déjame creer lo que quiera

“Déjame creer lo que quiera, incluso que las arañas bajarán a tierra por un hilo nuevo”, le dice Colombina a Pierrot en un hermoso texto de Joan Brossa.[1] “Dime que me quieres aunque sea mentira”, le pedía Sterling Hayden a Joan Crawford en aquella gran película que es Johnny Guitar… Hay en alemán una expresión interesante: Lebenslüge, mentira existencial. Literalmente se traduciría por “mentira vital”: una clase de autoengaño que necesitamos para seguir adelante, para sobrellevar una existencia que si no se haría insoportable. (El concepto, parece, fue acuñado por Ibsen a finales del siglo XIX: “Quítele a una persona su mentira existencial, y con ello la privará al mismo tiempo de su felicidad”, escribía el dramaturgo noruego en su otra teatral de 1884 El pato silvestre). “Sin la ficción, sin el autoengaño, nuestra vida sería peor de lo que es ahora”, postula con rotundidad el profesor de estética Fernando Castro Flórez.[2] Pero ¿bajo qué condiciones una “mentira vital” se convierte en mentira mortal?

 

La Lebenslüge de nuestras sociedades es que podrán continuar su senda de expansión industrial sin trabas. Ahora bien, en el Siglo de la Gran Prueba que es el nuestro, ¿cabrá contar con un abastecimiento creciente de energía y un clima estable? Las expectativas de progreso social y crecimiento económico que hoy prevalecen dan por sentado que sí; pero un análisis realista y racional de nuestra situación –dónde estamos en el segundo decenio del siglo XXI- indica que no. Las expectativas que prevalecen indican, por ejemplo, que sobrará petróleo por todas partes cuando se generalice el coche eléctrico;[3] una reflexión mejor informada sabe que más bien deberíamos estar preguntándonos si, en diversos ámbitos, no estaremos regresando a la tracción animal más pronto que tarde. La cultura dominante se ha situado –y nos ha situado a todas y a todos- fuera de la realidad. Basta con reflexionar un rato sobre clima y energía para darse cuenta de ello… Nuestras sociedades petrodependientes y biocidas no deberían reprimir esta reflexión, a comienzos del Siglo de la Gran Prueba.

 

[1] Joan Brossa, “Fragmentos de una pantomima con palabras”, Añafil 2, Huerga & Fierro, Madrid 1995, p. 12.

[2] Intervención desde un tribunal de Trabajos de Fin de Grado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM, 2 de junio de 2016.

[3] Véase por ejemplo Juan Ignacio Crespo, “El mundo al revés”, El País, 4 de junio de 2016.