¿A los seres humanos nos caracteriza un “impulso innato de conectarnos con los ecosistemas”?[1] El impulso contrario –la desconexión a través de nuestra potencia imaginativa o nuestras capacidades técnicas— es como mínimo tan innato o natural como el impulso de conexión o biofilia… Es otro caso apropiado para reflexionar sobre la esencial ambigüedad de lo humano: unas tendencias y las contrarias, estrechamente entreveradas. Y la cultura, la cultura humana capaz de moldear cualesquiera tendencias naturales…
Entre naturalismo y construccionismo: hay naturaleza humana biológica, pero todo lo humano está traspasado y moldeado por la cultura.
[1]J.P. Simaika y M.J. Samways, “Biophilia as a universal ethic for conserving biodiversity”, Conservation Biology 24(3), 2010.