En una entrevista declaraba Alexandra Coelho (la mitad de Lars Kepler, el ficticio autor sueco de novela negra, cuya otra mitad la constituye el marido de Alexandra, Alexander Ahndoril): “No tengo ilusiones sobre la humanidad, somos violentos, vemos una araña y la aplastamos. Es algo malo que hay en nosotros. Hay cosas buenas también. Creo que tenemos una agenda moral, sabemos qué está bien y qué mal, pero los impulsos, la envidia, los deseos…”[1]
Está bien reconocer ese “algo malo que hay en nosotros”: nuestro potencial de daño y destructividad. Podemos hablar, como los cristianos, de pecado original; como los freudianos, de pulsión de muerte; o decir simplemente que somos simios averiados. Pero leyendo las líneas que acabo de citar, me venía a las mientes una anécdota que he relatado un par de veces, a la que concedo mucha importancia.
En la jornada “inolvidable” que Gifford Pinchot y John Muir –dos figuras señeras del movimiento de protección de la naturaleza en EEUU– pasaron en el Gran Cañón, toparon con una tarántula y Muir impidió a Pinchot matarla. “Dijo que tenía tanto derecho a estar allí como nosotros.”[2] Hay que recordar que Muir, preservacionista, justificaba la protección de la naturaleza por el valor intrínseco que ésta posee en sí misma y no, como en el caso del conservacionismo al que se adscribía Pinchot, por el valor instrumental que posee para el ser humano.[3] Pero, más allá de estas nociones teóricas, importa aquí fijarnos en la situación concreta: matar a aquella araña –que no suponía amenaza alguna para los dos excursionistas— era un acto de destrucción gratuita ejercido sobre un ser vivo que, en efecto, tenía tanto derecho a pasear por el Gran Cañón como aquellos dos notables ejemplares de Homo sapiens.
Matar o no a la tarántula: dos vías, ambas están abiertas. (El atinado comentario de un conocido ante esta idea: “Claro que sí, las dos vías están abiertas, pero según una viñeta de Mafalda que mis amigos y yo, con 17 años, dibujamos en un mural de 4 por 2 metros, en la misma base del puente romano de Orense, ella pensaba: Debería ir por la vía del bien… porque la autopista del mal está siempre tan colapsada.”)
[1] Lars Kepler: «No tenemos fe en el ser humano, hay algo malo en nosotros», 20 minutos, 4 de febrero de 2016. http://www.20minutos.es/noticia/2663929/0/entrevista-lars-kepler/en-la-mente-del-hipnotista/el-hipnotista/#xtor=AD-15&xts=467263
[2] Gifford Pinchot: Breaking New Ground, Island Press, Washington D.C. 1987, p. 103.
[3] Veáse Bryan G. Norton: Toward Unity among Environmentalists, Oxford University Press, New York/ Oxford 1991, p. 6 y ss. También Frank de Roose y Philippe van Parijs: La pensée écologiste, De Boeck, Bruxelles 1991, p. 106.