El café, espacio por excelencia de la Ilustración y su ideal de conversación libre de dominio (unos trescientos en París en 1716, casi dos mil en vísperas de la Revolución)… cuyo negocio presuponía la explotación de centenares de miles de esclavos negros, pues “el azúcar se convirtió en el oro blanco del comercio internacional durante el Siglo de las Luces”,[1] y también los cafetales operaban con trabajo esclavo. No menos de trece millones de africanos y africanas fueron víctimas de este crimen contra la humanidad entre 1520 y 1860.