Ética de mínimos para la simple convivencia dentro de la ciudad –“conllevancia”, podríamos decir: evitar dañar demasiado al prójimo humano. Pero estamos en el segundo decenio del Siglo de la Gran Prueba, en el tercer planeta del Sistema Solar, y sin éticas de máximos no saldremos adelante…
(Alguna vez he esbozado un esquema de la ética en los siguientes cuatro puntos: 1. Una moralidad de la tribu articulada alrededor de la supervivencia, con fuertes bases biológicas, que tiene valor adaptativo y se ha desarrollado evolutivamente. 2. Una moral de sociedad articulada en torno a la convivencia en grupos grandes, moral que construimos socialmente, entre los códigos legales y el cultivo de la compasión. Potencialmente puede extenderse hasta una moral cosmopolita. 3. Una moral de santidad como la que formularon Levinas y Logstrup, articulada en torno a la salvación, donde lo esencial es la reacción de responsabilidad inmediata e infinita ante la muda exigencia del rostro del otro. 4. Añadido a esto, y como elemento específico tras el catastrófico siglo XX y ya en la era de la crisis ecológico-social, el principio de responsabilidad (Hans Jonas) y la conciencia de especie (movimientos ecologistas).)