En la carta de despedida que envía Ernesto Guevara a sus hijos “desde algún lugar de Bolivia, 1966”, se despide del más pequeño diciendo: “Tatico, tú crece y hazte hombre que después veremos qué se hace. Si hay imperialismo todavía salimos a pelearlo. Si eso se acaba tú, Camilo [su otro hijo varón] y yo podremos irnos de vacaciones a la Luna.”[1]
¡Vacaciones en la Luna –en autobuses-lanzadera que despegarían del cosmódromo soviético de Baikonur, cabe suponer! La broma paterna del gran revolucionario cubano da testimonio de la fiebre espacial de los años 1960, sin duda. Pero también indica otra cosa: en el imaginario comunista y anti-imperialista de aquellos años, el Mito del Progreso y sus fantasías de dominio absoluto sobre la naturaleza, que se plasma de forma sobresaliente en los planes de conquista del Sistema solar, tenía tanta fuerza como en los imaginarios capitalistas.[2] Para el Che estaba claro que las vacaciones en la Luna suponían un horizonte emancipatorio…
Ay de nosotros.
[1] El muy completo Epistolario de un tiempo. Cartas 1947-1967 acaba de ser de publicado en Cuba y reúne por primera vez 350 páginas de correspondencia familiar y política del Che a lo largo de dos decenios: véase https://www.clarin.com/cultura/-camilo-debes-decir-malas-palabras-editan-cartas-che_0_o8JqlWUh3.html
[2] Algunas muestras en el capítulo IV (“El marco categorial del pensamiento soviético”) de ese libro esencial de Franz Hinkelammert que es Crítica a la razón utópica (primera edición en 1984), digitalizado aquí: https://www.pensamientocritico.info/index.php/libros/libros-de-franz-hinkelammert