ética del «como si»

Interrogado acerca del conflicto entre israelíes y palestinos, el escritor Yoram Kaniuk vacila antes de contestar: “Antes creía que había una solución. Ahora no.”

Lo mismo podríamos responder ante una pregunta por el conflicto entre las sociedades industriales y la biosfera. Y desde luego debemos intentar ver las cosas como son, sin ceder a la tentación de interponer velos de color de rosa, sin autoengaños. Toda la lucidez de que seamos capaces, pero al mismo tiempo: vivir como si hubiera una solución, como si fuera posible evitar lo peor. Se lo debemos a los antepasados. Se lo debemos a los descendientes. Se lo debemos a los seres vivos no humanos. En nuestra conciencia, rendimos cuentas ante la Gran Asamblea: la compuesta por todos los vivientes –del pasado, el presente y el futuro— reunidos en un tiempo simultáneo.

“Ellos [los palestinos] nunca aceptarán una solución, y nosotros hemos cometido tantos errores…” Somos asesinos, somos violadores, somos exterminadores de la flor y la semilla: pero podemos ser otra cosa. Podemos abrazar a la criatura sufriente y mortal. Vivamos como si hubiera una salida, para que se mantenga abierto el ventanuco del milagro.