dentro de siete cipreses

Siete tupidos cipreses junto a la pequeña iglesia de San Blas, en el crepúsculo salmantino, y en su interior miles de pájaros jubilosos. Con qué exaltación despiden el día, con qué júbilo lo saludarán mañana… Hay que resistir la tentación de sacar cualquier moraleja de este fenómeno impresionante, y simplemente participar en él. Formar parte de esa alegría insondable durante unos minutos, durante un instante sin tiempo.

El gozo de las aves, nuestra primera –y quizá última – línea de resistencia.