El novelista Eugenio Fuentes, reflexionando sobre el acoso escolar -ahora intensificado a través de las «redes sociales» telemáticas-, escribe: «En el fondo, sólo hay dos tipos de personas: las que sienten una indomable inclinación hacia el poder y el dominio, y las que sólo aspiran a que las dejen en paz» («Guerrillas en el patio de colegio», El País, 17 de septiembre de 2013). Es una de esas frases que uno se queda releyendo una y otra vez, atónito… Bien, si se pudiera aceptar esto como un diagnóstico sobre los tipos humanos que prevalecen en una sociedad como la española, en el segundo decenio del siglo XXI, ello nos pondría sobre la pista de la enorme degradación sufrida en los decenios últimos -sin que la mayoría social la reconociera como tal. Aparte de la voluntad de dominación y del privatismo pasivo ¿no hay nada? ¿No se da otro tipo de personas: los que prefieren cooperar a dominar, y quieren construir una sociedad justa más bien que lograr «que los dejen en paz»? Debería saltar a la vista, por ejemplo, que sin que prevalezca ese tercer tipo humano -más allá de los aspirantes a caudillos y de la «mayoría silenciosa» de Mariano Rajoy-, hablar de democracia es un mal chiste. Pero puede concederse al señor Fuentes que, en efecto, los defensores activos de la cooperación y la igualdad son en nuestra sociedad una pequeña minoría frente a los dos tipos de personas que él identifica. Y así nos va…