Peter Wadhams, uno de los más expertos climatólogos del mundo (ex director del Scott Polar Research Institute), es de quienes observan con preocupación extrema la liberación de metano en torno al Ártico: esto puede conducir, a corto plazo, a aumentar en 0’6º C la temperatura promedio de la Tierra. Con eso estaríamos ya (en pocos años) más allá del límite de seguridad de 1’5º C de calentamiento acumulado desde los inicios de la era industrial: y podrían dispararse otros bucles de realimentación que nos llevarían a la situación apocalíptica de runaway climate change. Wadhams considera que ya no tenemos tiempo de cambiar la trayectoria de calentamiento severo, y por eso aboga por la geoingeniería.[1] Estamos ya en el tiempo de lo que Daniel Tanuro definió como alternativas infernales.[2] Ya no se trata de elegir un mal menor (elegir entre lo malo y lo peor), sino de elegir entre lo pésimo en diversas variantes: infierno A e infierno B, digamos. Y ahí cobra todo su sentido la opción de no elegir. Toda vida humana es elegir entre males, sostuvo Arnold J. Toynbee; y Karl Kraus le había replicado preventivamente: “Cuando tengo que elegir entre dos males, no elijo.” Muchas veces tenemos que elegir entre dos males: pero no se nos puede obligar a elegir entre dos infiernos. Llegados a ciertos extremos, más vale quitarse de en medio sin dolor (si es posible) y sin hacer ruido.
[1] Lo reporta Pedro Linares después de una conversación con Wadhams en Cambirdge: véase la entrada de su blog “Adiós al hielo”, 26 de julio de 2017; http://pedrolinares.blogspot.com.es/2017/07/adios-al-hielo.html
[2] Daniel Tanuro, “El desafío de la transición energética: medidas anticapitalistas o alternativas infernales, no hay otra opción”, en Viento Sur, 12 de febrero de 2014; http://vientosur.info/spip.php?article8740