escribir como servicio público

La claridad es la cortesía del filósofo, dijo Ortega. Primo Levi, mucho menos egocéntrico, superviviente de Auschwitz, fue más allá: escribió que “escribir es un servicio público”, y que “puesto que todos nosotros, los vivos, no estamos solos, no debemos escribir como si lo estuviésemos. Tenemos una responsabilidad, mientras vivamos: debemos responder por cuanto escribimos, palabra por palabra, y hacer que cada palabra dé en el blanco. (…) Hablarle al prójimo en una lengua que no puede entender (…) es un sutil artificio represivo (…). Es una forma de imponer el propio rango…”[1]


[1] Primo Levi: Vivir para contar. Escribir después de Auschwitz (Diario Público, Madrid 2011), p. 17