Fast food, fast fashion… y hoy también fast science. Pero ello supone la declaración de bancarrota de la civilización occidental.
La profesora de filosofía moral Marta Tafalla participó en un fructífero congreso de neurociencia en Granada, y en un notable artículo donde reivindica el diálogo entre ciencia y ética para tratar el espinoso problema de la experimentación con animales no humanos, termina haciendo las consideraciones siguientes:
“Cualquier investigador que trabaje en una universidad o centro de investigación se enfrenta cada día a una continua lucha contra el tiempo. Hay que compaginar la docencia con la investigación, dirigir trabajos de fin de grado, trabajos de fin de máster y tesis doctorales, e invertir incontables horas en todo tipo de burocracia. El nivel de exigencia no cesa de aumentar. Se trabaja con la presión de lograr un nuevo proyecto de investigación, publicar un nuevo artículo en una revista bien posicionada, mejorar el índice de impacto, conseguir más becarios. El email no deja desconectar ni en vacaciones ni en fines de semana. Los investigadores jóvenes llegan a trabajar largos años con becas y contratos precarios que generan una continua incertidumbre sobre el futuro profesional, mientras se les exige una dedicación completa y un nivel excelente. Sé que la vida académica es muy estresante y exigente, porque a mí me sucede lo mismo. Entiendo que un científico pueda llegar a pensar: ‘con toda la presión que tengo, solo me faltaba la dichosa ética’. Por eso creo que debemos reinventar una universidad que trabaje con otro ritmo, lo que algunos defienden como slow academia. Pero uno de los científicos llegó a decir una frase que me resultó reveladora: ‘Con el trabajo que tenemos, pararnos a pensar es un lujo que no nos podemos permitir’. Entonces lo entendí todo. Ése es quizás el problema más fundamental de la sociedad en que vivimos.”[1]
Releamos sin prisa. Pararnos a pensar es un lujo que no nos podemos permitir, dijo el científico. Uno se cae de culo con la boca abierta y los brazos en cruz…
La rueda de hámster de la evaluación académica continua (con criterios dizque meritocráticos) y los proyectos burocráticos de investigación se lleva por delante, entonces, la posibilidad de pensar. La “investigación” se convierte en una actividad automatizada, progresivamente horra de pensamiento. Como decía Guy Debord, y nos recuerda Emilio Santiago Muiño, a las sociedades modernas “se les ha olvidado pensar” justo en el momento en que más lo necesitan…[2]
[2]Debord, Comentarios a la sociedad del espectáculo; citado en Emilio Santiago Muiño, ¡No es una estafa! Es una crisis –de civilización, Enclave de Libros, Madrid 2015, p. 60.
[1]Marta Tafalla, “Reivindicación del diálogo entre ética y ciencia sobre experimentación con animales”, El caballo de Nietzsche, 27 de noviembre de 2015; http://www.eldiario.es/caballodenietzsche/Reivindicacion-dialogo-ciencia-experimentacion-animales_6_456414393.html