienta/marm/Dinamicas/secciones/articulos/Ernest.htm
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- Sarkar, Saral (1999): Eco-Socialism or Eco-Capitalism? A Critical Analysis of Humanity’s Fundamental Choices. Zed Books, Londres.
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- Sempere, Joaquim (2000): “Población y medio ambiente”, capítulo 9 de J. Sempere y Jorge Riechmann, Sociología y medio ambiente, Síntesis, Madrid
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- Tanuro, Daniel (2015): “Frente a la urgencia ecológica: proyecto de sociedad, programa, estrategia”, transcripción (abreviada) de la exposición realizada el 28 de julio de 2015 en el marco del 32 Encuentro Internacional de Jóvenes de la IV Internacional, organizado en Bélgica. http://vientosur.info/spip.php?article10415
- Tapinos, Georges (1990): Elementos de demografía, Espasa-Calpe, Madrid.
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- Weisman, Alan (2014): La cuenta atrás, Debate, Barcelona.
- Zubero, Imanol (2015): “¿Superpoblación o sobreconsumo? Malthusianismo práctico, exclusión global y población sobrante”, Scripta Nova, vol. XIX, nº 506, 2015; http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-506.pdf
[1] Carlos Antunes et al., Manifiesto ecosocialista: por una alternativa verde en Europa (Madrid: Los Libros de la Catarata, 1993).
[2] Michael Löwy, Ecosocialismo: la alternativa radical a la catástrofe ecológica capitalista, trad. Maysi Veuthey (Madrid: Biblioteca Nueva, 2012).
[3] Manuel Sacristán Luzón, Seis conferencias: sobre la tradición marxista y los nuevos problemas, ed. Salvador López (Mataró, Spain: El Viejo Topo, 2005).
[4] Francisco Fernández Buey y Jorge Riechmann, Ni tribunos: ideas y materiales para un programa ecosocialista, 1. ed, Sociología y política (Madrid: Siglo XXI, 1996).
[5] Jorge Riechmann, El socialismo puede llegar sólo en bicicleta: ensayos ecosocialistas, Los libros de la catarata 403 (Madrid: Los Libros de la Catarata, 2012).
[6] Uno de ellos sería el grupo «Ecosocialismo libertario»: https://ecosocialismolibertario.wordpress.com/
[7] Wolfgang Harich, ¿Comunismo sin crecimiento?: Babeuf y el Club de Roma (Barcelona: Materiales, 1978).
[8] Jorge Riechmann et al., Ecosocialismo descalzo: tentativas, 2018.
[9] William Morris, La era del sucedáneo y otros textos contra la civilización moderna, trad. Javier Rodríguez Hidalgo (Logroño: Pepitas de calabaza, 2015).
[10] Gustav Landauer, Llamamiento al socialismo (Madrid: Ediciones El Salmón, 2019).
[11] Bernard Charbonneau, El Jardín de Babilonia, trad. Emilio Ayllon (Madrid: Ediciones El Salmón, 2016); Bernard Charbonneau y Jacques Ellul, «Nous sommes des révolutionnaires malgré nous»: textes pionniers de l’écologie politique, Anthropocène (Paris: Éditions du Seuil, 2014).
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[14] Theodore Roszak, Persona/planeta: hacia un nuevo paradigma ecológico (Barcelona: Editorial Kairós, 1985).
[15] Cornelius Castoriadis y Daniel Cohn-Bendit, De la ecología a la autonomía (Barcelona: Mascarón, 1982).
[16] Céline Pessis, Survivre et vivre: critique de la science, naissance de l’écologie (Montreuil: Echappée, 2014).
[17] Grupo MARCUSE, La libertad en coma: ensayo sobre la identificación electrónica y los motivos para oponerse a ella, Primera edición (Madrid: Enclave de Libros, 2012).
[18] Edward Abbey y R Crumb, La banda de la tenaza, trad. Juan Bonilla y Teresa Lanero (España: Berenice, 2012).
[19] Murray Bookchin, La ecología de la libertad: el surgimiento y la disolución de la jerarquía, trad. Marcelo Gabriel Burello (Móstoles, Madrid; Alozaina, Málaga: Nossa y Jara Editores ; Colectivo los Almendros, 1999).
[20] David Watson, En el camino a ninguna parte: civilización, tecnología y barbarie, trad. Juanma Agulles (Madrid: Ediciones El Salmón, 2018).
[21] Jaime Semprún, El abismo se repuebla, trad. Tomás González López, Primera (Madrid: Précipité editorial, 2002).
[22] Los Amigos de Ludd, Antología de textos de Los Amigos de Ludd. (Bilbao; Granada: Muturreko Burutazioak ; Biblioteca Social Hermanos Quero, 2009).
[23] Faria, Catia (2012) “Muerte entre las flores: el conflicto entre el ecologismo y los animales no humanos.” Viento Sur, nº125, p.67-76
[24] cf. Emilio Santiago Muiño y Cristina de Benito Morán, “La crisis sociológica como fractura metabólica”, Actas I Congreso internacional de la Red Española de Filosofía, Vol.XVI: 43-50. o, también, nfante-Amate, Juan & Molina, Manuel & Toledo, Víctor. (2017). El metabolismo social. Historia, métodos y principales aportaciones. Revista iberoamericana de automática e informática industrial (RIAI). 27.
[25] Cano Abadía, Mónica. (2015). Nuevos materialismos: hacia feminismos no dualistas. OXÍMORA Revista Internacional de Ética y Pol’itica. 34-47. 10.1344/oxi.2015.i7.14416.
[26] Riechmann, J: Una utopía ética desmadrada, Revista de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona 2018;44:19-40
[27] Meadows, D: Thinking in systems, Ed: Diana Wright, 2008,
También interesa: Meadows, D: Bailar con sistemas, Revista 15-15-15, Trad. coordinada por Riechmann, J. Consultado el 20/04/2019 en https://www.15-15-15.org/webzine/2019/02/03/bailar-con-sistemas/
[28] Santiago, E: Rutas sin mapa: Horizontes de transición ecosocial, Ed. Catarata, 2016, España.
IÑAKI BARCENA HINOJAL
PARTE HARTUZ Ikerketa taldea
ZIENTZIA POLITIKAKO SAILA – POLITICAL SCIENCE DEPARTMENT
EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA – UNIVERSITY OF THE BASQUE COUNTRY
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Eco-socialismo-feminista: compleja fusión de tres macro-ideologías dotadas de una gran diversidad interna.
El eco-socialismo-feminista surge de la necesaria y complicada fusión de tres macro-ideologías dotadas de una gran diversidad interna y asume la extraordinaria tarea de realizar la hibridación y amalgama coherente de tres potentes corrientes ideológicas que hunden sus raíces en perspectivas identitarias diferenciadas.
Hemos elegido el término eco-socialismo-feminista pero podríamos haber igualmente elegido el socialismo-eco-feminista o el eco-feminismo socialista. Aún quedan, matemáticamente hablando, tres posibilidades más de cruzar los términos ecologista, feminista y socialista. A nuestro juicio, el orden de los factores no debiera alterar el producto. Esto es, estamos hablando de un esfuerzo ideológico de convergencia donde los tres pilares de sustento son irremplazables e insustituibles. Son básicamente, como veremos más adelante, la suma de dos corrientes de pensamiento y acción, la ecosocialista y la ecofeminista, que hasta la fecha, a nuestro entender, no han sabido, salvo excepciones, juntar sus miradas, sus discursos y sus prácticas.
Poner eco- delante de socialismo y ambos delante de feminista no significa que la primera contradicción, la cuestión principal sea la que se deriva del binomio sociedad-naturaleza. Ni que después estén las cuestiones de las clases sociales. Y acabar en feminista no significa el reconocimiento a posteriori de la importancia de poner en cuestión el patriarcado como sistema de dominación adverso a las mujeres, homosexuales y jóvenes. Los tres pilares, el medioambiental, el anticapitalista y el antipatriarcal deben ir de la mano y debidamente equilibrados para que el resultado sea ideológicamente coherente y funcione, esto es, movilice y produzca cambios culturales y sociales.
Como plantea Joan Kelly, las dos esferas socio-sexuales que han conformado la lucha feminista en las últimas décadas, la de las pensadoras feministas de tradición marxista que han puesto su énfasis en la organización de la producción capitalista fuera del hogar y la del feminismo radical que se han preocupado más por la sexualidad y las relaciones sociales que por el trabajo, han llegado a un punto de complementariedad, donde ya no hay una opresión de clase o raza y otra sexual sino ambas a la vez, no existen espacios y explotaciones por separado, sino que ambas esferas deben superponerse porque la relación entre los sexos actúa de acuerdo con y por medio de estructuras socio-económicas y de sexo-género de forma distinta en cada sociedad, en cada clase y en cada grupo étnico (Joan Kelly ,1988).
Carolyn Merchant en su artículo “Ecofeminism and Feminist Theory”[1] divide las corrientes políticas ecofeministas en tres líneas o tendencias, la liberal, la radical y la socialista o social que mete en el mismo saco. Y explica que si para las ecofeministas radicales la naturaleza humana se funda en la biología humana para las ecofeministas socialistas tanto la naturaleza, como la naturaleza humana son construcciones sociales e históricas. El materialismo y no el espiritualismo es el motor del cambio social por eso luchan, en muchas ocasiones junto a las ecofeministas radicales, aunque su objetivo es resocializar a hombres y mujeres en formas de vida no-sexistas, no-racistas, no violentas y antiimperialistas.
Es aquí donde las visiones y los intereses de ecosocialista y ecofeminista confluyen. Y así lo expresan revistas como Mientras Tanto; Capitalism, Nature, Socialism; Ecología Política o Viento Sur donde podemos encontrar un buen compendio de autores-as que apuestan por defender el ecosocialismo feminista. Muchas mujeres pasaron buena parte de los años 70 y 80 del siglo pasado tratando que sus hermanos socialistas reformularan las categorías del marxismo teniendo en cuenta las cuestiones de género. En los años 90 las discusiones entre ecosocialistas y ecofeministas volvían a repetir esta vieja historia. Esperemos que el ecosocialismo feminista sea la expresión ideológica de la superación de este desencuentro histórico.
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