Ese deseo de Luis Buñuel al final de su libro de memorias Mi último suspiro: levantarse de entre los muertos cada diez años, llegarse hasta un quiosco y comprar la prensa. “No pediría nada más. Con mis periódicos bajo el brazo, pálido, rozando las paredes, regresaría al cementerio y leería los desastres del mundo antes de volverme a dormir, satisfecho, en el refugio tranquilizador de la tumba”. Pero ¿cómo no reparar en que esa prodigiosa situación está a nuestro alcance? Basta con tomar distancia, situarnos con la imaginación más allá de la muerte, leer la prensa de la mañana con los ojos y con el desapego del difunto que vuelve de su largo sueño de diez años. Cuando, cerrado el muladar de la prensa –en España, pongamos por caso, sólo podemos elegir entre periódicos de derecha y de extrema derecha, en lo que a prensa en papel se refiere—, dejemos atrás la protección del bar –“refugio tranquilizador” como la huesa buñueliana— y nos enfrentemos al nuevo día en la calle, nuestra disposición de ánimo será del todo distinta. Notaremos cómo hacemos frente a “los desastres del mundo” embargados de piedad, serenidad y cierto sentido del humor de ultratumba. Y todo gracias a estos ejercicios espirituales con don Luis Buñuel…[1]
[1] Aquí hay que remitir de nuevo a ese libro esencial de Pierre Hadot, Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Siruela, Madrid 2006.