En 1849, Engels analizaba el dominio de la burguesía industrial renana sobre la sociedad evocando la “dominación de la burguesía sobre el proletariado a través del salario; sobre los campesinos, a través de la hipoteca; sobre los pequeños burgueses, a través de la concurrencia”, todo ello sancionado a través del control sobre las leyes y el aparato judicial.[1] Resulta interesante comparar aquel estadio temprano del capitalismo, hace más de un siglo y medio, con lo que sucede hoy. En países como el nuestro la burguesía (hoy clase dominante cada vez más globalizada) ha amalgamado aquellas tres formas de dominación: hoy, trabajadores y trabajadoras quedan sometidos por medio de la relación salarial (en contexto de precariedad laboral creciente, y gracias también a la amenaza del paro), a través del crédito (hipotecario, pero también al consumo) e igualmente gracias a relaciones competitivas que se implantan y se extienden profundamente por abajo (mas no por arriba). Y por añadidura esa burguesía mundial cuenta con medios de dominación enteramente nuevos, sobre todo gracias a los nuevos medios de “comunicación de masas” (Agustín García Calvo los llamaba “medios de formación de masas”), el internet distribuido y las terminales con pantalla en las manos de cada habitante del globo terráqueo. Nunca la penetración capilar de la cultura dominante fue tan extensa e intensa como la que sufrimos hoy. Y el control sobre las leyes y el aparato judicial sigue siendo casi igual de fuerte.
[1] Friedrich Engels, “Die deutsche Reichsverfassungscampagne”, en Marx-Engels-Werke vol. 7, p. 117; citado por Toni Doménech El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista, Crítica, Barcelona 2004, p. 151.