esa enormidad inaudita que es el lenguaje

Si uno se diera cuenta de esa enormidad inaudita que es el lenguaje: que exista significación, que podamos levantar la voz en este universo de cráteres y bacterias y cometas, que seamos capaces de afirmar y negar y otra vez afirmar, que podamos levantar acta de nuestras conjeturas y nuestras perplejidades: esa enormidad que es nuestro lenguaje, decía: si de verdad fuésemos conscientes de eso –¿quién se atrevería a malbaratar la primera palabra de un saludo, de una oración, de un poema?