En la página 4 de la entrevista, el señor Azúa reivindica la culpabilidad, porque “es un organizador de la conciencia. Si tú no crees en la culpabilidad no puedes ser responsable, que es lo que les pasa a los pobres chavales de ahora…”
A pocos renglones de tal aserto, el ilustre escritor rechaza que su generación –en el puesto de mando desde la Inmaculada Transición—tenga ninguna responsabilidad en el desastre que llevaba tres decenios gestándose y ahora nos ha estallado en la cada (en forma de crisis sistémica). “Cuando me vienen los niños a llorar diciendo: oh, qué mundo nos vais a dejar, pienso que tienen un morro que se lo pisan. El mundo lo tenéis que hacer vosotros, porque a nosotros no es que nos dejaran un mal mundo, es que nos arrojaron a un auténtico desierto [en el franquismo] y mira, salimos adelante” (Félix de Azúa, entrevista en El Cultural, 11 de enero de 2013).
Átame esa mosca por el rabo…
Se demanda a los intelectuales que se conviertan en productores de titulares (y de Azúa se dice expresamente, en esta entrevista, que es un gran productor de titulares: “desde el XVIII, la humanidad camina a ciegas”, “todas las revoluciones las ha hecho la burguesía”, “la universidad es una estafa”… ¡Olé! ¡Toma, ahí tienes! ¡A ver quién la dice más gorda!). Pero nada de lo que de verdad importa se ajusta a un titular.