«En términos de sociología ecológica, la argumentación de Bergoglio es más cercana al ecosocialismo que a otras propuestas, como la modernización ecológica o la ecología humana. En particular, es perceptible la influencia de algunas versiones latinoamericanas de ese punto de vista, con ecos del discurso comunitarista, del buen vivir, de la Carta de la Tierra€ No es sorprendente que los neoliberales norteamericanos hayan comenzado inmediatamente a minimizar la encíclica papal poniéndole la etiqueta de marxista. En realidad, no creo que se trate de marxismo, sino más bien de la elección de un interlocutor. De forma similar a cómo, en su tiempo, la doctrina social de la iglesia fue una respuesta al socialismo, no exenta de diálogo crítico con el mismo, se propone ahora una doctrina ecosocial de la iglesia, escogiendo como referente a la ecología social. Es una especie de aggiornamento, paralelo al que ya hace tiempo habían iniciado amplios sectores de la izquierda latinoamericana, buscando en la ecología elementos para refundar las convicciones emancipatorias socavadas por la caída del muro de Berlín. Digámoslo de otro modo: ya había algo de tono profético en aquello del ecologismo de los pobres…»
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