Lo que nos ofrecen los poderes dominantes en Europa es “competir en el brutal mundo del siglo XXI”.[1] Cuando los think tanks alineados con estos poderes, como el Real Instituto Elcano, abordan las transiciones energéticas, lo hacen también en estos términos de conflicto y dominación geopolítica.[2] Quizá nada retrate mejor el momento presente que reparar en cómo empieza un dossier sobre Energía y desorden global en el último número de Revista de Occidente: nada de considerar los peligros existenciales (para el conjunto de la humanidad… y billones de otros seres vivos) que representan el caos climático y el resto los nueve límites planetarios, siete de los cuales han sido ya sobrepasados. No, el dossier se abre con el artículo de un coronel de Artillería que ya en las primeras páginas se desplaza desde la “seguridad energética” a la geopolítica militarizada.[3] La “descarbonización acelerada” que se invoca no tiene que ver con el ecocidio en curso, sino con la necesidad de que Europa gane “autonomía estratégica”. Los partidarios del Green New Deal dirán que no hay problema: hágase el milagro y hágalo el Diablo; hágase lo correcto, aunque sea por razones equivocadas. Pero la cosa no funciona así: un capitalismo en huida desesperada hacia adelante, cada vez más entregado a la geopolítica militarizada, no va a descarbonizarse, por más megaproyectos de REI (Renovable Eléctrica Industrial) que añada a su mix energético. El mantra de los poderes de este mundo sigue siendo, hoy por hoy, la maldita competitividad (económica y militar) en un mundo de Imperios Combatientes.
[1] Andrea Rizzi, “El auge ultra amenaza el plan de autonomía estratégica de la UE”, El País, 8 de junio de 2025.
[2] Véase por ejemplo Gonzalo Escribano, “Europa ante sus rivales energéticos”, Revista de Occidente 529, junio de 2025.
[3] Ignacio Fuente Cobo, “Energía, seguridad y Fuerzas Armadas”, Revista de Occidente 529, junio de 2025.