crecimientos exponenciales en ambientes finitos

Para reflexionar sobre crecimientos exponenciales en ambientes finitos nos servirá un apólogo francés que ya se usó, en su momento, en los primeros informes del Club de Roma: hay un estanque con nenúfar que tiene una sola hoja. Cada día se duplica el número de hojas, o sea, dos hojas el segundo día, cuatro el tercero, ocho el cuarto, y así sucesivamente. Ahora, si el estanque está lleno el día treinta, podemos preguntar, ¿en qué momento está lleno hasta la mitad?

Respuesta: el día veintinueve. Y lo terrible es que hoy, en realidad, ya estamos en el día treinta y uno… aunque mayoritariamente nos seguimos negando a reconocerlo. El “tema de nuestro tiempo”, no me canso de repetirlo[1], es el choque de las sociedades industriales contra los límites biofísicos del planeta. Crecimientos exponenciales en el uso de los recursos naturales y de los servicios ecosistémicos son imposibles de mantener, pero las políticas dominantes –al servicio de la reproducción ampliada del capital– se empecinan en ello[2]… 

LA IRRACIONALIDAD DEL CRECIMIENTO PERMANENTE

DE CUALQUIER MAGNITUD RELACIONADA CON EL MUNDO FÍSICO

(A) Si la población humana siguiera creciendo a una tasa cercana al 2% actual, en menos de dos milenios alcanzaría una masa similar a la de la Tierra. De continuar el crecimiento exponencial, en pocos milenios más su masa se aproximaría a la estimada para el conjunto del universo[3].

(B) Si el consumo de energía siguiese creciendo al 2’3% anual (eso supone un incremento de “factor diez” cada cien años), ¿cuánto tardaríamos en alcanzar el máximo posible de captación de energía solar, por ejemplo con células fotovoltaicas? Suponiendo para éstas un rendimiento del 20% (actualmente no supera el 15%), y teniendo en cuenta que las tierras emergidas suponen el 28% de la superficie del planeta, se podría aspirar a captar un máximo de 7.000 terawatios (Tw; esto es, unas 600 veces el consumo actual de unos 12 Tw). Parece un margen grande… pero creciendo el consumo al 2’3% anual, ¡se alcanzaría en apenas 275 años! Y eso ¡cubriendo cada metro cuadrado de tierra con paneles fotovoltaicos –suponiendo implausiblemente que existiesen en el planeta suficientes materiales para fabricarlos! No quedaría tierra disponible para cultivar alimentos o construir viviendas, ni aunque se tratase apenas de minipisos para minieuristas…[4]

 


[1] Lo he argumentado por extenso en obras como Biomímesis y La habitación de Pascal, publicadas por Libros de la Catarata en 2006 y 2009 respectivamente.

[2] También el gran geólogo estadounidense Marion K. Hubbert –el descubridor del “pico de Hubbert”—llamó la atención sobre estas cuestiones en los años setenta: MK Hubbert, “Exponential growth as a transient phenomenon in human history”, en M.A. Strom (ed.), Societal Issues, Scientific Viewpoints, Inst. of Physics, Nueva York 1974.

[3] JoséManuel Naredo, Raíces económicas del deterioro ecológico y social, Siglo XXI, Madrid 2010 (segunda edición actualizada), p. 22; a partir del cálculo de Isaac Asimov en Las amenazas de nuestro tiempo, Plaza y Janés, Barcelona 1980, p. 314-315.

[4] Tom Murphy, “Energía a escala galáctica”, publicado en Rebelión el 13 de diciembre de 2011 (puede consultarse en http://www.rebelion.org/docs/141173.pdf). El texto inglés procede de http://www.energybulletin.net/stories/2011-07-18/galacticscale-energy. Aconsejo vivamente una exploración minuciosa del blog de Murphy, “Do the math”, a cualquiera interesado en límites biofísicos… Su ubicación: http://physics.ucsd.edu/do-the-math/