desde las enseñanzas del diablo (y de hércules) en la cueva de salamanca a gheco

No había visto, en anteriores visitas, la Cueva de Salamanca que me lleva a conocer Mª Ángeles Pérez López. El subterráneo lugar nos remite a las andanzas de Hércules y el legendario Marqués de Villena por esta vieja ciudad universitaria… Según Wikipedia, la obra de Raoul Lefèvre Recuyell of the Historyes of Troye (publicada en 1464) atribuye fantásticamente a Hércules la fundación de una academia donde se impartían enseñanzas mágicas en una cueva de Salamanca: “A tal objeto labró un gran hoyo en la tierra, dentro del cual puso las siete artes liberales y otros muchos libros. Luego convocó a los naturales del país para que frecuentasen dicha cueva; pero como eran rudos y no comprendían tanta maravilla, y el mítico fundador tenía que continuar sus proezas en otros escenarios, concilió su designo de que tal estudio fuese mantenido con la construcción de una estatua suya, a la que confirió el don de la palabra, encomendándole las respuestas de los celosos estudiantes que quisiesen de veras aprender, como si Hércules estuviese allí en persona” (Manuel García Blanco: Siete ensayos salmantinos)

La tradición popular, olvidadiza de Hércules, asignó pronto la labor docente a Asmodeo o algún otro demonio quien durante siete años, en oscuridad de la noche, daba clase de adivinación y otras artes tenebrosas a siete alumnos. Terminada la carrera, se echaba a sorteo y uno de ellos perdía su alma, quedando en manos del Demonio. Según se dice, el Marqués de Villena (personaje legendario inspirado en don Enrique de Villena) fue uno de los estudiantes aventajados del Demonio, de quien consiguió escapar con vida; aunque dejó en manos del Malvado su sombra, quedando así marcado para siempre como uno de sus adeptos. Como catedrático de la Cueva, además del Diablo, se cita a un sacristán o bachiller, Clemente Potosí, o a una cabeza parlante (que recuerda al Bafomet templario, pero que probablemente fuera un recuerdo de la estatua de la leyenda que cita García Blanco).

En el origen de estas leyendas, ¿un seminario de lecturas prohibidas en la cripta de la ahora inexistente iglesia de San Cebrián? Diferentes libros, en distintos momentos históricos, han sido perseguidos como algo muy peligroso… No hay más que pensar en el Fondo de Literatura Marxista que ha permanecido escondido en el infierno de la biblioteca central del Ejército español, con casi dos mil libros que llevaban allí desde el comienzo de la dictadura franquista, cuando fueron requisados por las fuerzas del bando nacional en las bibliotecas de ateneos republicanos, sindicatos, partidos políticos, bibliotecas municipales y colecciones personales…[1]

“Por proximidad semántica y paronomasia se asoció el nombre de Salamanca, ciudad considerada por el oscurantismo como sede principal de las actividades nigrománticas, con las palabras salamandra (anfibio considerado un elemental del fuego) y mántica (adivinación), dando lugar a términos como salamántiga y salamántica. De la misma familia de palabras proviene el nombre del reptil denominado popularmente salamanquesa. En varios países hispanoamericanos, como Argentina, Chile, Uruguay, y estados del sur de Brasil, salamanca designa a una cueva (similar a la Cueva de Salamanca) en la que se reúne el Diablo con sus adeptos, o a una salamandra que vive en dichas cuevas. Salamanca es el nombre que recibió popularmente la práctica y los lugares asociados con las prácticas religiosas de los aborígenes de estos territorios durante el período colonial.”[2]

Bueno: por esta vía, como se ve, llegamos a la resistencia anticolonial de los pueblos originarios… y a GHECO.

 

 

[1] Paco Cerdá, “Los 1.786 libros condenados al ‘infierno’ por Franco”, El País, 22 de febrero de 2025; https://elpais.com/cultura/2025-02-22/los-1786-libros-condenados-al-infierno-por-franco.html

[2] https://es.wikipedia.org/wiki/Cueva_de_Salamanca