Que no acabe el viaje a través de las islas griegas (o de los archipiélagos escandinavos). Que no acaben los encuentros de los amantes. Que no acaben las indagaciones autocorrectivas de la ciencia. Que no acaben los arrobos de la alumbrada. Que no acaben las narraciones del juglar, las canciones del goliardo, las tonadas del acordeonista. Que no acaben los juegos de esa niña. Que no acaben las gozosas carreras de aquel perro. Que no acabe la danza del enamorado. Que no acabe el vuelo del águila pescadora. Que no acabe la aventura humana.