En el mismo número de El Cultural (10 de abril de 2020), Pablo d’Ors sugiere que «la esencia del mal es el aislamiento, pero si ante el mal se actúa con amor, ese aislamiento se va resquebrajando hasta dar lugar a la comunión. El dolor del mundo suscita compasión en quien realmente sabe verlo. La compasión no es un movimiento de condescendencia hacia quien sufre, sino de asunción del dolor ajeno y -muy importante- de ofrecimiento del propio.»
Y George Saunders: «Hemos olvidado la amabilidad, la compasión, el amor, sinónimos que no significan, como creen muchos, ser pusilánimes y poner la otra mejilla, sino ser más conscientes del otro y de aquello positivo para la sociedad y los demás. (…) Creo firmemente que estamos en este mundo para aprender a amar mejor. Y lo digo basándome en los momentos en que, por así decirlo, ‘el telón se ha caído’, y la vida realmente me ha mostrado lo que es. Cuando alguien que amamos muere obtenemos una especie de clarividencia terrible sobre lo que importa».