federico aguilera klink relee a smith y marx

«Psiquiatras como Lowen han expresado, más recientemente y con enorme claridad, la inversión de valores en la que nos encontramos, calificando de narcisismo lo que estamos viviendo y aunque no ha recibido mucha atención por parte de los economistas: “…se puede entender el narcisismo como una pérdida de valores humanos –ausencia de interés por el entorno, por la calidad de vida, por las demás personas -. Una sociedad que sacrifica su medio natural para obtener dinero y poder no tiene sensibilidad para las necesidades humanas. La proliferación de cosas materiales se convierte en la medida del progreso vital… Hay algo de locura en una pauta de conducta que sitúa el logro del éxito por encima de amar y ser amado. Hay algo de locura en una persona que no conecta con la realidad de su propio ser –su cuerpo y los sentimientos que derivan de éste-. Y hay también algo de locura en una cultura que contamina el aire, el agua y la tierra en aras de alcanzar un nivel de vida ” (Lowen 2009: 11-13).

Cada vez podemos ver con más claridad y cada vez es, también, más fuerte la manipulación y la confusión. La esperanza, dice Morin, está en lo inesperado, en hacer lo que tiene sentido para uno aunque parezca que se hace poco. Lo inesperado es, por otro lado, el propio ser humano, uno mismo, como venía a decir De Waal más arriba, algo que es muy importante tener claro sobre todo en estos largos tiempos de oscuridad. “Los tiempos de oscuridad…no sólo no son nuevos sino que no son una rareza en la historia… aun en los tiempos más oscuros tenemos el derecho a esperar cierta iluminación y que dicha iluminación puede provenir menos de las teorías y conceptos que de la luz incierta, titilante y a menudo débil que algunos hombres y mujeres reflejarán en sus trabajos y sus vidas bajo casi cualquier circunstancia y sobre la época que les tocó vivir en la tierra…Ojos tan acostumbrados a la oscuridad como los nuestros apenas podrán distinguir si su luz fue la luz de una vela o la de un sol brillante” (Arendt, 1955, 11). Pero es luz.»