¿Cómo se puede, a la vez, constatar que “nos alejamos de cualquier escenario mínimamente controlable” (Cayetano López, “La transición energética”, El País, 1 de septiembre de 2014; el autor se refiere a la combinación del calentamiento climático y el cénit de las energías fósiles) y defender el despliegue de la energía nuclear? Pues ésta requiere precisamente las condiciones de control, predecibilidad y estabilidad a larguísimo plazo (milenios) que no se han dado a lo largo de la historia humana y que sobre todo no van a darse en los escenarios que tenemos ante nosotros, marcados por el descenso energético, la escasez de alimentos y materiales básicos, las migraciones masivas, la insostenibilidad urbana, los conflictos geopolíticos y la creciente violencia. Cuando el colapso de las sociedades industriales se convierte en un futuro cada vez más probable, ¿construir centrales nucleares? Nada sería más irresponsable.
(«Carta al director» de El País, enviada el 1 de septiembre de 2014 –y no publicada por ese diario.)