«decenios de maltrato a los que hay que poner fin», un artículo -mío- en PÚBLICO

Mi ciudad, Madrid, acumula decenios de maltrato. Ha crecido tanto, y de tan mala forma, que está en el límite de lo que dudamos en seguir llamando “ciudad” (¿una acumulación urbana de cinco, diez o veinticinco millones de habitantes es aún una ciudad?). Escribía Juan Ramón Jiménez en 1956, razonando sobre el “Límite del progreso, o la debida proporción”, en uno de los textos que luego recogió en su Política poética: “Una ciudad me parece a mí que debe ser un organismo como otro cualquiera, con un límite moral y material en su desarrollo, pasado cuyo límite se convierte en vicio, ciudad viciosa, como todos los desarrollos que llamamos viciosos, calabaza, nube o gangrena. Nueva York es una ciudad que ha sobrepasado la proporción de la ciudad, tanto, que en muchos de sus aspectos, no parece verdad al que la mira, sino cosa de tramoya de teatro; y su solución no podía ser otra que su rotura en varios organismos más proporcionados, los mismos organismos que antes había absorbido…”

También Madrid es hoy “una ciudad que ha sobrepasado la proporción de la ciudad, tanto, que en muchos de sus aspectos, no parece verdad al que la mira, sino cosa de tramoya de teatro”. Y es una de las urbes más endeudadas, contaminadas y empobrecidas de Europa…