Antonio Orejudo, en una entrevista estupenda: “El delirio de los paranoicos es parecido al delirio en que entra un novelista durante los años de escritura: ambos trabajan con materiales dispersos y heterogéneos, a los que tienen que dar un sentido, buscando entre ellos vínculos poco evidentes, y presentarlos en una misma dirección” (“El humor nos defiende de las agresiones del mundo”, Cuadernos Hispanoamericanos 737, Madrid, noviembre de 2011).
En realidad esa sobreproducción de sentido caracteriza al ser humano en general, en cuanto “animal narrativo” que necesita contar su vida a los demás, y contársela a sí mismo, como si esa vida tuviera pies y cabeza.
Paranoia y neurosis, y también los estados distímicos, son “humanos, demasiado humanos”. Uno diría que sólo la esquizofrenia nos sitúa frente a la otredad radical…