el proyecto principal de la revolución científica –escribe yuval noah harari— es dar a la humanidad la vida eterna

Estamos al borde del precipicio. El movimiento ecologista decía y sigue diciendo: detengámonos, retrocedamos unos pasos, busquemos otros caminos –¡pues existen y son practicables! Pero la inmensa mayoría de la gente no escucha esas razonables admoniciones…[1] Atienden en cambio a quienes les dicen: no te inquietes, salta, e instantáneamente te crecerán alas de ángel en la espalda. Nuestros nanotecnólogos, informáticos e ingenieros genéticos se están encargando de ello.



[1] La encuesta “Perspectivas de futuro de la sociedad”, realizada en diciembre de 2013 (a una muestra de 1.200 españoles y españolas mayores de 18 años), mostró que el 92% creía probable que, en los próximos veinte o treinta años, haya de reducirse drásticamente el uso de combustibles fósiles, ya sea por agotamiento de los recursos o para evitar un cambio climático catastrófico. Pero de esa gente, sólo el 23’8% cree que habrá escasez de energía y crisis económica (es decir, apenas una de cada cinco personas del total). El resto confía en que las energías renovables, la energía nuclear y quizá nuevos inventos permitirán continuar con el business as usual. Cf. Mercedes Martínez Iglesias, “No tan ricos, pero aún muy consumistas”, ponencia en el Simposio internacional “¿Mejor con menos? Decrecimiento, austeridad y bienestar”, 6, 7 y 8 de octubre de 2014, Facultat de Ciències Socials de la Universitat de Valencia.