«Me considero un escritor ecologista», dice el novelista T.C. Boyle en una entrevista. «Y alguien que ha asumido que somos animales y no podemos decidir nuestro destino. He ahí el tema central de todo lo que hago. Explorar una y otra vez nuestra condición animal. En cierto sentido estamos programados para que nada sea como esperamos. La evolución no progresa como parece, es algo puramente accidental. El ser humano tiene más conciencia de la que puede soportar. Por eso existe el arte, y las drogas y el alcohol. Porque necesitamos liberarnos de ese peso….” (T.C. Boyle, “El ser humano tiene más conciencia de la que puede soportar”, El País, 6 de octubre de 2020)
Bueno, el cóctel de neodarwinismo y determinismo mecanicista sin duda produce una visión del mundo difícil del soportar -y sin duda las novelas, el güisqui y el LSD pueden ayudar un poco. Pero no estamos obligados a asumir esa desolada visión del mundo: tenemos algo mejor, si pensamos en Gaia. Por otra parte, ¿»el ser humano tiene más conciencia de la que puede soportar»? Yo diría que más y menos a la vez. Exceso de conciencia, si pensamos en nuestras dificultades para asumir nuestra mortalidad y finitud. Defecto de conciencia, si pensamos en nuestra incapacidad de izarnos siquiera a la condición de chimpancés morales.