Raúl Camargo, desde Rivas (de su página en Facebook): «Volviendo en el tren desde Torrelavega, donde ayer participé en el mitin de cierre de campaña de Podemos, me estoy acordando de cosas que sucedieron hace dos años. Me acuerdo de las llamadas de Miguel [Urbán] diciendo que había una oportunidad para hacer algo serio en las europeas de 2014 que abrirían el ciclo electoral, que Pablo [Iglesias] estaba dispuesto a dar el paso. Me acuerdo de una cena en mi casa en octubre de 2013 donde Pablo nos explicaba que si le dábamos forma a este proceso se podía llegar a la última semana de las europeas con posibilidades de sacar 3 ó 4 eurodiputados. Recuerdo que a mí me gustaba el nombre ¡Vamos! Pero que en el coche de vuelta de esta cena entre Miguel y Pablo prefirieron Podemos. Luego vinieron las semanas frenéticas para preparar la rueda de prensa del Teatro del Barrio, la hoja de ruta y los actos de presentación. Las reuniones, el Manifiesto, la tensión, las filtraciones, las noches sin dormir… Recuerdo que la noche del 16 de enero, pasadas las 11, llamé a Tere [Rodríguez] para decirle que Cecilia no podía hablar en la rueda de prensa del día siguiente y que tenía que subir ella, pillar el billete desde Cádiz y estar en Madrid antes de las 11 de la mañana. Recuerdo que me costó convencerla porque era todo muy precipitado y tenía que prepararse una intervención y que cuando colgué ni siquiera sabíamos si iba a tener billete… Recuerdo los nervios y la tensión en el Teatro del Barrio y la noche previa y también el desborde que ese mismo día se produjo allí. Y las firmas y la web caída en cuando salíamos de allí porque había más conexiones de las que podía admitir el servidor. Y los días siguientes con los actos hasta arriba y la sensación de que, está vez, habíamos tocado la tecla correcta. Y también recuerdo los debates acalorados, los abandonos y las traiciones, que como en las obras de Shakespeare llegaban siempre en el momento más inesperado. Y las primarias para las europeas, la alegría tan tremenda por el magnífico resultado de Tere. Y la campaña electoral y el espectacular resultado. Y Rivas y la victoria allí, el único pueblo de España donde se ganó. Y la sensación de que nuestras vidas ya no iban a ser las mismas. Y los sinsabores también, Vista Alegre y la sensación de que la criatura que habíamos contribuido a crear amenazaba con devorarnos. Recuerdo como salimos de aquello con inteligencia política y mirada larga.
Y los procesos internos, la lista de PGM en Madrid, las andaluzas, Dos Hermanas y Tere rugiendo como una leona, las municipales y autonómicas, mi entrada en la Asamblea de Madrid, el Reglamento de Primarias para las generales, nuevas decepciones, otras alegrías, la Uni de Verano Anticapi, las catalanas, reuniones, parlamento, calle, familiares de residencias que explotan empresas de la Gurtel, perceptores de la Renta Mínima que solo pueden comer una vez al día porque no tienen dinero para ir dos veces al día en transporte público al comedor social… Y la campaña de las generales. Y el debate. Y el nuevo desborde. Y la sensación de que se puede tener un resultado espectacular mañana y que millones de trabajadores y trabajadoras sueñan con ello. Y que debemos aprender de lo que le hicieron a Grecia y organizar ya una red social y política indestructible en cada barrio, en cada centro de trabajo, en cada universidad, en cada instituto. Y prepararnos para una gran inestabilidad política que tiene que ser acompañado por el reverdecer de la movilización social. Dos años en los que he vivido en una montaña rusa. Pero que no son sino el principio de la gran transformación de este país y de una polarización creciente entre clases. El balance, a pesar de las cicatrices, es positivo. Continuamos el combate. Vamos. ¡Sí se Puede!»
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Jesús Puente, desde Santander (texto difundido por correo electrónico): «El desarrollo de la campaña electoral permite aproximarse a las opciones electorales que, de una u otra manera, son expresión de la movilización social y de la voluntad de cambio que han ido creciendo en España, como respuesta a la pérdida de derechos, a los recortes de los servicios públicos, al encogimiento progresivo de las libertades democráticas.
No es este el momento de valorar las causas y las responsabilidades que han impedido la concreción de candidaturas de Unidad Popular, similares a las que consiguieron la victoria en las elecciones municipales de mayo en importantes ciudades del país, entre ellas Madrid y Barcelona. Sí lo es para reflexionar sobre lo que pueden representar candidaturas como las Podemos y Unidad Popular (UP) para mejor hacer frente a las políticas antisociales de las derechas, para empoderar y organizar mejor a la clase obrera, a la ciudadanía ofendida y oprimida a las/los de abajo.
Las evidentes, y afortunadas, similitudes entre los programas de Podemos y de UP, la realidad de la convergencia en Cataluña y Galicia, la anécdota del alcalde de Zaragoza haciendo campaña a la vez por Podemos y UP, ponen de manifiesto la relación común de ambas organizaciones con la importante protesta social y política de estos años. Conviene detenerse brevemente a caracterizar esta protesta, algo necesario para entender la realidad en la que se enmarcan las diferentes propuestas políticas. No hay discusión en considerar las movilizaciones sociales producidas estos años como las mayores desde la Transición. Lo que a veces se olvida, es que las más importantes se han producido por la amenaza de destrucción de los demediados servicios públicos existentes, para hacer frente a las agresiones contra los derechos básicos (desahucios), y para resistir la destrucción de los derechos laborales en las empresas y la extensión de la precariedad. Esas movilizaciones han sido germen de movimientos sociales relativamente estables y también débiles. Débiles porque las amenazas del peor capitalismo neoliberal y de la peor derecha liberticida y xenófoba no cesan, crecen. Cuando la protesta social solo consigue contener relativamente las políticas agresoras de los de arriba, los movimientos y las organizaciones políticas que sustentan las luchas son débiles. De ahí la importancia de estas elecciones como instrumento para recoger en lo político, los cambios que en la conciencia social ciudadana hayan podido producir las movilizaciones.
Partiendo de lo anterior, lo que nos jugamos en estas elecciones es la posibilidad de reforzar desde la política institucional el desarrollo de movimientos sociales fuertes y organizados, con ideología y perspectivas de cambio de sentido de lo existente. Sin los cuales, la crisis económica y política devendrá en restauración neoliberal, nacionalista y xenófoba, con incrementos de la desigualdad y verticalidad social que ni imaginamos, con libertades cada vez más reducidas.
¿Qué papel pueden jugar Podemos y UP en este proceso, a través de las elecciones? En mi opinión, debemos poner el foco no tanto en los programas, cuanto en las prácticas anteriores y en las propuestas de intervención post-electoral de ambas formaciones. Podemos ha apostado con claridad por una estructura partidaria muy verticalizada y basada en el hiperliderazgo, conociendo y aprovechando muy bien las realidades actuales de comunicación y sociabilidad. Nada de eso es de por sí muy novedoso, sí lo es el que por primera vez en su historia un sector importante de la izquierda en España, apueste clara y teorizadamente por la subordinación del movimiento social a una estructura política que protagonice el cambio desde las instituciones, atribuyendo al líder del partido un papel de dirección máxima en todo el proceso. Eso es lo relevante, y a mi parecer, lo equivocado. Podemos es expresión de parte de la movilización y de los cambios de estos años, es una respuesta novedosa e inteligente al discurso mediático dominante de la derecha, recoge transversalmente amplias demandas de cambio. En cambio, Podemos no es la representación orgánica del movimiento social organizado, no puede emprender cambios reales sin una movilización social estructurada delante, no puede formular por sí solo la ideología de cambio de sentido social que nos enfrente con éxito a las oligarquías que padecemos.
UP es en parte la expresión de un pasado vivo y necesario. El de la resistencia contra la deriva neoliberal, y el de las movilizaciones que han impedido desmanes mayores durante las décadas que han seguido a la Transición. Es también heredera de las sombras y errores de la izquierda emancipatoria en ese periodo. Sin embargo, el conjunto de ese pasado aporta elementos necesarios para la construcción de una alternativa de cambio real. UP expresa en estos momentos propuestas políticas claras de cara al fortalecimiento real de un movimiento social autónomo y movilizado. Su discurso político aporta el mordiente necesario para identificar los puntos centrales de conflicto con las derechas, reconocimiento de la emergencia social frente a la nueva pobreza, derechos laborales frente a precariedad, impuestos progresivos frente a desigualdad, inversión en servicios públicos frente a las privatizaciones, etc. UP arrastra su parte en la irresponsabilidad de no haber conseguido un acuerdo amplio similar al de las candidaturas municipales de Unidad Popular de mayo, como la arrastra Podemos.
Entiendo que con estos mimbres y en el momento actual, hay que apostar con claridad por el reforzamiento de la movilización social y por la pluralidad en el campo de la izquierda con pretensiones reales de cambio. Lo que supone apoyar a UP. Entiendo que necesitamos levantar movimientos sociopolíticos desde abajo, que al igual que en las candidaturas municipales de mayo, configuren sujetos políticos próximos a la mayoría de la clase obrera y de la ciudadanía, que entiendan que la única manera es la movilización y la propuesta sostenidas. Entiendo que para lograr eso es mejor apoyar a UP. Podemos está optando por la verticalidad y por sacar de sus organizaciones de base, los círculos, la posibilidad de discusión y decisión global, creo que es una decisión equivocada. Por esa razón hay que impulsar el ejemplo contrario que pueda volver a servir de modelo y facilitar la convergencia por abajo, donde funciona y donde suele ser más difícil. Buenos resultados de UP facilitarán la convergencia, el debate y la movilización horizontal. Por último, y no es lo menos importante, la mayor pluralidad expresada en los mejores resultados de UP reflejará mejor la existente dentro de quienes luchan por una sociedad menos desigual, dificultará el crecimiento de las malas y viejas tendencias al hegemonismo, al sectarismo y a la arrogancia tan desgraciadamente frecuentes en el campo de la izquierda.»