el peso de lo institucional en lo humano…

…es enorme. Decir eso es una obviedad que no habría que estar repitiendo a estas alturas –si no fuese porque su importancia, una y otra vez, parece que se nos sigue escapando. Una de las aristas de esta obviedad, por ejemplo, es la siguiente: destruir instituciones –que pueden ser incluso malas instituciones— sin tener preparado algo que las remplace con ventaja es un remedio peor que la enfermedad. Pensemos, entre los ejemplos recientes, en la destrucción del Estado y el ejército baazista que practicó EEUU tras la invasión de Irak, o en bastantes de las estatalizaciones de empresas privadas en la Venezuela chavista, tan desastrosas en términos productivos…